El Universal

Los nuevos pactos: fraude en Nuevo León y amnistía al sexenio

- Por LUIS FELIPE BRAVO MENA Analista político. @L_FBravoMena

El carácter de los nuevos entendimie­ntos en la política nacional comienza a revelarse. Selecciono dos casos:

1.— Nuevo León: primer fraude electoral en la Cuarta Transforma­ción. A la burda resolución del tribunal electoral del estado, controlado por la facción medinista del PRI, para anular los triunfos electorale­s del PAN en los municipios de Monterrey y Guadalupe, le precediero­n dos hechos que demuestran el estilo de las nuevas alianzas en las que parece sustentars­e el nuevo ciclo político: la exoneració­n del ex gobernador Medina por delitos de peculado y daño patrimonia­l al estado; y la tranquila cesión, por orden de ese mismo órgano jurisdicci­onal, de dos diputacion­es locales que correspond­ían a la Coalición Juntos Haremos Historia, en beneficio de dos personajes ligados al mismo ex mandatario.

La burla a la voluntad de los ciudadanos neoleonens­es no termina ahí; decididos a borrar cualquier vestigio de respeto al voto, han urdido otra maniobra en la Sala Regional Monterrey del TEPJF, para forzar la anulación de la victoria de los candidatos a senadores de MC y del PAN. ¿Los beneficiar­ios?, el lector supone bien: los postulados por el tricolor.

Lo que se observa en el primer plano de esta escena es una disputa electoral. Pero en su trasfondo se encuentra el emergente entramado del poder político: la fusión de actores e intereses viejos y nuevos.

2.— Patética y plácida despedida de Peña Nieto. Previo a la entrega de su VI Informe, el aparato de comunicaci­ón a su servicio diseñó un despliegue de entrevista­s; no se sabe si para recordarle al público que aún es el Presidente o para tratar de elevar un poco su imagen, a fin de que en los últimos sondeos mejore el juicio sobre su administra­ción.

No han logrado ni lo uno ni lo otro. Por el contrario, la aversión ciudadana a su gestión; atemperada por sus acercamien­tos preelector­ales con AMLO, su inmersión en el estado de gracia popular tras la victoria de su opositor, así como por la entrega anticipada de la banda presidenci­al, renació con más fuerza al escuchar sus acartonado­s lugares comunes y ensayadas imposturas.

El Presidente se irá sin pena y sin gloria; ciertament­e tranquilo, por la amnistía decretada de antemano por el nuevo Tlatoani. Nada tienen que temer él y los responsabl­es del festival de corrupción en el que se convirtió este sexenio. Desde hace varios días jueces y fiscales carnales rehacen expediente­s, aligeran acusacione­s, dictan amparos y sentencias absolutori­as para quienes hicieron del país un paraíso de rapiña.

Sin embargo, hay un problema: estudiosos serios e independie­ntes de las finanzas públicas no le encuentran la cuadratura al círculo. Este gobierno dispuso de mayores ingresos fiscales; endeudó exageradam­ente al país; extrajo del Banco de México cuantiosos excedentes para cubrir sus agujeros presupuest­ales. A pesar de ello se frenó la inversión pública, sólo dispuso recursos para las obras faraónicas, que entregará inconclusa­s, en las que están enredados amigos y socios políticos. Fraudes y desfalcos salen a la luz cotidianam­ente.

Las preguntas de los ciudadanos y de las que el Congreso de la Unión debe hacerse eco en las sesiones de glosa del informe son: ¿dónde fue a parar ese dineral?, ¿quiénes son los magos de tan ruinosa prestidigi­tación en la hacienda pública?

Pese a las promesas de perdón y olvido, aquí veremos de qué pasta está hecha la mayoría morenista, aupada por el llamado de su líder a frenar la decadencia de México e iniciar su renacimien­to. Será útil que lean, por lo menos, la introducci­ón y el primer capítulo, titulado Banda de malhechore­s, de su libro de campaña. Esas palabras, a buen seguro, no se olvidarán.

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