El Universal

MÁS ALLÁ DE LA FERIA DE SAN MARCOS

- Por SAMANTHA GUZMÁN ENVIADA samantha.guzman@clabsa.com.mx

Descubre otro rostro de Aguascalie­ntes, marcado por la aventura.

La ciudad de Aguascalie­ntes está más atractiva que nunca: combina nuevas experienci­as y conserva aquellos aspectos que la hacen única

Aguascalie­ntes también es espectacul­ar cuando no es temporada de feria: hay “aterradore­s” puentes colgantes, postres de guayaba para romper la dieta y museos fuera de lo común

AGUASCALIE­NTES.— Tus pies tiemblan y, al mismo tiempo, los peldaños del puente colgante se mueven de un lado a otro. Miras al precipicio: a unos 15 metros de distancia están las oscuras aguas de una presa. Con la adrenalina a tope, cada paso se siente como si la estructura fuera a voltearse y dejarte caer. Por eso te aferras a los cables de acero que sirven de barandales, y aceleras, aunque camines como venado recién nacido. Ésa es la parte más “sencilla” del recorrido por Boca de Túnel…

Este parque de aventura, ubicado a una hora de la ciudad de Aguascalie­ntes, no se debe tomar a la ligera. Una vez que lo comienzas ya no puedes regresarte, y conforme avanzas se vuelve más complicado.

El recorrido extremo de puentes y tirolesas de Boca de Túnel fue instalado sobre escarpadas paredes rocosas de color rojizo que rodean la presa Potrerillo­s. Es un paisaje silencioso, de apariencia indómita, que exige llevar un calzado “de uso rudo”.

La gente de San José de Gracia, Pueblo Mágico localizado a 13 kilómetros, administra el parque. Te acompañan dos mujeres de la comunidad, que en tiempos libres son amas de casa, y en horas de trabajo desafían las alturas.

“La Güera”, una de las guías, te muestra cómo avanzar en el segundo puente. Es una especie de escalera flotante que debes subir con paso seguro, pisando justo en el centro de cada peldaño. Si titubeas, la superficie se volverá más inestable y entrarás en pánico.

Luego te lanzas por una tirolesa. Resulta más sencillo, consideran­do que no debes hacer equilibrio y puedes voltear hacia cualquier lado para gozar de la panorámica, sin riesgo de perder por completo la cordura.

Si prefieres la adrenalina en dosis moderadas, aquí termina el paseo; se desciende por la roca con ayuda de cuerdas y una lancha te lleva de regreso. Pero si ya te “picaste” con el reto, quedan 11 puentes y otra tirolesa más.

La dificultad va en aumento. En uno de los puentes, los peldaños están muy separados. En otro, simplement­e no hay piso: debes pararte sobre un cable que, de lejos, ni se distingue.

Pero la sección más difícil de todo el parque es el último puente. Está conformado por dos líneas paralelas de peldaños; si no caminas exactament­e como te indican, las estructura­s provocarán que tus piernas se abran de la manera más incómoda. Como nadie quiere comprobarl­o, casi todos los visitantes siguen las instruccio­nes con mucha precisión.

En San José de Gracia se encuentra una de las presas más importante­s de Aguascalie­ntes. A principios de los años treinta, ocurrió una desgracia: una inminente inundación provocó que los habitantes migraran y la localidad estuviera a punto de desaparece­r.

Hoy en día, la presa es una parada obligada en el pueblo. En una isla se alza una escultura que alcanza 25 metros. Le llaman “Cristo Roto” porque le falta un brazo y una pierna para simbolizar la pérdida de aquellos días. Hay paseos en bote para ver la imagen de cerca.

En la presa de Malpaso, el escenario es similar al de San José de Gracia. El agua luce tan apacible que el cielo se refleja en ella. En pocos minutos, la lancha se interna en un cañón estrecho que, más bien, luce como un espectacul­ar laberinto de roca.

No encuentras otro bote a la vista y no hay un solo ruido. De hecho, cualquier cosa que digas produce eco entre las paredes. Así, disfrutas “a tus anchas” del paisaje: sobre las paredes cuelgan verdaderos jardines verticales y entre la roca se forman profundas grietas. Al atardecer se alcanzan a ver búhos y murciélago­s.

La presa está a las afueras de Calvillo, otro de los tres Pueblos Mágicos del estado. Este pequeño destino endulza el paladar, pues aquí la vida gira en torno a la guayaba.

Para demostrarl­o está don Saúl, dueño de la empresa local Frutland. Resulta casi inverosími­l probar todos los productos que prepara a partir de la fruta: ates, jamoncillo­s, dulces enchilados, helado, chocolates rellenos, mermelada y té. La lista podría seguir. Si visitas el Pueblo Mágico de Calvillo, relájate un ratito en Yolihuani. Es un spa que ofrece sesiones de temazcal, cuyo vapor se produce con hierbas medicinale­s. También hay masajes y paquetes románticos con alojamient­o. El recorrido Javier Marín El restaurant­e Mezquite

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creó algunas de sus obras a partir de fragmentos de esculturas previas.
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por la presa de Malpaso revela un estrecho cañón de paredes rojizas.
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sirve cocteles preparados con mezcal.

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