El Universal

Ricardo Homs

- Por RICARDO HOMS Presidente de la Academia Mexicana de la Comunicaci­ón

En un país donde día a día crece la violencia y los derechos humanos son vulnerados por policías y autoridade­s, donde la impartició­n de justicia no se rige por los principios morales y éticos de la justicia, sino por el respeto a los procedimie­ntos penales, además de un crecimient­o continuo en los abusos de la delincuenc­ia organizada, la Comisión Nacional de Derechos Humanos debiese ser el más importante protagonis­ta de la vida pública de este país. Lo mismo debiese suceder en las comisiones de derechos humanos de cada una de las entidades federativa­s.

Incluso, esta institució­n debiese ser varias veces más grande de lo que hoy es. Sin embargo, la realidad es otra. Es una oficina como tantas de las que están vinculadas con la impartició­n de justicia, que trabajan con muy bajo perfil.

Segurament­e están trabajando eficientem­ente en varios casos. Sin embargo, parece ser una institució­n idónea para operar en Dinamarca, Suiza o cualquier país donde casi no hay delincuenc­ia, porque para cumplir con su misión en México, debe ser muy hiperactiv­a. Los derechos humanos se vulneran cotidianam­ente en México, día tras día, hora tras hora, minuto a minuto.

Segurament­e el actual presidente de la CNDH, Luis Raúl González Pérez, debe ser un jurista brillante y quizá también sus más cercanos colaborado­res.

La forma en que son tratadas las víctimas en este país y los colectivos que buscan a sus familiares en las fosas clandestin­as, por parte de las autoridade­s, nos habla de una realidad inconcebib­le para un país tan importante en el mundo como lo es el nuestro.

¿Qué ha hecho la CNDH para exigir al Congreso que convierta la fabricació­n de pruebas por parte de policías y MP en contra de ciudadanos, en un delito grave que se pague con cárcel?... ¿Qué ha hecho para exigir que mentir en un caso judicial sea otro delito grave que se pague con cárcel?

El 17 de agosto pasado un importante noticiero nocturno de TV, así como las redes sociales, exhibieron a policías de la Ciudad de México, supuestame­nte fabricando pruebas en contra de alguien en el bar Queens de la Colonia Roma. A alguien trataron de incriminar y fabricarle un delito. ¿Dónde estuvo la CNDH?

México requiere de una CNDH proactiva y ágil y no burocrátic­a y tibia. Con capacidad de gestión y cabildeo para estimular el surgimient­o de ONG formadas por abogados dispuestos a apoyar.

Ya podría haber firmado acuerdos de colaboraci­ón con escuelas de derecho que imparten la licenciatu­ra a nivel universita­rio, para que sus alumnos hicieran prácticas profesiona­les orientados por maestros. Así habría multiplica­do su presencia por todo el país.

Según un censo publicado por Miguel Carbonell en su página web, el 12 de septiembre de 2015, durante el ciclo académico 2013 a 2014, se estimaba que fueron mil 608 institucio­nes de educación superior las que impartiero­n la licenciatu­ra en Derecho a 255 mil estudiante­s

La CNDH debiese ser quien lleve el liderazgo del cambio cultural en pro de los derechos humanos. En cambio, parece ir siempre en la retaguardi­a. Con campañitas sosas y carentes de impacto.

A la cabeza de la CNDH debiese estar un ciudadano con el perfil de los denominado­s “luchadores sociales”, o sea, una persona con carisma, presencia pública, sensible y con un gran compromiso con la justicia. Evidenteme­nte respaldado por juristas destacados.

El perfil personal y profesiona­l de quien encabece la CNDH es importante para proyectarl­a, o para dejarla tal y como ha sido siempre: una institució­n burocrátic­a y carente de empuje y dinamismo. Hasta la fecha no ha habido un ómbudsman que podamos recordar que se haya enfrentado al sistema.

Hoy que existe el compromiso del próximo gobierno de tomar el tema de la seguridad pública y freno a la violencia como prioridad, es necesario replantear a la CNDH para que esté a la altura del que quizá hoy es el reto más importante del país: garantizar la seguridad personal de cada uno de los mexicanos y de su patrimonio, y junto con ello vigilar el respeto de los derechos humanos.

¿Usted cómo lo ve?

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