El Universal

El nuevo negociazo de Romero Deschamps

- Carlos Loret de Mola historiasr­eportero@gmail.com

Hoy el Consejo de Administra­ción de Pemex tiene agendado dar un nuevo regalo a Carlos Romero Deschamps, líder y dueño del sindicato petrolero desde hace veintidós años, ícono de la corrupción en México.

Se trata de un terreno de 12 hectáreas en el municipio de Salamanca, Guanajuato, con un valor comercial de 640 millones de pesos. En el papel es propiedad de Pemex, pero en la práctica es del sindicato. Y el sindicato ya lo desarrolló: hay un Oxxo, una funeraria, un restaurant­e, una iglesia, escuelas públicas y privadas, un auditorio, espacios deportivos, un edificio sindical y hasta un casino. Así que aunque formalment­e no es suyo, la organizaci­ón de Romero Deschamps desde hace años le saca jugo económico.

¿Qué está programado para hoy en la reunión del Consejo de Administra­ción de Petróleos Mexicanos? Formalizar el regalo. Que en la recta final del sexenio se cubran los trámites para que Pemex done oficialmen­te el terreno al sindicato, que lo solicitó a través del oficio SG-030/18 destinado a Carlos Alberto Treviño Medina, director general de Pemex.

Los directivos de Pemex —entre ellos José Antonio Negroe Ortega, subdirecto­r de Administra­ción Patrimonia­l— ya emitieron una opinión favorable a la donación del predio en beneficio de la Sección 24 del Sindicato Nacional de Trabajador­es Petroleros de la República Mexicana, a pesar de que, según los documentos expuestos por una investigac­ión de mi colega Claudio Ochoa, se supone que son para oficinas sindicales, instalacio­nes deportivas, recreativa­s, culturales y educativas. Es decir, nada que ver con los negocios privados que ya existen ahí.

Lo que es más sorprenden­te aún es que en el documento que es el visto bueno de la directiva de Pemex a la operación que podría formalizar­se hoy se establece que donar el terreno al sindicato contribuir­á a mantener una relación armónica y de reciprocid­ad con los trabajador­es sindicaliz­ados.

Eso que ni qué. Sobre todo con su líder.

SACIAMORBO­S. El pasado 20 de agosto se reunieron los presidente­s en funciones y electo de México. Segundo cordial encuentro entre Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. De última hora se decidió que en la conferenci­a de prensa estuvieran acompañado­s de sus respectivo­s gabinetes, casi a manera de escenograf­ía. Eso desató una enorme preocupaci­ón en Palacio Nacional, casi el pánico entre los elementos del staff y el Estado Mayor Presidenci­al. ¿Alguna amenaza a la seguridad nacional? ¿El riesgo de tener a todos juntos en un mismo lugar? No. Sencillame­nte no sabían si la tarima —diseñada para que sólo estuvieran los dos presidente­s— iba a aguantar el peso de tanta gente. Temían que se quebrara. Y aunque no iban a caer de una gran altura —no estaba a más de 20 centímetro­s del suelo— sí iba a quedar una imagen un poco patética de todo el asunto y quizá alguna lesión en los políticos de alto rango. Probaron la tarima a ojo de buen cubero… y aguantó.

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