El Universal

Desaparici­ones forzadas, 77% en cinco entidades

• Suman mil 394 víctimas en todo el país: CEAV • Guerrero encabeza el listado con 500 casos

- FERNANDO MIRANDA Y JUAN CARLOS ZAVALA Reporteros —estados@eluniversa­l.com.mx Con informació­n de los correspons­ales

“Antes de la Ley General en Materia de Desaparici­ones Forzadas (...) todas éstas quedaban en la impunidad, aun cuando se detuviera a los responsabl­es, porque el delito no estaba tipificado”

“Lo que pasaba era que mientras no se contara con el cuerpo no se podía iniciar una indagatori­a ni por privación ilegal de la libertad” EMMANUEL CABRERA RODRÍGUEZ Titular de la UEDF de Oaxaca

Cinco entidades de la República concentran 77% de las víctimas de desaparici­ón forzada que contabiliz­a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV).

Según el Registro Nacional de Víctimas, hasta el 30 de julio, además de los 2 mil 795 víctimas de desaparici­ón, a nivel nacional, existen otras mil 394, entre directas e indirectas, de desaparici­ones cometidas por algún servidor público o el Estado; 456 más en comparació­n con las 938 que se acumulaban hasta 2017. Del total, 768 son hombres y 626 mujeres.

Guerrero encabeza a nivel nacional las entidades donde se reportan más casos, con 500 registros. En segundo lugar se ubica Veracruz, con 278, seguido de Sinaloa con 130; Tamaulipas con 107, y Zacatecas con 61 víctimas. Otros estados con este delito son Coahuila, con 36 registros; Nuevo León, con 27; Jalisco, con 22; CDMX, 24 y Chihuahua, con 27.

Las cifras de la CEAV, que se contabiliz­an desde 2014, contrastan con las carpetas de investigac­ión abiertas en procuradur­ías y fiscalías locales, donde no se persigue este delito a pesar de que desde enero entró en vigor la Ley General en Materia de Desaparici­ones Forzadas y Desaparici­ones Cometidas por Particular­es.

De los cinco estados que lideran el registro de la CEAV, Tamaulipas y Sinaloa no tipifican la desaparici­ón forzada y los casos se indagan como privación de la libertad. Por esa razón ambas entidades no reportan ninguna carpeta abierta pese a figurar entre las entidades con más víctimas.

En el caso de Veracruz y Zacatecas, donde sí existen carpetas de investigac­ión, las cifras difieren del registro. Mientras la CEAV ubica a Veracruz como el segundo estado con más víctimas, directas e indirectas, (278), la fiscalía estatal, entre 2010 y 2017 ha abierto 160 indagatori­as, 58 de ellas se llevan a nivel federal.

Según un recuento de EL UNIVERSAL, con 50 procesados, Veracruz es la entidad que tiene mayor número de detenidos por este delito, entre ellos se incluye al ex secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez; al ex fiscal general, Luis Ángel Bravo, y a una veintena de mandos policiales medios.

En Zacatecas, según los reportes anuales de denuncias presentada­s ante el Ministerio Público, desde 2012 hasta el cierre de julio se han presentado ocho casos.

Urgen coordinaci­ón. Que tras entrar en vigor la ley general en materia de desaparici­ón las entidades aún no tipifiquen este delito muestra la urgencia de una coordinaci­ón entre la Federación y las entidades, considera Jaime Rochín del Rincón, comisionad­o ejecutivo de la CEAV.

Para el comisionad­o, la atención a las víctimas de desaparici­ón y desaparici­ón forzada debe atenderse a través de una política conjunta, por lo que urge a las entidades y a las autoridade­s federales competente­s a asumir sus responsabi­lidades.

Lo anterior, dado que con la creación de la ley general se obliga a los estados a indagar dos clases de delitos: la desaparici­ón forzada y la desaparici­ón ejecutada por particular­es. A pesar de ello, sólo cuatro estados han reportado la captura de al menos un presunto responsabl­e del delito de desaparici­ón cometida por particular­es. Estas entidades son Veracruz, Michoacán, Oaxaca y Nayarit.

Según Emmanuel Cabrera Rodríguez, titular de la Unidad Especializ­ada en Desaparici­ón Forzada (UEFD) de Oaxaca, antes de la ley general, todas estas desaparici­ones quedaban en la impunidad (...), pues el delito no estaba tipificado.

Lo anterior, explica, abrió camino al crimen organizado, que advirtió que era mejor no dejar rastro de las personas que asesinaban, pues no existía castigo para ello.

“Lo que pasaba antes de la ley es que mientras no contáramos con el cuerpo no se podía ni siquiera iniciar una investigac­ión por secuestro, ni por privación ilegal de la libertad, ni tampoco por homicidio; entonces los presuntos responsabl­es quedaban en libertad. Con la ley, todo eso se cubre”.

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