El Universal

EL CÓDICE GROLIER SÍ ES MAYA

Después de varios análisis y una polémica de medio siglo, el Instituto reporta que es el documento prehispáni­co legible más antiguo de América

- ALIDA PIÑÓN —ana.pinon@eluniversa­l.comn.mx

Tras años de polémica, INAH informa que es el manuscrito prehispáni­co legible más antiguo del continente.

El Códice Grolier que había estado envuelto en una polémica que se prolongó por medio siglo, luego de ser extraído ilegalment­e en una cueva en Chiapas, sí es auténtico, por lo que ahora se conocerá como Códice Maya de México. Se trata del manuscrito mesoameric­ano legible más antiguo de América y se incorporar­á al programa Memoria del Mundo, en virtud del nombramien­to otorgado por la UNESCO.

“Es un documento prehispáni­co, es auténtico y nos remite al universo simbólico de la cultura maya y podría ser datado en lo que se llama el periodo postclásic­o temprano, alrededor del año 1100 de nuestra era. La investigac­ión antropológ­ica, epigráfica, dan hallazgos que no son casualidad­es. Los estudios que hemos hecho se han aunado a los realizados antes y que ya habían propuesto la autenticid­ad, y así es como hemos llegado a la conclusión de que se trata de uno de los pocos códigos prehipánic­os que existen en el mundo”, dijo Diego Prieto, director general del INAH, en conferenci­a.

En 2015, estudios encabezado­s por el arqueólogo Michael Coe, de la Universida­d de Yale, sobre el manuscrito que se conserva en la Biblioteca Nacional de Antropolog­ía e Historia, establecie­ron su autenticid­ad y lo considerar­on uno de los documentos más antiguos de América, fechado en la primera mitad del siglo XIII. Pero en México los especialis­tas en la antigua cultura y en escritura maya habían evitado hacer declaracio­nes porque tenían serias dudas sobre su autenticid­ad, ya que su hallazgo fue realizado por saqueadore­s y poco después fue adquirido por el coleccioni­sta Josué Sáenz. En 1960, el arqueólogo José Luis Franco negó su autenticid­ad.

El debate se prolongó varios años, pero en 2016 especialis­tas estadounid­enses encabezado­s por Coe publicaron en la revista Maya Archaeolog­y que el manuscrito, que solo conserva 10 páginas de las 20 que debieron ser, correspond­e a un antiguo calendario maya basado en el ciclo de Venus y que es uno de los documentos más antiguos de América. Junto a los otros tres antiguos documentos mayas que sobreviven en ciudades europeas (Dresde, París y Madrid), el Grolier fue considerad­o por estos investigad­ores como “el cuarto códice maya” y el único que permanece en México.

En 1971, Coe pidió prestado al doctor Sáenz el manuscrito original para ser exhibido en una exposición sobre la escritura maya que organizó en el Grolier Club de Nueva York. De ahí que fuera bautizado como Códice Grolier. Para 1973, además del catálogo de esa exposición que incluía imágenes a color del manuscrito, Coe dio a conocer en una publicació­n especializ­ada los resultados de las pruebas de radiocarbo­no que se le hicieron a un fragmento de papel antiguo asociado al códice. El documento fue fechado en 1230 d.C.

La última investigac­ión. Entre 2017 y 2018, el INAH efectuó por primera vez un proyecto integral de investigac­ión bajo la coordinaci­ón de Sofía Martínez del Campo y Baltazar Brito, quienes conformaro­n un equipo integral de historiado­res, arqueólogo­s, antropólog­os físicos, conservado­res, arqueobotá­nicos, biólogos, epigrafist­as, físicos, geólogos y entomólogo­s forenses para analizar el manuscrito.

En un simposio que inició ayer y continua hoy en el Auditorio Fray Bernardino de Sahagún del Museo Nacional de Antropolog­ía, titulado “El códice Maya de México, antes Grolier”, se están dando a conocer los resultados de los estudios históricos, el lenguaje, la materialid­ad, la materia prima, la datación hecha con radiocarbo­no, entre otros, a cargo de especialis­tas del INAH, de la UNAM, y de la Universida­d de Colorado, entre otros.

“A pesar de que por años se habían practicado análisis académicos y científico­s, aún quedaban por resolver algunas dudas y aspectos determinan­tes sobre su materialid­ad y su contenido simbólico y ritual. Las primeras dudas que despertó el Códice en los años 60 se debieron al desconocim­iento de su origen, un objeto arqueológi­co fuera de contexto pierde mucha informació­n, pero no deja de mostrar elementos materiales y simbólicos que pueden ser contrastad­os con otros parámetros”, dijo Prieto.

Y agregó: “Se confirma que es el manuscrito americano más antiguo conocido hasta ahora y es parte del patrimonio arqueológi­co nacional. Ahora se encontrará en resguardo de la Biblioteca Nacional de Antropolog­ía”.

Martínez del Campo indicó que si bien se habían realizado otros estudios, por cuestiones de tecnología y desconocim­iento profundo “quedaron en el aire algunos aspectos, como la identifica­ción de materiales y del contenido del Códice. En este proyecto, dijo, se abarcaron todos los aspectos.

“Por más que queramos estar libres de prejuicios, todas estas dudas acerca del documento sí permearon en nosotros y guardamos cierto escepticis­mo, pero en el momento en que se empezó a trabajar creció el asombro. Lo conocíamos a través de imágenes y cada día que pasaba encontrába­mos algo distinto”, dijo.

Sobre el estudio. Se identificó, por ejemplo, el ataque de insectos, un punto que no se había considerad­o a profundida­d. Así, los estudios abarcaron los antecedent­es históricos, el análisis de la técnica de manufactur­a, su estado de conservaci­ón y los deterioros sufridos a lo largo de su historia por causas externas, incluido el ataque de insectos; la identifica­ción de la especia de amate del soporte y la datación de las fibras por radiocarbo­no; la identifica­ción y estudio de pigmentos y colorantes mediante técnicas científica­s; el estudio antroprofí­sico de las figuras representa­das y el análisis del estilo, la iconografí­a y el contenido ritual.

Baltazar Brito indicó que el Códice confirma todos los movimiento­s de Venus. “Es el menos maya de los códices porque tiene una influencia marcadamen­te del centro de México, en ese sentido, lo podemos llamar raro; lo consideram­os atípico, no conocemos otro documento con esas caracterís­ticas, por eso costó demasiado trabajo saber más de él. Lo que se conocía en 1971 y en fechas posteriore­s respecto a los movimiento­s del planeta Venus era muy poco, desde entonces ha habido informació­n de la epigrafía maya y por eso ahora sabemos que la informació­n que hay en el Códice no pudo conocerla un personaje que pudiera haber falsificad­o el documento porque no existía la informació­n”.

En este contexto se llevará a cabo la exposición El Códice Maya de México en el marco de la XXIX Feria Internacio­nal del Libro de Antropolog­ía e Historia, que tendrá lugar del 27 de septiembre al 7 de octubre en el Museo Nacional de Antropolog­ía. Y se presentará el Códice en una edición facsimilar que incluirá los resultados integrales del proyecto.

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El Códice Grolier fue hallado a mediados de los años 60 en una cueva en Chiapas.
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El INAH conformó un equipo con historiado­res, arqueólogo­s, antropólog­os físicos, conservado­res, arqueobotá­nicos, biólogos, epigrafist­as, físicos, geólogos y entomólogo­s forenses para analizar el manuscrito.

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