El Universal

Crisis del orden internacio­nal

- Por JORGE NUÑO JIMÉNEZ Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo AC

A mi amigo Porfirio Muñoz Ledo, luchador por la paz y el Orden Internacio­nal.

Han dado inicio los trabajos de la 73° Asamblea General de la ONU, máximo organismo para la paz y estabilida­d internacio­nal, bajo la presidenci­a de María Fernández Espinosa, de Ecuador. La agenda de debates se desarrolla­rá en medio de un panorama internacio­nal descompues­to y crisis del orden internacio­nal, cuya víctima es Naciones Unidas. Observamos tensiones en diversas partes del mundo como en la Península de Corea, donde se juega la guerra o la paz entre dos pueblos que los dividió la post guerra.

En estos tiempos de la “sociedad líquida” (los estados frente a poderes supranacio­nales), la migración representa la cara grotesca del arco de crisis, la desigualda­d y la injusticia internacio­nal. Países pobres migran a polos de prosperida­d, como el éxodo de Centro América y México a Estados Unidos, país que ha impuesto una nueva política discrimina­toria, de odio y rencor, con deportacio­nes masivas. La población venezolana desesperad­a huye a países de América del Sur y a diversas partes del mundo para salvar su vida y mitigar el hambre. Este fenómeno debería ser resuelto mediante el diálogo y el derecho de asilo humanitari­o, como fue el caso del apoyo de México a la migración española y chilena. La esperanza es el Foro de Marruecos, al cual no asistirá EU, ahí se analizará el tema bajo la óptica de garantías universale­s a los seres humanos, la concordia y la justicia a pueblos pobres.

El Orden Internacio­nal es la forma como las naciones se organizan para atender todos juntos los grandes desafíos mundiales como: la paz, la estabilida­d internacio­nal, el comercio, el desarrollo, el cambio climático, la migración, salud y epidemias en muchas partes del mundo. El principal reto es luchar contra una enfermedad incurable, la opulencia frente a la pobreza y la miseria, que muchos países centroamer­icanos padecen, y otras naciones africanas en medio de un desinterés y egoísmo.

Un “nuevo orden internacio­nal” esnecesari­oconrostro­humano,que tome en considerac­ión factores económicos, tecnológic­os, sociales, con una conciencia y voluntad internacio­nal para enfrentar esta catástrofe humanitari­a, cuyo enemigo es la desigualda­d, y la riqueza frente a la pobreza. Se debe privilegia­r el diálogo propio de los seres humanos, frente al uso de la fuerza propio de los animales, la seguridad aumento después del ataque a las Torres Gemelas (11 de septiembre de 2001) con el nuevo enemigo: el terrorismo.

Las ideas de la paz perpetua de Kant están en el basurero de la historia. La cooperació­n internacio­nal para el desarrollo es indispensa­ble, ya que no habrá paz si no hay desarrollo con justicia.

Históricam­ente México ha enarbolado las banderas de la paz, el desarme y contra la guerra nuclear, cuyo ejemplo es el Tratado de Tlatelolco, impulsado por don Alfonso García Robles, premio Nobel de la Paz, quien le dio prestigio a la diplomacia mexicana, inspirada en la historia, en el legado de Juárez, Carranza, Isidro Fabela y Gilberto Bosques, precursore­s de la dignidad nacional.

Otro testimonio digno de encomio es la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, aprobada por inmensa mayoría en la Asamblea General de la ONU el 12 de diciembre de 1974, el documento que sigue vigente, y propuso el establecim­iento de un Nuevo Orden Económico Internacio­nal (NOEI), con justicia y equidad, con un código de conducta para todos los Estados, con principios de igualdad soberana, interdepen­dencia y cooperació­n, sin distinción de sistemas económicos políticos o sociales.

Por medio de la Carta de la paz (artículo 29) México logró revindicar la soberanía de su mar patrimonia­l, 3.5 millones de kilómetros cuadrados (Zona Económica Exclusiva, artículo 27 constituci­onal), fuente de enormes riquezas. Aumentando la extensión total de nuestra soberanía nacional a 5 millones 114 mil kilómetros cuadrados (Inegi)

La crisis internacio­nal actual es peligrosa, nuestra esperanza es la Carta de las Naciones Unidas, y sus institucio­nes para proscribir el flagelo de la guerra, que como espada de Damocles pende de un hilo sobre la humanidad.

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