¿Desaparece el pulque tradicional en Milpa Alta?
Los tlachiqueros rentan o cultivan magueyes, así buscan conservar el oficio y su trabajo
“Tlahchiqui” proviene del náhuatl y significa raspar una cosa, el “tlachiquero” es el que extrae el aguamiel del maguey para después fermentarlo y obtener el pulque.
Este oficio se remonta a la época prehispánica. El pulque era solo para la nobleza, pero en la Colonia se volvió la bebida de los desamparados.
Milpa Alta se mantuvo como un lugar rural dentro de la capital. Sus habitantes cultivaban maguey y maíz.
Malacatépec o Milpa Alta, al sur de capital, es la segunda delegación con mayor superficie: el 19. 2 % del total de la ciudad; el 42% es para agricultura, según el INEGI.
Con la Revolución, Milpa Alta quedó en ruinas y sus pobladores huyeron. Después de la muerte de Zapata, en 1919, algunos regresaron y volvieron a cultivar maíz y magueyes hasta los años 40, época de oro del pulque, que terminó por la industrialización de la cerveza, vinos y el cultivo de nopal en los años 50, entre otros.
El cuero de chivo, el castrador de madera y el acocote de calabaza eran las herramientas que acompañaban al raspador, hechas por ellos.
José raspa dos veces al día, a las seis de la mañana y a las siete de la noche, al alba recoge hasta cuatro litros de aguamiel y por las tardes tres. No siembra magueyes, se los venden. Él es del pueblo de Santa Anna Tlacotenco, tiene 40 años y es tlachiquero desde hace doce, con el pulque sostiene a su familia.
José pacta el precio para raspar magueyes, entre 200 y 500 pesos, depende el tamaño, y va donde estén sin importarle. Paga doscientos pesos de taxi para llegar al acopio.
Entre tres y cuatro de la mañana su madre Patricia llega al centro de acopio donde da a 15 pesos el litro de pulque, a esa hora también llegan los compradores mayoristas. En promedio vende diario 60 litros.
Para José, el mayor problema es que ahora los jóvenes prefieren la cerveza. Javier Romero Bermejo de 45 años, también fue tlachiquero pero encontró trabajo fuera del campo.
Dice que antes era rentable raspar, pues se tenía también ganado y se vendía leña, pero ahora hay muy pocos tlachiqueros.
El pulque se fermentaba en barriles de madera, ahora en tambos de plástico, antes se iba en burro de maguey en maguey o caminando, ahora hasta en moto. Antes los cueros y el acocote, hoy garrafones y mangueras.
Javier cree que el oficio desaparecerá, pero que si se industrializa tal vez pueda conservarse.