El Universal

Los mexicanos y el TLCAN

- Jorge Buendía

El TLCAN es una historia de éxito político: hoy, 78% de los ciudadanos considera que es positivo para la economía nacional y 57% cree que ha beneficiad­o a los mexicanos (Buendía & Laredo, encuesta nacional, agosto 2018). Panistas, priístas, morenistas e independie­ntes ven con buenos ojos su impacto en la economía del país. El TLCAN es ahora una política pública respaldada por todos los partidos y ha trascendid­o a gobiernos de distintas filiacione­s.

El TLCAN es lo más cercano a una política pública de Estado. Con el aval de AMLO, el TLCAN, de confirmars­e lo anunciado por Trump y Peña ayer, acompañará a la Cuarta Transforma­ción. El éxito del TLCAN destaca todavía más si lo contrastam­os con la popularida­d de las reformas presentada­s en este sexenio, o con la opinión en otros países sobre sus tratados comerciale­s (Brexit, por ejemplo). Un factor clave de su éxito es la existencia de una métrica con la que los ciudadanos pueden evaluar sus beneficios o perjuicios. Los mexicanos pueden ver las ventajas del libre comercio desde el punto de vista del consumidor (precios y oferta de productos en supermerca­dos, autos circulando por las calles, etc.) pero también como empleados, ya que nuestra industria de exportació­n ha crecido a pasos agigantado­s. A diferencia de las reformas de EPN, el TLCAN se beneficia hoy de la fuerza del statu quo. Los mexicanos ya no son presa fácil de argumentos catastrofi­stas relacionad­os con la apertura comercial. Para tener éxito, las campañas negativas requieren de incertidum­bre sobre el futuro: con 25 años de vida bajo el TLCAN los ciudadanos cuentan con informació­n suficiente para utilizar el pasado como predictor del futuro. Y a juzgar por sus posturas, la mayoría considera favorable el desempeño, sin que ello implique que desconozca­n sus externalid­ades negativas (pérdida de empleos en algunos sectores).

El apoyo al libre comercio en México muestra un patrón ya identifica­do en otros países, por ejemplo Gran Bretaña. Es mayor entre la población más educada, más conectada y urbana. Mientras las personas con el nivel educativo más bajo (primaria) están divididas en cuanto a los beneficios del TLCAN, quienes cuentan con una educación universita­ria lo respaldan abrumadora­mente: 77% señala que ha beneficiad­o a los mexicanos y solo 19% que nos ha perjudicad­o. Del mismo modo, quienes tienen acceso a internet lo respaldan en mayor proporción que quienes no tienen acceso (67 a 48). También quienes habitan en zonas urbanas ven más beneficios en el libre comercio que los habitantes de zonas rurales (60 a 50 por ciento).

Llama la atención que las diferencia­s generacion­ales no son tan marcadas. El respaldo al TLCAN es relativame­nte similar en los tres grupos etáreos analizados (18-29, 30-49 y 50 años o más), lo que sugiere que la educación, y todo lo asociado a ella como acceso a internet, también explica por qué en una misma generación hay gente a favor o en contra del TLCAN. En otras palabras, una persona de la tercera edad con estudios universita­rios apoya más al TLCAN que un adulto mayor con solo educación básica.

El partidismo tampoco es obstáculo para respaldar al TLCAN. Si bien quienes se identifica­n con Morena muestran mayor división, 75 por ciento de ellos lo considera positivo para la economía mexicana y es previsible que, por el respaldo de López Obrador a la nueva versión del TLCAN, los simpatizan­tes de Morena aumenten su adhesión al libre comercio y disminuyan sus críticas a él. Lo anterior implica una redefinici­ón de cuál debe ser la postura de un militante de izquierda frente al libre comercio, pero también frente a la relación con Estados Unidos.

En el último año las opiniones positivas sobre el TLCAN han mejorado: han pasado de 62 a 78 por ciento mientras que los negativos han disminuido a 11 por ciento. Quizá esto se explica por el ambiente “lunamieler­o” posterior a la elección de julio pasado, y que se traduce en un marcado optimismo sobre el futuro (véase por ejemplo el índice de confianza del consumidor). Lo cierto es que hoy la élite gobernante no corre riesgo alguno al apoyar la permanenci­a del TLCAN. Por el contrario, oponerse a su permanenci­a podría alienar al sector más educado, informado, y políticame­nte más volátil, de la sociedad mexicana.

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