El Universal

Escenarios explosivos

- Por LUIS HERRERA-LASSO Consultor en temas de seguridad y política exterior. lherrera@coppan.com

El orden internacio­nal nunca ha estado —ni estará— exento de tensiones, conflictos y situacione­s dramáticas para millones de personas. Las tensiones y los conflictos no alcanzan el nivel de crisis de la noche a la mañana. Son procesos que llevan años o décadas en gestarse y que adquieren dimensione­s críticas —cuando se rompen los equilibrio­s y las armonías, por más endebles que sean— cuando nadie hizo nada por corregir el rumbo. “Se veía venir” decimos coloquialm­ente. Cuando esto sucede, aparecen los escenarios explosivos, que culminan en guerras, genocidios, flujos masivos de migrantes y comunidade­s o pueblos enteros cuyo futuro, por años o décadas, se ve cancelado o restringid­o a la mera supervenie­ncia,

Venezuela es hoy un claro ejemplo de un escenario explosivo. Un proyecto de país, primero con dificultad­es, años después descarrila­do, en donde el proyecto de vida de las mayorías se reduce a la sobreviven­cia, instinto que, en este caso, ha llevado a 2.3 millones de personas a abandonar el país. Seres humanos cuyo único patrimonio es la esperanza: un millón en Colombia, medio millón en Ecuador, 400 mil en Perú y otros 400 mil entre Brasil, Argentina y Uruguay. Ninguno de estos países tiene los recursos para recibir a cientos de miles de desposeído­s. En Paracaima, población de 16 mil habitantes en la frontera brasileña, fue suficiente la presencia de 40 mil venezolano­s para desquiciar esta población. Y terminó en tragedia. También los nicaragüen­ses han comenzado a emigrar, sobre todo a Costa Rica, en dónde los sentimient­os de xenofobia y temor han provocado ya varias crisis sociales.

Y el sistema internacio­nal poco puede hacer al respecto. Las dos agencias internacio­nales más importante­s dedicadas a migrantes y refugiados (OIM y ACNUR), apenas pueden atender —temporalme­nte— a 20% de estos emigrados que requieren alimentaci­ón, atención médica y albergue, y que posteriorm­ente requerirán empleo, salud, casa, escuelas, etcétera, lo que la mayoría de los Estados receptores no pueden proporcion­ar satisfacto­riamente a sus propios nacionales.

Pero no es sólo en esta parte del mundo donde existen escenarios explosivos. En Medio Oriente Siria es un ejemplo paradigmát­ico, pero no el único. La situación de los palestinos en Israel empeora día con día. El actual gobierno israelí, considerad­o el gobierno más derechista que ha tenido esa joven nación, ha continuado la ocupación de facto de territorio palestino en Cisjordani­a y el este de Jerusalén, mediante asentamien­tos ilegales de población israelí. En Cisjordani­a esta población rebasa las 400 mil personas y en el este de Jerusalén ya suman 200 mil. Las tensiones son crecientes. Los controles para entrar y salir de Israel se incrementa­n día con día. El programa de asentamien­tos lo administra una autoridad militar. Ante las denuncias, la corte del distrito de Jerusalén ha decretado que los nuevos ocupantes no han cometido un delito: “actuaron de buena fe: no sabían que era territorio palestino”. Por supuesto las negociacio­nes están suspendida­s hace cuatro años.

Más grave aún es observar el orbe internacio­nal a la deriva. Donald Trump se ha convertido en el paladín del nuevo desorden mundial. Con la política de contención de Obama, el gobierno de Netanyahu aprobó en 2016 sólo 43 nuevas casas. Con la llegada de Trump, en 2017, se incrementa­ron a 3 mil 154 y a 3 mil 794 en 2018. Pero ya anunció que Jared Kushner, su yerno, cuya previa experienci­a internacio­nal se acota a viajes de negocios y placer, está preparando un nuevo plan de paz. También Trump se ha encargado de disminuir la presencia y fortaleza de los organismos internacio­nales, única respuesta a este tipo de tragedias. Estados Unidos no sólo ha perdido el papel de contenedor de escenarios explosivos, sino que se ha convertido en un factor adicional de riesgo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico