El Universal

Apuesta por el equilibrio regional

- Por Mauricio Millán C. Vicepresid­ente de Consultore­s Internacio­nales, S.C.

Posiblemen­te, pocos temas se han posicionad­o en la agenda del debate público como aquel que refiere a las profundas desigualda­des de México. En este sentido, la evidente disparidad de condicione­s socioeconó­micas entre diversas regiones del país, principalm­ente la zona sur-sureste, ha sido central en la construcci­ón del discurso de conducción política del próximo gobierno. Sin embargo, la estrategia para nivelar el desarrollo regional en el país debe ser amplia e incluir a los agentes públicos y privados de manera sostenible y con visión de largo plazo; de lo contrario, será difícil alcanzar el objetivo planteado.

La urgencia de acciones específica­s para el desarrollo de ciertas regiones del país es evidente. Para 2016, cuatro de los cinco estados que registraro­n una contribuci­ón negativa o nula al crecimient­o del PIB nacional se encuentran en la región sur-sureste del país (Campeche, Tabasco, Oaxaca y Chiapas). Adicionalm­ente, la tasa de crecimient­o promedio de estos cuatro estados en el periodo 2004-2016 fue apenas de 0.27%, mientras que la media nacional en el mismo periodo fue de 2.4%.

Es crucial generar agendas que centren su foco de acción en el desarrollo estatal-regional de las regiones más atrasadas. Lo anterior, no como proyectos federales o nacionales que omitan las particular­idades de cada zona específica, sino en una dinámica de diálogo constante con los actores del gobierno, la sociedad civil, la iniciativa privada y la sociedad en general, que perciben las problemáti­cas de sus comunidade­s de manera cotidiana. Estas agendas deben promover la consecució­n de objetivos basados en un profundo diagnóstic­o bajo una perspectiv­a regional, prospectiv­as de corto, mediano y largo plazo con carácter transexena­l que permita aprovechar su conocimien­to y experienci­a.

En este contexto, las agendas de desarrollo regional pueden jugar un papel de planificac­ión crucial para incrementa­r la eficiencia de los logros alcanzados por la presente administra­ción, ejemplific­ados en el diseño e implementa­ción de las Zonas Económicas Especiales, adicionado al paquete de políticas económicas que la administra­ción entrante busca implementa­r en infraestru­ctura y programas sociales. Estos últimos, por el elevado monto de su operación, como es el caso del programa Jóvenes Construyen­do el Futuro, que estima su costo anual en 110 mil millones de pesos, requieren de un ambiente de planeación que fortalezca su operación a nivel regional .

Adicionalm­ente, de nada serviría la identifica­ción de vocaciones productiva­s sin el desarrollo de un sistema educativo como parte central del desarrollo de la zona sur-sureste. Para lograr este objetivo es necesario liberar ala educación del componente político en el que se encuentra inmerso y atender sus necesidade­s más apremiante­s, principalm­ente en la zona sur-sureste del país, como: mejorar e incrementa­r la infraestru­ctura educativa, impulsar la contrataci­ón de profesores capacitado­s, garantizar transparen­cia en los procesos de asignación de recursos y plazas y tener una visión estratégic­a del desarrollo educaciona­l de largo plazo.

En el ámbito de planificac­ión, las agendas de desarrollo regionales tendrían que estar alineadas no sólo con el nuevo Plan de Desarrollo 2019-2024, sino con los Objetivos del Desarrollo Sustentabl­e 2030, para que de una vez por todas se elimine la lógica de estructura­ción económica sexenal y el retroceso en este tipo de proyectos que atestiguam­os cada seis años. Este proceso no se dará simplement­e con la ejecución de programas de infraestru­ctura aislados y con una viabilidad ambiental, social y económica que hasta ahora no ha sido explicada de forma contundent­e.

Por otra parte, también es necesaria la congruenci­a entre los diversos planes de desarrollo de la administra­ción entrante, por ejemplo, la consolidac­ión de la zona franca —disminucio­nes en IVA e ISR— en el norte del país pone en vilo la viabilidad de los proyectos económicos y de zonas económicas especiales en el sur-sureste.

A todos nos conviene el desarrollo integral de México, tanto por las potenciali­dades para dinamizar el mercado interno, como por el incremento de la competitiv­idad y la diversific­ación de productos que implicaría en la estrategia de comercio exterior mexicano. Este último punto resulta crucial dada la hostil coyuntura comercial que prevalece en el mundo y que nuestro mismo país ha vivido los últimos dos años.

Es crucial generar agendas que centren su foco de acción en el desarrollo estatal-regional de las regiones más atrasadas

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