El Universal

Patti Smith y Rob Riemen en la contracult­ura I

- Adriana Malvido adriana.neneka@gmail.com

EPatti Smith leyó el libro de Riemen y se identificó con él y sus referencia­s artísticas, literarias y filosófica­s.

l año pasado, en cuanto Rob Riemen terminó la lectura de Éramos unos niños y M Train le escribió, conmovido, a Patti Smith para expresarle su admiración por la forma en que le había abierto sus mundos al filósofo. El de sus amistades de toda la vida; el de la contracult­ura neoyorquin­a de los 60 y 70; el de la pasión por el arte, con música, poesía y pintura nuevas; el de creadores como Rimbaud, Genet, Camus, Blake, Silvia Plath y Frida Kahlo; el de la Rockaway Beach, los cafés de Manhattan y el Chelsea Hotel, lugares donde el espíritu creativo de la artista le dio forma a un mundo propio… Con su carta, el director del Instituto Nexus le envió su propio libro Nobleza de Espíritu, una idea olvidada y una invitación.

Patti Smith leyó el libro de Riemen y se identificó con él y sus referencia­s artísticas, literarias y filosófica­s. Le marcó a Holanda. Y lo que siguió fue un encuentro en Nueva York. Por supuesto, en un café. El filósofo la encontró con un libro de Joseph Roth (que también escribía en cafés y hoteles) y con pluma en mano. “¿Escribes sobre Europa como Roth?”, le preguntó. “No, acerca de Jerusalén. Esa decisión desastrosa de Trump de mover la embajada de Estados Unidos a Jerusalén”, respondió ella. “¿Será una canción?” No, dijo Smith, “un poema que titularé ‘La nueva Jerusalén’”. Y el filósofo pensó en Las revelacion­es de San Juan en el Nuevo Testamento y en un poema de William Blake al que ella tanto admira.

Riemen le había enviado una invitación a participar en el Simposio Una Educación en Contracult­ura que Nexus ya organizaba para mayo de 2018. Así que abordaron el tema. Y Patti Smith reflexionó: “¿No crees que todo arte que se precia de serlo es expresión de una contracult­ura? ¿Que la contracult­ura ha sido preocupaci­ón de todos los verdaderos profetas y artistas? ¿Que eso es precisamen­te lo que nos hace una gran familia? No como parientes de sangre sino como espíritus afines”. Y nombró a Blake, Shelley, Wilde, Rimbaud, Camus, Tarkovsky, Kerouac, Allen Ginsberg, Robert Mapplethor­pe, a su esposo Fred (…) y a Cristo.

“¿Cristo? ¿artista?”, le preguntó sorprendid­o Riemen.

“Definitiva­mente. Solo tienes que leer De Profundis de Oscar Wilde (…) Tenía toda la razón cuando apuntó en esa larga y desgarrado­ra carta que Cristo, como artista, es una persona completame­nte libre (…) Su idea de salvación de la humanidad se sostiene en la imaginació­n y no puede lograrse sin imaginació­n. Cristo era un poeta y la historia de su vida, su muerte y su resurrecci­ón es un poema en sí mismo. Cristo reveló, nos hizo ver lo que no podías ver, así como los artistas revelan y dan una expresión a lo invisible, a lo indecible. Cristo profetizó, así como los artistas nos muestran sus visiones. Durante su vida, Cristo fue despreciad­o y rechazado por el mundo del poder, lo mismo que muchos artistas a lo largo de su vida. Luego está esa brillante observació­n de Wilde: ‘La mayoría de la gente vive por amor y admiración. Cuando es de amor y admiración que deberíamos vivir’. Así viven los artistas y así vivió Cristo. Sí, Cristo ciertament­e pertenece a la familia de los artistas”.

Azorado, Riemen caminó hacia su hotel. Y la artista, en el aquel café, continuó con su poema “La nueva Jerusalén”. Recienteme­nte, en julio pasado, durante una visita fugaz a México, el filósofo holandés me entregó un ejemplar del texto de Patti Smith publicado en un libro por el Instituto Nexus. Me he permitido, en una traducción libre del inglés, resumir parte de la Introducci­ón del filósofo, donde describe el encuentro con la artista en Manhattan y el diálogo que propició el viaje de “la madrina del Punk” a la ciudad de Ámsterdam.

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