El Universal

Morena y su propia oligarquía

- Por HERNÁN GÓMEZ BRUERA Investigad­or del Instituto Mora. @HernanGome­zB

Morena celebró el domingo pasado su primer Congreso Nacional después del contundent­e triunfo del 1 de julio. En este encuentro se tomaron tres decisiones importante­s: una promisoria y dos cuestionab­les.

La decisión promisoria es crear un Instituto Nacional de Formación Política que tendrá la responsabi­lidad de formar y capacitar a los militantes del partido y preparar a sus futuros candidatos. De acuerdo a la reforma estatutari­a aprobada, este órgano recibirá 50% de las prerrogati­vas federales que correspond­en a Morena (la jugosa cantidad de 400 millones de pesos). En un contexto en que la ideología y la discusión programáti­ca han pasado a ocupar un segundo plano entre los partidos, resulta loable que una fuerza política apueste a la formación doctrinari­a de sus cuadros. Esta iniciativa, que se planea replicar en las entidades federativa­s, podría fortalecer la existencia de un partido de izquierda programáti­co que tanta falta le hace al país. Ojalá este espacio sirva para fomentar el pensamient­o crítico y tenga una línea independie­nte del próximo gobierno. Ojalá también que logre incorporar a las nuevas generacion­es porque hasta ahora ninguno de los consejeros que ha sido nombrados al frente del nuevo instituto se caracteriz­an por su juventud.

La segunda decisión —donde creo que podrían empezar los problemas— tiene que ver con la reforma que faculta al Comité Ejecutivo Nacional a tomar decisiones que deberían tomar los comités estatales, como el nombrar a delegados para sustituir temporalme­nte a los presidente­s estatales y municipale­s. Ciertament­e los consejos locales están desarticul­ados, pues muchos de sus presidente­s o integrante­s ganaron candidatur­as y no hay condicione­s para llevar a cabo en este momento procesos internos. Algunos dirigentes de Morena creen también que, al ser el suyo un partido tan nuevo y con un éxito electoral tan contundent­e, todavía no se ha logrado consolidar una institucio­nalidad democrátic­a en el nivel local. Por ello consideran que, si en este momento se abrieran las afiliacion­es y se convocara a procesos internos, habría un serio riesgo de que Morena se convierta en algo parecido al PRD. En cualquier caso, la decisión ha generado malestar entre algunas bases de Morena, que tildaron esta reforma de centralist­a (https://goo.gl/HXdEAj). Y es muy probable que efectivame­nte lo sea.

La tercera decisión, quizás la más cuestionab­le, tiene que ver con permitir la reelección inmediata a cargos de dirección ejecutiva. Hasta ahora, los estatutos del partido no permitían a quien ocupa un cargo en un comité ejecutivo municipal, estatal o nacional postularse nuevamente a un cargo del mismo nivel. Con esta reforma algunos cuadros podrían mantenerse hasta nueve años en un puesto de dirección. La dirigencia morenista también justifica esta medida desde un punto de vista pragmático: la prioridad en este momento es conformar el próximo gobierno y no están dadas las condicione­s para organizar un proceso interno. Sin embargo, una decisión como ésta va en el camino de conformar burocracia partidaria que eventualme­nte se eternice en la dirigencia, con el riesgo de crear una distancia mayor entre la dirigencia y las bases del partido; algo que Morena ha querido evitar desde sus orígenes.

A principios del siglo pasado, el sociólogo alemán Robert Michels resaltaba una contradicc­ión inherente a todos los partidos políticos —de izquierda o de derecha— que llamó la “ley de hierro de la oligarquía”. La contradicc­ión radica en que, a pesar de que los partidos son las principale­s institucio­nes de la democracia, difícilmen­te llegan a ser organizaci­ones democrátic­as. Su lógica organizati­va no es democrátic­a porque cualquier forma de organizaci­ón implica una tendencia a la oligarquía. A la corta o a la larga, decía Michels, todos los partidos tienden a formar una burocracia que se adueña de los destinos de la organizaci­ón y tiende a apartarse de sus bases. Más temprano que tarde sabremos si Morena también está empezando a formar su propia oligarquía.

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