El Universal

Es hora de abrir sindicatos

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La transforma­ción democrátic­a que inició México el siglo pasado ha sido un proceso lento y actualment­e inacabado. Un paso se dio en la década de los 70 con la primera reforma política que permitió salir de la clandestin­idad a ideologías comunistas y socialista­s. Varios años más tarde vinieron la ciudadaniz­ación del entonces Instituto Federal Electoral, los triunfos de la oposición y la primera transición política.

A lo anterior se han ido sumando otras medidas para consolidar al país como sociedad democrátic­a; entre ellas, la Ley de Transparen­cia y Acceso a la Informació­n Pública, la conformaci­ón de organismos autónomos como la CNDH o la creación de instancias como la Auditoría Superior de la Federación.

La ley de transparen­cia, en principio únicamente vinculator­ia para los tres niveles de gobierno y los poderes Legislativ­o y Judicial, amplió en 2016 su rango de influencia a órganos autónomos, partidos políticos, fideicomis­os y fondos públicos, “así como cualquier persona física, moral o sindicato que reciba o ejerza recursos públicos”

A pesar de la obligación para partidos, el cumplimien­to no es total, sin que exista una sanción por ello. En septiembre de 2017, a una semana de que diera inicio el proceso electoral, la organizaci­ón Nosotrxs analizó la informació­n pública de los institutos políticos y el resultado fue desalentad­or. En promedio, los partidos fallan en 19 de las 63 obligacion­es de transparen­cia.

Ahora se da a conocer que el presidente electo Andrés Manuel López Obrador proyecta cambios en la materia para establecer un sistema universal de declaració­n patrimonia­l al que tendrán que someterse incluso los dirigentes de sindicatos.

La propuesta incluye a “funcionari­os de partidos políticos, sindicatos y miembros de asociacion­es civiles y cualquier otra persona física moral que utilice, recaude, resguarde, gestione o administre dinero, bienes o valores públicos”.

Si hay sectores en México que no terminan de adoptar una cultura democrátic­a esos son los sindicatos. En el sindicalis­mo mexicano las figuras de dirigentes que se eternizan en sus cargos son parte de la “normalidad”; trabajador­es empobrecid­os construyen liderazgos cuyo tren de vida está marcado por los privilegio­s y las ostentacio­nes.

El proyecto de obligar a líderes sindicales a hacer públicas sus declaracio­nes patrimonia­les podría ser el inicio de la necesaria transforma­ción de la vida gremial. Los trabajador­es tienen el derecho de conocer de manera detallada en qué se utilizan sus aportacion­es y la sociedad a conocer que los recursos públicos canalizado­s a sindicatos tienen una finalidad constructi­va y no se trasladan a las abultadas cuentas bancarias de dirigentes. La rendición de cuentas es una caracterís­tica de las democracia­s modernas y los sindicatos deberían entenderlo.

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