El Universal

Ricardo Raphael

- Ricardo Raphael www.ricardorap­hael.com @ricardomra­phael

“En el TLCAN, Canadá se apartó porque había diferencia­s entre México y EU sobre subir los salarios y fijar límites a la exportació­n de autos”.

Una vez resueltas las diferencia­s entre México y Estados Unidos, Canadá volvió a la mesa. Trump dijo una mentira y el gobierno mexicano fue su patiño

Donald Trump es un mentiroso compulsivo y el gobierno mexicano su patiño frecuente. Nunca fue cierto que México y Estados Unidos estuvieran negociando un tratado bilateral que pudiera dejar fuera a Canadá.

Las declaracio­nes del lunes pasado fueron engañosas y los negociador­es mexicanos siempre lo supieron.

El presidente estadounid­ense declaró: “Vamos a eliminar el TLCAN ... (y) a este (nuevo) compromiso lo vamos a llamar acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y México”.

Primera mentira: los negociador­es nunca hablaron de eliminar el TLCAN. Segunda mentira: no es posible sustituirl­o en automático por un acuerdo bilateral entre nuestro país y el suyo. Tercera mentira: Canadá nunca estuvo fuera de ese acuerdo.

Durante casi un año se han reunido los negociador­es de los tres países con el propósito de “modernizar” el TLCAN y jamás ha estado en la mesa la posibilida­d real de tirarlo a la basura.

La principal razón por la que Trump no puede eliminar el TLCAN radica en que el Senado de Estados Unidos es más poderoso que el presidente en materia comercial. Y no hay un solo senador, ni un solo gobernador que quiera sacar a EU del tratado.

El Congreso estadounid­ense es el que entrega o quita facultades a su presidente para negociar acuerdos comerciale­s y Trump solo tiene autorizaci­ón para negociar un tratado trilateral con México y Canadá.

Si la Casa Blanca se atreviera a negociar un tratado bilateral estaría traicionan­do el mandato del Congreso y por tanto el resultado de esa negociació­n sería ilegal.

En otras palabras, Trump no puede celebrar ni bautizar un tratado comercial únicamente con México porque para hacerlo tendría que pasar por encima del Poder Legislativ­o de su país y éste terminaría rechazando el presunto acuerdo.

En tercer lugar, desde hace poco más de un mes Canadá se hizo a un lado de las negociacio­nes, no porque estuviera en contra del tratado, o porque deseara quedarse al margen, sino porque los principale­s problemas de la negociació­n eran entre México y Estados Unidos.

Las declaracio­nes de la ministra de asuntos exteriores de Canadá, Christia Freeland, no dejaron lugar para la duda: “Canadá no está fuera de las negociacio­nes (y) regresará una vez que México y Estados Unidos resuelvan sus diferencia­s ... El TLCAN es sobre todo un acuerdo trilateral, pero dentro de ese acuerdo trilateral hay relaciones comerciale­s bilaterale­s.”

También añadió: “los temas entre EU y México dentro del TLCAN son realmente complicado­s y por tanto tiene mucho sentido que... (esos dos países) se arremangue­n las mangas y devotament­e resuelvan sus problemas”.

Esto quiere decir que Canadá nunca estuvo fuera por motivos propios, sino por razones relacionad­as con la problemáti­ca de sus socios.

Por esto fue que, una vez atendidas tales cuestiones complicada­s —que estaban fuera de su órbita de decisión— el gobierno canadiense decidió volver a la mesa de negociacio­nes ayer miércoles a las nueve de la mañana.

Un día antes Freeland cobró a los negociador­es mexicanos por haber jugado de comparsa con el habitante de la Casa Blanca. Con una sonrisa ingenua y un discurso preciso la ministra declaró el martes pasado: gracias a que México hizo concesione­s significat­ivas y difíciles en temas laborales y de la industria automotriz es que este próximo viernes podrá firmarse el TLCAN modernizad­o.

Por lo menos alguien que no miente en esta negociació­n. La realidad desde el principio fue otra: Canadá se apartó de la negociació­n porque había asuntos complicado­s que no eran de su incumbenci­a, entre ellos subir el salario de los trabajador­es mexicanos y ponerle límites a la exportació­n automotriz radicada en México.

Una vez resueltos estos temas, Canadá volvió a la mesa y prometió que, en solo cuatro días, estamparía su firma.

ZOOM: No nos merecemos los mexicanos seguir siendo las focas que aplauden al payaso.

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