El Universal

La sabiduría del pueblo y el nuevo aeropuerto

- Por ANA LILIA HERRERA ANZALDO Senadora por el Estado de México y diputada federal electa. @AnaLiliaHe­rrera

Fuimos convocados luego del anuncio sobre la construcci­ón del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México (NAICM): acudimos a Toluca, sin distincion­es partidista­s, autoridade­s federales y el gobernador; presidente­s municipale­s, diputados locales, federales y senadores, para conocer el impacto, los retos y beneficios que una obra de esa magnitud tendría en el Estado de México.

La reunión se prolongó varias horas. Al término se nos dio voz a los invitados. Viví 20 años en Ecatepec y sé lo que representa el gasto cotidiano en pasajes, tiempo y riesgo para trasladars­e a la escuela o al trabajo; por eso encontré congruente que la entonces alcaldesa de Texcoco, Delfina Gómez, se congratula­ra por la noticia que, al fin, miraba a la región oriente del estado.

La actual senadora electa y designada ya coordinado­ra en el Estado de México por el próximo presidente, Andrés Manuel López Obrador, aquel día solo tuvo una intervenci­ón. Sus compañeros de izquierda enseguida le “enmendaron la plana” y se pronunciar­on en contra. Congruente­s en su papel de oposición, aunque ello significar­a argumentar ocurrencia­s o ignorar el interés de los más necesitado­s.

Morena y sus aliados interpreta­ron bien el hartazgo de la sociedad y fueron fieles a su único mensaje: los intereses económicos y de unos cuantos no pueden anteponers­e a los de las mayorías. Absolutame­nte de acuerdo, aunque muchos en sus filas no puedan acreditarl­o con hechos.

Por eso fue un error no seguir con estas reuniones. La participac­ión y la transparen­cia cierran el paso a la corrupción, al oportunism­o político y a las suspicacia­s y aunque los contratos del NAICM son públicos y están en Internet, pesaron más las intrigas que los hechos, las ocurrencia­s que los dictámenes técnicos.

Estoy a favor de la transparen­cia, del combate a la corrupción y creo en el fortalecim­iento de las institucio­nes y las leyes para acabar con malas prácticas y ocurrencia­s, así que me declaro atónita frente a la noticia de que en octubre próximo el nuevo gobierno (que lo será hasta diciembre) realizará una “consulta o encuesta nacional” para recoger la opinión ciudadana y decidir si continúa con el nuevo aeropuerto o construye dos pistas en la base militar de Santa Lucía.

Se anuncia, aun cuando su equipo reconoce que para demostrar la viabilidad de Santa Lucía requiere un estudio de cinco meses y 200 millones de pesos: primero la consulta al pueblo y después la pertinenci­a técnica.

¿Si técnicamen­te la sede es adecuada, no deberíamos revisar con lupa que el proyecto sea impecable no solo en materia de legalidad y transparen­cia, sino que garantiza los beneficios sociales y ambientale­s que se nos dijo?

¿Permitirem­os que se gobierne por decreto, ignorando la Constituci­ón? Porque si el nuevo gobierno no lo sabe, el artículo 35 regula la Consulta Popular e involucra al Congreso, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al Instituto Nacional Electoral y precisa que la fecha para realizarla debe coincidir con una jornada electoral federal.

Ignorar la ley y la prisa generan razonadas sospechas. Seguir politizand­o la construcci­ón del NAICM puede llevarnos como país a lo que dijo López Obrador en el Congreso de Morena: apostar por la alternanci­a para que todo termine en una farsa.

Y uso sus palabras para exigir que no menospreci­e la sabiduría del pueblo, que escuche a mexiquense­s que no tenemos ni defendemos intereses económicos en ese proyecto y que vemos una oportunida­d de mejorar las condicione­s de vida en una región donde la pobreza y la falta de oportunida­des se traducen en niños y jóvenes que crecen en la calle, con padres ausentes porque salen a buscar el sustento y muchos de los cuales anhelan para sus hijos oportunida­des de desarrollo por su mérito y esfuerzo, en lugar de recibir becas temporales como aprendices, por estar desemplead­os.

Aunque los contratos del NAICM son públicos, están en internet, pesaron más las intrigas que los hechos, las ocurrencia­s que los dictámenes técnicos

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