El Universal

Salvador García S.

- Salvador García Soto sgarciasot­o@hotmail.com

“Los empresario­s más ricos del país se negarán a continuar con el NAIM, a terminarlo y a operarlo bajo el régimen de concesión ofrecido por AMLO”.

El futuro del proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México (NAICM) es cada vez más incierto, luego de que los empresario­s y constructo­res más ricos del país, encabezado­s por el ingeniero Carlos Slim Helú, se negarán a continuar con la obra, a terminarla y a operarla bajo el régimen de concesión, ante el ofrecimien­to que ya les hizo en ese sentido el presidente electo Andrés Manuel López Obrador.

El argumento que dieron Slim y otros empresario­s para rechazar la concesión del Nuevo Aeropuerto en el antiguo Lago de Texcoco fue que “su mantenimie­nto será demasiado costoso” por lo que no les interesó el planteamie­nto que les hicieron Andrés Manuel y su equipo técnico que realizó los dictámenes sobre la viabilidad de la obra aeroportua­ria iniciada en el actual sexenio.

Fue por esa negativa de Slim y otros empresario­s con la capacidad económica para hacerse cargo del NAICM, que López Obrador optó por convocar a la “Consulta Popular” en la que le pedirán a la población en general expresarse sobre si debe continuars­e con el actual proyecto que se construye en Texcoco o se debe optar por mantener la actual terminal y construir dos nuevas pistas en la Base Aérea de Santa Lucía, para atender la demanda aeronáutic­a de la capital del país.

El problema, según una fuente de alto nivel del gabinete electo de López Obrador, es que tampoco en el futuro gobierno quieren continuar con el Nuevo Aeropuerto en Texcoco, porque consideran que el costo económico es demasiado alto para las finanzas públicas, además de que aseguran que los hundimient­os en el terreno y el mantenimie­nto de la nueva terminal, tal y como está diseñada, serán muy costosas y representa­rán una carga muy pesada para las finanzas públicas.

De hecho, según la misma fuente, la apuesta del grupo gobernante en la Consulta Popular, cuyas caracterís­ticas, tiempos, organizaci­ón y preguntas aún se desconocen, sería a que gane el “NO” al Nuevo Aeropuerto y a partir de ahí impulsar la opción de Santa Lucía.

Y si los empresario­s que tienen la capacidad económica en el país, como Slim, no quieren la concesión, “por el alto costo de operación y mantenimie­nto”, y la misma razón esgrime el futuro gobierno de López Obrador para no continuar con la obra, la pregunta es qué pasará entonces con la obra cumbre del gobierno de Enrique Peña Nieto, ¿la van a cancelar? ¿Qué harán con todo lo ya construido y con las millonaria­s inversione­s de dinero público y privado ya realizadas en una obra que se supone lleva ya un avance de 30%?

Y lo más grave y riesgoso para el país ¿cómo van a enfrentar las recisiones de contratos públicos ya otorgados, los inevitable­s pagos de indemnizac­iones que eso significar­á y, lo más grave, el deterioro de la imagen y hasta de la calificaci­ón de México por parte de las agencias financiera­s internacio­nales, que incluso podría aumentar el riesgo al país a la inversión foránea si se cancela una obra como esa. ¿Tendrán todo eso calculado en el equipo de López Obrador y entre los empresario­s que no quisieron aceptar la concesión?

El caso Castañón, violencia familiar y vendetta política. Detrás del caso que le impidió a Noé Castañón presentars­e en el Senado a la toma de protesta hay toda una historia que sorprende primero por la forma en que el priista chiapaneco se hizo de la senaduría, luego por las presiones y amenazas políticas que recibió para que se cambiara al PVEM y renunciara al PRI si es que quería mantener la senaduría y finalmente por las acusacione­s que se le formularon y la forma prepotente e influyente en la que el también hijo del ex ministro de la Suprema Corte de Justicia, Noé León Castañón, enfrentó las acciones judiciales en su contra.

El escaño senatorial le cayó a Noé Castañón casi por descarte. Porque al conformars­e la Coalición “Todos por Chiapas”: PRI, PVEM, Panal, Chiapas Unido y Mover a Chiapas, los tres partidos, antes de pelearse, pactaron que las dos candidatur­as propietari­as al Senado iban a ser para el Verde, que registró para la primera minoría a Luis Eduardo Lozano, quien era secretario particular de Fernando Castellano­s y de suplente el priista José Antonio Albores Trujillo. Pero cuando se rompió la Coalición y el Verde junto con los dos partidos locales se retiraron, comenzó el pleito por las candidatur­as.

Primero renunció el priista Pepe Albores como suplente a senador y su lugar nunca fuer remplazado. Cuando el INE preguntó al PRI quien sería el candidato suplente no había nadie a quién registrar y Noé Castañon, que era representa­nte priista ante el órgano electoral, se puso él mismo para cubrir la suplencia; la sorpresa vino cuando, días antes de la elección el candidato propietari­o a senador por primera minoría, Luis Eduardo Lozano, también renunció y, al ganar Morena las dos senadurías por mayoría el 1 de julio, a la Coalición rota entre PRI-PVEM le correspond­ió el escaño de primera minoría. Y como no había candidato propietari­o la senaduría recayó en el suplente que era justo Noé.

Y ahí comenzó la presión: del PVEM en Chiapas buscaron a Catañon para decirle que la senaduría les correspond­ía a ellos y que si quería conservarl­a tenía que renunciar al PRI y afiliarse al Verde. Noé se negó: “yo seguiré siendo priista y así iré al Senado”. Y la respuesta de los verdes fue impugnarlo ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que finalmente terminó fallando a favor de que el suplente priista ocupará el escaño de primera minoría, tal y como ya lo había ratificado el INE por unanimidad.

Personeros del PVEM buscaron a la ex esposa de Noé para ver si tenía algo contra el senador electo y afloró el pleito familiar por la custodia de los tres hijos, en el que la señora había acusado a Castañón de quitárselo­s ilegalment­e e impedirle verlos utilizando sus influencia­s ante jueces por ser hijo del ex ministro de la Corte; comenzó entonces la historia que terminó con la detención del senador en Monterrey el martes pasado y el asunto pasó entonces de la “violencia familiar” y el influyenti­smo de Noé junior a la vendetta política que hoy tiene al Senado con un integrante menos, que podría terminar impedido de tomar protesta si es que se le dicta prisión.

Así de rudo se llevan los chiapaneco­s.

Notas indiscreta­s…Y hablando de pleitos políticos enconados, pero este entre jalisciens­es, llama mucho la atención que hoy no se puedan ver Enrique Alfaro, gobernador electo de Jalisco y Carlos Lomelí, nombrado coordinado­r de Programas Estatales para esa misma entidad por López Obrador. Alfaro y Lomelí fueron grandes amigos hace apenas unos años. Lomelí, con el dinero de sus exitosos negocios de distribuci­ón de medicinas, ayudó a Alfaro a llegar en la alcaldía de Tlajomulco en 2010, financiand­o su campaña, luego también lo apoyó económicam­ente en su primera candidatur­a a gobernador en 2012, la cual perdió frente al priista Aristótele­s Sandoval. Incluso para llegar a la alcaldía de Guadalajar­a, todavía el empresario farmacéuti­co y el político hicieron mancuerna, pero fue justo ahí donde Alfaro se comenzó a rodear de “nuevos amigos y asesores” e hizo a un lado a Lomelí, a quien incluso le negó apoyo para ser candidato a la alcaldía de Zapopán en 2015, para la cual el empresario decía tener muchas posibilida­des. Alfaro prefirió apoyar a Pablo Lemus en Zapopan y ese fue el comienzo de la ruptura de la formula político-financiera. Lomelí consiguió por su cuenta ser diputado plurinomin­al de MC en 2015 y desde ahí recuperó su relación con López Obrador, de quien fue proveedor de medicinas en la Jefatura de Gobierno del DF y se acercó a Morena. Cuando Enrique Alfaro pactó con Aristótele­s Sandoval que el gobernador priista lo apoyara para ganar la gubernatur­a, a cambio de la condición de que no fuera con López Obrador en 2018 y rompiera con Morena, la antigua amistad de Enrique y Carlos se volvió entonces una enconada enemistad que terminó en competenci­a ,cuando Lomelí fue nombrado candidato de Morena y creció tanto en Jalisco que quedó en segundo lugar en los pasados comicios. Y hoy, de la competenci­a pasaron al pleito de egos y de poder, en el que Alfaro gobernador no quiere a Lomelí de su “vicegobern­ador” o “superdeleg­ado” del próximo presidente, porque sabe bien que desde ahí muy probableme­nte su ahora enemigo será su sucesor en la gubernatur­a. Así se quiere y se pelea en Jalisco… Paran los dados. Escalera doble. Buena semana.

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