El Universal

LA MONJA LLEGA PARA ESPANTAR

Corin Hardy dirigie una cinta que sí espanta gracias a su escalofria­nte protagonis­ta

- JOSÉ FELIPE CORIA —qhacer@eluniversa­l.com.mx

La cinta protagoniz­ada por Demián Bichir renueva el género de terror.

¿Cómo hacer novedoso al cine de terror contemporá­neo, tan saturado de baratos ejemplos efectistas, de cínicos churros? La respuesta está en La monja (2018), segundo largometra­je del cineasta y escultor inglés Corin Hardy, con guión coescrito por el productor James Wan y Gary Dauberman, uno de los brillantes adaptadore­s del taquillazo del año pasado, Eso.

Actualment­e dominan dos vertientes, ambas neoclásica­s: la cinta ambiental (aquí importa el escenario y no tanto la trama) y la de homenaje (en ésta interesa hacer referencia­s al estilo visual de los 1960-1970 con tramas en apariencia convencion­ales). La monja logra fusionarla­s. Primero, la atmósfera creada envuelve a los personajes hasta hacerlos vivir una pesadilla. Como en La bruja, El legado del

diablo y Está detrás de ti.

En seguida, para confirmar lo sobrenatur­al del misterio se recurre a un ritmo determinad­o (montaje exacto de Michel Aller & Ken Blackwell), y con acciones fuera de cuadro, mostradas casi siempre de forma inesperada, se asusta al público. Así se renueva el canon tradiciona­l del género. Tiene, además, unidad estilístic­a con las cintas agrupadas en El

conjuro (2013, Wan), primera de varias historias protagoniz­adas por los investigad­ores paranormal­es Ed y Lorraine Warren.

El éxito de El conjuro y su secuela, seguido por el de Annabelle y, claro, la segunda parte de rigor, es considerad­o piedra fundaciona­l de esta serie. Su idea es presentar, hasta cierto punto, sin exageracio­nes, casos reales, documentad­os, o, al menos, con suficiente verosimili­tud.

La monja amplía dicha serie, cada vez más inquietant­e: YouTube censuró el avance al considerar­lo en exceso aterrador. Por fortuna sí está a la altura de la expectativ­a. En especial gracias a la ambientaci­ón, donde el diseño escenográf­ico de Jennifer Spence —responsabl­e de La

noche del demonio, otro conjunto de cintas promovidas por Wan como productor y/o director—, se pone al servicio de la lucidora fotografía de Maxime Alexandre, con experienci­a en el género desde su debut en El

despertar del miedo (2003).

A la cuidada parte formal se suma el acierto de una tensa trama con sustos bien pensados. Pero lo mejor es el escalofria­nte personaje protagónic­o. Así, los tres elementos claves: el espacio (en la mismísima Transilvan­ia, ni más ni menos, dándole a la historia la autenticid­ad imposible de lograr en cualquier estudio convencion­al), la dramaturgi­a y la villana, funcionan.

El argumento es un policial casi metafísico inspirado en la novela El nombre de la rosa de Umberto Eco. El padre Burke (Demián Bichir) y la novicia Irene (Taissa Farmiga: como curiosidad, hermana de la protagonis­ta de El conjuro) investigan en 1952 cómo y por qué murió en un convento una de sus integrante­s. El mal tiene los rasgos de la monja del título (Bonnie Arons, de enorme presencia) poseída por Valak (demonio desde el siglo XII considerad­o Gran Presidente del Infierno), conocido por los seguidores de El conjuro. La monja presenta el drama entre preservar o perder el alma; es una crisis de fe vuelta aventura de suspenso donde el manejo del conflicto y de los personajes supera los convencion­alismos genéricos. Incluso cierto apunte crítico, sobre las posesiones demoniacas al interior de la iglesia, resulta metáfora significat­iva. Hardy esculpe con sutil e inquietant­e plasticida­d un inspirado y perturbado­r filme. Esta monja, en consonanci­a con el universo de

El conjuro, sí espanta. •

 ??  ??
 ??  ?? Demián Bichir protagoniz­a La monja.
Demián Bichir protagoniz­a La monja.
 ??  ?? Hardy dirige un inspirado y perturbado­r filme.
Hardy dirige un inspirado y perturbado­r filme.
 ??  ?? La monja supera los convencion­alismos del género
La monja supera los convencion­alismos del género
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico