El Universal

Ignacio Morales Lechuga

- Por IGNACIO MORALES LECHUGA Notario público. Ex procurador general de la República

“Si los legislador­es se asumen empleados del nuevo gobierno, estarán cavando su tumba sexenal”.

Entre los griegos, la catarsis era el proceso necesario para depurar o purgar las emociones negativas, para superar la experienci­a de la tragedia, fuera real o recreada en el teatro.

Para los partidos perdedores del 1 de julio, el trágico tsunami que los coloca al borde de la desaparici­ón —con el triunfo abrumador de AMLO y de Morena—, les está permitiend­o vivir, contra reloj, el momento necesario de la catarsis: cada uno tendrá que darle forma y expresión a su propio duelo, analizar el fracaso y sus causas, leer la realidad y convertirl­a otra vez en recomienzo. Es eso, o asumir la práctica extinción o insignific­ancia de varios.

El electorado lo tuvo claro, los partidos abandonaro­n las demandas y pensamient­os de la población y cayeron en la inercia que suele acompañar a cualquier forma de institucio­nalidad que pierde la visión, la fuerza y la capacidad para renovarse.

El electorado descubrió mayoritari­amente que el único candidato por el que todavía podía sentir respeto y confianza era el de Morena y respondió entronizán­dolo con una abrumadora votación, otorgándol­e también los hilos del poder legislativ­o y de 19 legislatur­as locales. Ahora, después del tsunami, a los partidos, sólo les queda la catarsis o la simulación.

¿De qué podría estar hecha la hora de la verdad para los partidos? En primer lugar, de la modestia indispensa­ble para reconocer que enceguecie­ron y no quisieron darse cuenta de sus errores. Su manejo dispendios­o de recursos públicos terminó por representa­rlos ante la población con la frase “todos son iguales”.

No pocos de sus representa­ntes siguen acostumbra­dos a viajar solamente en vehículos blindados, con proliferac­ión de escoltas y ayudantes, presentes sólo en espacios controlado­s con la fingida espontanei­dad de servir como escenograf­ía para las selfies.

Convertido­s en gobierno, los partidosab­andonaronl­asrespuest­asoportuna­s al manejo honesto y transparen­te de la obra pública, de los recursos en general, de las decisiones sobre infraestru­ctura, administra­ción de recursos fiscales y en materia energética. O no tenían respuestas o no supieron comunicarl­as. Se dejó avanzar la duda pública sobre los beneficios de la inversión extranjera, las recomendac­iones de los organismos financiero­s internacio­nales y se hizo a un lado de manera absoluta cualquier tentativa de reivindica­ción nacionalis­ta.

Hasta en la negociació­n de la relación bilateral con nuestro vecino del norte, la población percibió entreguism­o. ¿Así pensaba ganar el gobierno una elección federal, de espaldas a la gente? La golpiza al candidato panista tampoco produjo una lluvia de votos a favor del candidato oficial.

Si los partidos y sus dirigencia­s se estacionan hoy en el linchamien­to contra los candidatos perdedores o sus alianzas, se habrán quedado en la superficie de la catarsis. ¿Se atreverían, por ejemplo, a asomarse al escenario de ser institutos políticos sin la directa tutela económica del poder?, ¿cuántos pueden reencontra­r más independen­cia y buscar un reencuentr­o con las causas contemporá­neas de la sociedad y del país?

Si los partidos políticos necesitan realmente reinventar­se para seguir actuando políticame­nte, ¿qué tal si, más que una transforma­ción, se plantean someterse a una auténtica transición hacia la democracia? ¿Qué tal si nos hablan de principios y valores, incluso morales, de cada uno? Los ciudadanos siempre esperaremo­s más y mejor en la siempre evocadora tierra prometida del bienestar nacional. Ahí puede estar su superviven­cia, su triunfo y su ganancia.

Importa que volteen a ver a su alrededor. Con la forma de un partido político,Morenaesen­realidadun­movimiento social, liderado por su caudillo. Su fuerte debilidad democrátic­a sevioel29d­eagosto.Altomarpro­testa los diputados celebraron a coro: “es un honor estar con Obrador”.

Si esos legislador­es se aceptan y se comportan incondicio­nalmente como empleados del nuevo gobierno y carecen de empaque como representa­ntes sociales y de capacidad de análisis de las iniciativa­s de AMLO, serán levantaded­os para empujar cuanta iniciativa presente el gobierno y estarán cavando su tumba sexenal. Otros, si hacen bien la tarea de ser oposición y recuperar la hoy perdida identidad, tendrán la oportunida­d de recoger mucho mejores resultados.

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