¿Cuál te conviene? Seguros de accidentes y salud
El mundo de los seguros es tan amplio como incierto cuando nos aventuramos por primera vez. Así que, de inicio, es posible preguntarnos: ¿por qué necesitaría yo un seguro?
En México, el porcentaje de personas, vehículos e inmuebles asegurados es muy bajo si tomamos en cuenta el tamaño del país, su población, y la alta incidencia de accidentes y robos. Según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), tres de cada cuatro autos no están asegurados y, del total de la población, solo el 7% cuenta con un seguro médico.
De acuerdo con datos de la Revista Internacional de Sostenibilidad, Tecnología y Humanismo, la identificación del riesgo colectivo ronda el 50% en el continente americano. Por ello, es fundamental la ampliación de la información pública sobre las modalidades de riesgo, las posibilidades de sufrirlo y las medidas para anticiparlo y afrontarlo.
Las razones para dichas cifras son diversas. Una importante es el deterioro del poder adquisitivo de varios mexicanos, lo que hace que un seguro se perciba como un lujo. También contribuye la cultura de las redes familiares, que se expresa en las frases populares de ‘echar montón’ cuando hay algún apuro. Una más es la baja percepción del riesgo en el ambiente latinoamericano, pues hay una baja previsión del futuro.
Otra constante es pensar que, mientras se es joven, no es necesario contar con una póliza de ningún tipo. Algo similar ocurre con los autos: si no tenemos un coche nuevo de lujo, se cree que no es necesario pagar una prima para protegerlo.
No obstante, desde el punto de vista financiero, es mejor opción contar con un seguro que intentar hacer frente a todos los incidentes y gastos uno por uno.
Por ejemplo, en caso de enfermedad, los gastos de hospitalización pueden ascender a cifras impagables para el común de la población. De acuerdo con datos de Profeco, una noche en un hospital en la Ciudad de México puede costar hasta 21 mil pesos, monto mucho más alto que el deducible de un seguro.
A continuación, presentamos algunas opciones de aseguramiento.
Seguro de vida
Si un padre o madre busca tener siempre amparada a su familia, un seguro de vida es la opción tradicional. Con éste, si la persona asegurada fallece o sufre un accidente incapacitante, dejará protegida económicamente a su familia mediante una suma que se entrega a los beneficiarios.
Algunas variantes de este servicio brindan la posibilidad de cobrar un porcentaje de dicha suma antes del fallecimiento, en caso de una enfermedad en fase terminal. Si se tiene a una o varias personas bajo su responsabilidad, un seguro de vida es imprescindible para garantizar la tranquilidad financiera a largo plazo.
No todos los seguros de este tipo son iguales: podemos protegernos contra accidentes durante un viaje o por si se presentan males como el cáncer o los infartos. Al analizar con detalle nuestro perfil orgánico y las condiciones de cada seguro, sabremos cuál nos conviene, según nuestra edad y otras características personales, como la incidencia de enfermedades en la familia y nuestro estado físico.
Seguros de auto y hogar
Construir un patrimonio implica mucho esfuerzo, tiempo y trabajo. Por ello, no es conveniente dejar su integridad al azar. Si contamos con un auto, es obligatorio considerar la responsabilidad civil y el daño a terceros. Considera una cobertura amplia que te proteja en caso de accidente o, incluso, si hay la pérdida total o robo.
Las casas y departamentos son casos distintos, aunque igual o más importantes debido a su valor y lo que representan para la familia. México es un país proclive a los desastres naturales, pero solo el 5% de las casas están aseguradas, revela la AMIS.
Sin embargo, hay un creciente mercado de costos de aseguramiento segmentados de acuerdo con los diversos niveles de ingresos de la población.
Debe entenderse que un seguro está diseñado para amparar al cliente desde mucho antes de sufrir un posible percance.
Existen tantas opciones como necesidades, pero lo cierto es que un seguro te ofrecerá tranquilidad y una solución inmediata en las dificultades de cualquier naturaleza, aunado a la ventaja financiera de poder afrontar los problemas sin necesidad de vaciar las cuentas bancarias.