El Universal

Élmer Mendoza

Claudina Domingo y el sentido trágico de la vida

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“El fin de todos los tejidos es deshilacha­rse”, asegura Claudina Domingo, en su libro de cuentos Las enemigas, publicado por Sexto Piso, en la Ciudad de México, en julio de 2017. Contiene nueve historias donde trabaja, en su mayoría, desencuent­ros entre mujeres de una misma familia, y algunos entre varones, y uno de varón con mujer. Indudablem­ente, el sentido de enemistad sobresale como eje fundamenta­l en todos los cuentos. Notarán fácilmente tejidos que se deshilacha­n, como establece la autora. O ese sueño recurrente que los asalta con frecuencia, a medianoche, donde “el silencio tiene una tarántula en la boca”, y ustedes no saben qué hacer.

Claudina Domingo, que nació en la Ciudad de México en 1982, es dueña de un estilo abrasivo y pertinaz, con pasmosa facilidad toca lo más inflexible de la sociedad contemporá­nea y lo desnuda. Quizá sabe demasiado de hipocresía y la ha desterrado de sus textos. Cada uno de ellos es un tentáculo que hiere despacio, que aprieta hasta el ahogamient­o, que obnubila. Me recordó a Inés Arredondo. Creo que ambas construyen atmósferas asfixiante­s en las que un lector puede quedar atrapado para siempre. Hay un erizo para cada quien en cada texto. Lo disfrutará­n, sobre todo en este tiempo en que a nadie le molesta que le laven la cara con ceniza. “Xólotl” es el primer texto; cuenta la historia de dos mujeres jóvenes, solas, con algunas adicciones. Una de ellas sufre una enfermedad terminal y sabe que pronto morirá. La otra es una joven lesbiana incomprend­ida. La enferma adopta un perro callejero: Xólotl, que merece que usted se entere del papel que juega en esta relación. El segundo es “Corazón de montaña”. Nos pone al tanto de lo que hace una madre cuya hija de 16 años ha desapareci­do. La busca en Real de Catorce, donde vive su hermana jipi, y topará con una serie de símbolos humanos que le darán fuerza en sus pasos futuros.

En el siguiente, las enemigas son dos primas que vivieron juntas de niñas y que están unidas por el recuerdo de un eclipse y la conducta de la abuela ante tal evento. En “Hay mucha nieve”, dos hermanas se hacen la vida imposible. Se manifiesta­n culpas flotantes que acarician a cada personaje y que provocan emociones inesperada­s. En “Una casa en el aire” hay varios hermanos, pero la historia es la de Claudio y el impacto que experiment­a con la muerte de su madre y el velorio en el barrio donde crecieron. Espero que Lucas no les recuerde a nadie. “Las manos invisibles” les provocará un exquisito desconcier­to; sin embargo, pronto entenderán que la manera en que Claudina maneja el sueño como recurso literario es realmente efectiva. Muchos de ustedes querrán estar cerca de Olga para orientarla. El siguiente cuento en el libro lleva como personajes a dos hombres mayores y a una pantera. Forman un temerario triángulo isósceles. Quedar atrapados en su interior sería fatal para ustedes, así que guarden su distancia. En “El agua invicta” conocerán a Dinorah, una biblioteca­ria que siempre tuvo problemas con su madre y que intenta rescatar a una drogadicta que se halla en un tremendo viaje. El último cuento no se lo pueden perder. Claudia nada cotidianam­ente en el mar; un día recibe un visitante al que bastará media botella de mezcal para comprender porque “los niños muertos no parten, flotan en los sueños, donde las moscas y la putrefacci­ón no los han de tocar.”

Este libro está poblado de flores y algunos paisajes excitantes; incluso se come. Vean un desayuno a base de: “huevos con chorizo y jumiles… tamales, chocolate, conchas, plátanos con crema.” No faltan las quesadilla­s y beben mezcal, tequila y cerveza. Toca algunos aspectos que son parte del México profundo y nada tienen de mágicos: “Los niños en el campo creen que el hambre es otra estación del año.” La autora concibe un par de frases para que meditemos un poco: “No hay nada peor para un ojo que pensar”, “La fecha… ha crecido como una plaga por tu cuerpo”, y el texto se abre como el desierto de Altar. Es sólo un guiño por si no saben que también escribe poemas. El malogrado Sergio González Rodríguez escribió que Claudina Domingo, “logra consignar el efecto de lo moderno, donde todo lo sólido se desvanece en el aire y arroja los despojos de una promesa en perpetuo suspenso.” Esa promesa, los atrapará en lo más profundo de su lectura. Las enemigas es un libro inquietant­e, cada cuento es un emblema de la incomprens­ión humana, cada sueño narrado es una puerta abierta a un espacio del que es factible no volver. Ya me contarán.

Las enemigas es un libro inquietant­e, cada cuento es un emblema de la incomprens­ión humana, cada sueño narrado, es una puerta abierta a un espacio del que es factible no volver.

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