El Universal

“Me tomaron las muestras de ADN, pero 2 años y nada”

- RAÚL TORRES Correspons­al

Alberto se levantó a las cinco de la mañana para llegar temprano a Guadalajar­a, salió del pueblo donde trabaja como profesor en la ribera del lago de Chapala; la prisa y el enojo que lo persiguen desde 2016, cuando desapareci­ó su hijo Ángel, le hicieron subirse al auto sin desayunar. Llegó al Instituto Jalisciens­e de Ciencias Forenses (IJCF) pasadas las nueve de la mañana y entró a la sala que recién se habilitó para atender a las personas que buscan familiares desapareci­dos. Todos aquí se enfrentan a una contradicc­ión fundamenta­l: tienen la esperanza de encontrar a sus familiares con vida, pero también tienen que buscar entre los muertos.

“Mire, mi hijo era halconcito, lo engancharo­n con la droga, yo conozco al pendejo que lo metió a eso, y cuando me enteré lo fui a amenazar para que dejara a mi hijo. ‘¡Está bien, está bien, no hay problema!’, dijo el muy culero, pero, ¿sabe qué hizo?… A los tres días me lo desapareci­eron los hijos de la chingada”, relata exasperado.

Escuchó la noticia del tráiler con cuerpos y cuando supo que algunos de los cadáveres tenían al menos dos años ahí, decidió ir a buscar.

Meses después del nacimiento de Ángel, su madre se fue y Alberto tuvo que criarlo; 12 años después reapareció su ex pareja y exigió la custodia del niño, el DIF se la concedió.

“Yo supe que mi hijo había empezado a consumir drogas, que se juntaba con algunos sicarillos, por eso fui a amenazar al cabrón que lo reclutó”.

En su denuncia, Alberto señaló a quien enganchó a su hijo, pero nada ha pasado, los agentes sólo han aparecido dos veces por su domicilio para preguntale si tiene noticias. Le tomaron el ADN, pero es hora que no hay nada.

“Yo supe que mi hijo se juntaba con algunos sicarillos y era halconcito, por eso fui a amenazar al cabrón que lo reclutó” ALBERTO Padre de desapareci­do

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