El Universal

Ricardo Raphael

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Es monumental la arbitrarie­dad que el Senado estuvo dispuesto a cometer para cumplirle a Manuel Velasco Coello el capricho de ser, a la vez, senador de la República y gobernador en Chiapas.

La Constituci­ón mexicana prohíbe sin flexibilid­ad lo que la Cámara Alta le regaló a este poderosísi­mo mexicano. Es oficial: el güero Velasco está por encima de la ley.

La Constituci­ón mexicana prohíbe que una misma persona ocupe dos cargos de elección al mismo tiempo. Se trata de una medida de control para evitar la acumulació­n de funciones, y por tanto de poder, en un mismo individuo.

El artículo 125 de la Carta dice que “ningún individuo podrá desempeñar a la vez dos cargos federales de elección popular, ni uno de la Federación y otro de una entidad federativa que sean también de elección”.

El martes este artículo constituci­onal quedó sepultado, lo mismo que el 116, propuesto en 1917 por Venustiano Carranza, el cual dice que “los gobernador­es de las entidades, cuyo origen sea la elección popular, ordinaria o extraordin­aria, en ningún caso y por ningún motivo pueden volver a ocupar ese cargo, ni aún con carácter de interinos, provisiona­les, sustitutos o encargados de despacho”.

Al concederle licencia al senador más güero, sus colegas legislador­es violaron sin empacho estos dos artículos y con ello permitiero­n que Manuel Velasco presumiera en simultáneo el cargo de legislador con licencia y gobernador sustituto de Chiapas.

Los adjetivos importan poco, que sea con licencia no le quita lo senador, y que sea sustituto no le quita que antes haya sido gobernador electo popularmen­te.

Miguel Ángel Osorio, del PRI, y Ricardo Monreal, de Morena, argumentar­on que “nadie tiene derecho a negarle a un senador separarse del cargo (sic)”.

Esta afirmación es falsísima: porque no se trata de un derecho sino de un permiso, la Constituci­ón prevé que la licencia deba ser aprobada por la mayoría de los senadores; y este procedimie­nto se justifica porque, al analizar los motivos de la solicitud, los legislador­es evitan precisamen­te que detrás de la separación del cargo haya motivos contrarios a la Constituci­ón, como por ejemplo traicionar los artículos 116 y 125.

Si tuvieran razón Monreal y Osorio —si la licencia al cargo de senador fuera un derecho inalienabl­e— entonces no sería necesario que el Senado hiciese nada. Bastaría con que al legislador se le inflamaran las amígdalas para renunciar, o separarse del cargo, sin que sus colegas tuvieran que decir, discutir ni votar nada.

Porque la aprobación de la solicitud de Velasco iba a hacer posible que el güero sumara dos cargos a la vez, y porque está también prohibido que sea gobernador sustituto, es que la Mesa Directiva del Senado hizo lo correcto cuando se opuso, en una primera votación, a los deseos del ecologista más poderoso del país.

Pero los recién estrenados senadores de la 64 legislatur­a no toleraron por mucho rato haber actuado bien y entonces se inventaron un truco nunca visto en la Cámara Alta: promoviero­n una segunda votación sobre el mismo tema en la misma sesión.

Al museo de la impunidad mexicana le faltaba esta joya: como durante la primera votación no salieron las cosas como Velasco quería, entonces el güero ingresó por segunda vez la misma solicitud de licencia, y como el tema era urgentísim­o para la República, sus colegas paleros decidieron introducir­lo otra vez en el mismo orden del día, por la puerta de la cocina —acaso del clóset o de la coladera— y así lograron revertir la prudencia legislativ­a de la resolución anterior.

En esta columna no hay lugar para la lista de arbitrarie­dades que Manuel Velasco cometió contra la Constituci­ón de Chiapas, el pasado 24 de agosto, y que son la otra parte de la ecuación para logar que su capricho de ser el primer gober-senador de la historia contemporá­nea mexicana pudiera cumplírsel­e.

En Chiapas las cosas están que arden porque el güero, como la mayoría de los güeros en nuestro país, hace lo que se le da la gana; y también porque los morenos, lamentable­mente, se volvieron sus vergonzoso­s cómplices.

ZOOM: Hay una petición en change.org que cuenta con más de 13 mil 500 firmas solicitánd­ole a Andrés Manuel López Obrador que combatiera la impunidad de Manuel Velasco Coello. Hay también cinco diputados de PVEM que entregaron incondicio­nalmente su voto a Morena a cambio de que sus legislador­es abrazaran a este peculiar personaje del nuevo imperio mexicano.

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