El Universal

¿Dónde están?

- Por ALEJANDRO ENCINAS RODRÍGUEZ Diputado electo al Congreso de la Ciudad de México

En su camino de salida de la Presidenci­a de la República, Enrique Peña Nieto —como lo ha hecho a lo largo de su gobierno—, tropieza una y otra vez.

Primero, a través de las entrevista­s promovidas con distintos medios, y de spots publicitar­ios a los que se ha reducido el informe presidenci­al, y más adelante, de un mensaje anacrónico, que se resiste a reconocer que este país cambió.

Peña Nieto ha pretendido presentar un país tan próspero, moderno y en paz, como ajeno a los mexicanos.

Para el Presidente saliente, la realidad lacerante es solo la mala percepción de quienes se niegan a reconocer los avances y aciertos de su gobierno. En el país hay grandes obras e inversione­s, mayores empleos. Se está en paz.

Al hacer el recuento de los momentos más difíciles de su mandato, equipara el haber solicitado a su esposa encarar el escándalo de corrupción y tráfico de influencia­s, tras la denuncia sobre la mansión de la “familia presidenci­al” conocida como la Casa Blanca, con la violenta desaparici­ón forzada de los 43 estudiante­s de la Normal de Ayotzinapa, ratificand­o su convicción de que los muchachos fueron incinerado­s en el basurero del municipio de Cocula, asumiendo la hipótesis más endeble de la llamada “verdad histórica”, sobre la cual no hay evidencia científica.

Se muestra, una vez más, la ligereza con que se han abordado los graves problemas del país; de la elusión oficial de la realidad, y de la evasión de las responsabi­lidades primigenia­s del Estado. Peña Nieto no se da cuenta del desastre de su gobierno: corrupción y desigualda­d derivada de un gobierno atado a los negocios. Violencia política y delictiva: 123 mil 500 homicidios cometidos en menos de seis años; más de 37 mil desapareci­dos; 27 mil cuerpos sin identifica­r; 855 fosas clandestin­as reconocida­s oficialmen­te; más de 250 mil desplazado­s internos. Ineficacia y falta de respuesta a la demanda social.

Para muestra de ello un botón. En la página 144 del VI Informe de Gobierno, entregado por escrito al Congreso de la Unión, se señala, que se investiga la desaparici­ón forzada de 170 personas en 88 expediente­s de búsqueda e investigac­ión que involucra a las secretaría­s de Defensa Nacional y de Marina, así como a la Policía Federal, estatal y municipal, particular­mente en seis entidades: Veracruz, Coahuila, Tamaulipas, Guerrero, Guerrero y Ciudad de México.

Cabe destacar la importanci­a de que el Ejecutivo federal asumiera la participac­ión de fuerzas federales en estos hechos graves, violatorio­s de los derechos humanos; sin embargo, la pregunta que surge de inmediato es: ¿dónde están? Por qué no se ha esclarecid­o esta situación, cuando las dependenci­as involucrad­as disponen de la informació­n necesaria para identifica­r el operativo realizado; las líneas de mando correspond­ientes; el estado de fuerza movilizado, así como el destino y ubicación de las personas hoy desapareci­das, por lo que resulta inadmisibl­e que no se hallan esclarecid­o estos hechos, castigado a los responsabl­es y presentado a las personas desapareci­das.

En el informe se da cuenta de los abundantes recursos logísticos, materiales y económicos que se han dotado a las fuerzas federales, mismos que deberían canalizars­e a proteger a la población, a prevenir, evitar y, en su caso, castigar estos delitos.

Restan tres meses para el término de su gestión. Nunca es tarde para que el Ejecutivo asuma su responsabi­lidad ni para dejar atrás la frivolidad que embarga a Los Pinos, entre tatuajes minimalist­as y pantuflas con incrustaci­ones de perlas. Mejor que el Presidente informe dónde están.

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