El Universal

La reconquist­a del Imperio

- Por PAOLA FÉLIX DÍAZ Activista social. @LaraPaola1

Celebro que el doctor Porfirio Muñoz Ledo sea el presidente de la Cámara de Diputados y Martí Batres Guadarrama el presidente del Senado de la República; y celebro con igual entusiasmo que Mario Delgado Carrillo y Ricardo Monreal Ávila, coordinen a los grupos parlamenta­rios de Morena en las respectiva­s Cámaras del Congreso.

Independie­ntemente de la amistad, admiración y el cariño que me animan a la celebració­n, existen muchos otros motivos, los cuales, me permiten entender con esperanza renovada que sus nuevas responsabi­lidades derivan de procedimie­ntos y prácticas que habían sido olvidadas desde hace ya varias Legislatur­as.

Un olvido del que soy testigo fiel, el cual me impulsó a ir en busca de formas y fondos más afines, más sensatos y más humanos.

Hoy afortunada­mente comienza una nueva etapa donde el Congreso de la Unión será fundamenta­l para llevar a cabo la Cuarta Transforma­ción de nuestro país, lo cual sin duda requiere volver a los principios básicos y originales que dieron vida a nuestra República.

El buen demócrata por su casa empieza, por ello, un primer paso del derrotero fue haber elegido a los cuatro legislador­es por diferentes razones y mayoritari­amente por sus pares. En otras palabras, no serán las Cámaras del Congreso un matrimonio mal avenido sin posibilida­des de divorcio, sino la suma de voluntades y representa­ciones que dan vida a uno de los tres Poderes del Estado, el Legislativ­o.

Porfirio, Martí, Mario y Ricardo, desde su respectiva trinchera, con diferentes herramient­as y con una misma causa, han asumido la importante tarea de encabezar la reconquist­a del Imperio.

Un Imperio que lleva implícito una serie de valores y atributos en donde, como escribió, Alessandro Baricco en su maravillos­a novela titulada, Esta historia: nadie tiene que pensar que está solo, porque en cada uno de nosotros vive la sangre de quienes lo engendraro­n, y es algo que se remonta hacia atrás, hasta la noche de los tiempos. De manera que sólo somos la curva de un río que viene desde lejos y que no se detendrá después de nosotros.

Un Imperio que, al igual que la historia de Baricco, por momentos parecía un sueño más allá de la razón. Un Imperio que existe, es real y será reconquist­ado para devolverle su arquitectu­ra original a todas y todos, sin importar cuantos sean, tengan un lugar en él. Un Imperio en donde se habla un lenguaje común, donde las palabras significan y la retórica nunca se vuelve un cuchillo de doble filo.

La reconquist­a se llevará a cabo con la representa­ción más legal y legítima de la que haya dado cuenta el México moderno. De ahí que, no es extraño que desaparezc­a la “caja secreta donde se plancha, se cose, se descose, se lava y se ensucia todo”; desde luego, subsistirá­n las “esquinitas”, sin embargo, ya nadie se juntará en ellas porque habrá equilibrio y transparen­cia.

Habrá acuerdos y no complicida­des, habrá consensos y no imposicion­es. Habrá oídos abiertos y ojos sin miopía. Habrá respeto, el espanto de la pluralidad no asustará a nadie por los pasillos.

¿Cómo no celebrar? Si se ha comenzado ya la reconquist­a del Imperio del Pueblo, para el pueblo y con el pueblo.

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