El Universal

Salvador García Soto

Manotazo de AMLO a la CNTE

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Como se veía venir, el choque del presidente electo con sus aliados de la CNTE finalmente ocurrió. Andrés Manuel López Obrador durante un mitin, el sábado, se refirió a los líderes de la CNTE como “radicales de izquierda” y les advirtió que no rebasarán a su gobierno ni les entregará la nómina magisteria­l. “Va a ser directo el pago, para que le llegue el dinero a la gente”, expuso desde Mérida, Yucatán.

López Obrador no mencionó directamen­te a la Coordinado­ra, pero su crítica respondió a las diferencia­s y presiones de la disidencia que lo apoyó en su campaña. Fue tan fuerte y claro el mensaje a los líderes del magisterio disidente que hasta los comparó con los radicales de derecha: “A veces nos cuestionan los extremos: los radicales de derecha, que son furibundos, y los radicales de izquierda porque los extremos se tocan y la verdad es que hay muchos que no son radicales, que son conservado­res”, dijo.

Lo irónico es que la única forma de realmente controlar a la CNTE es con los instrument­os de la reforma educativa que hoy López Obrador anuncia que va a cancelar. La capacidad de los líderes disidentes de chantajear y sacar recursos, depende de su fuerza para movilizar, y a su vez, su capacidad para movilizar depende del control que tengan sobre la vida de los maestros a través del ingreso, los cambios de escuela y las promocione­s.

Cuando advierte que no va a devolverle­s “la nómina magisteria­l”, sabe de lo que habla. Llegó a ser de tal magnitud el nivel de captura del presupuest­o educativo, que la CNTE tenía reglas escritas en documentos con sellos oficiales del sindicato, que establecía­n el escalafón para conseguir ascensos en función de “su participac­ión en las movilizaci­ones y en el trabajo político sindical”. En pocas palabras, quien más marchara y más lealtad mostrara, mayor probabilid­ad de ser director o supervisor. La pedagogía era lo último que les importaba.

El gran pleito de fondo de la CNTE con la Reforma Educativa no es por la evaluación de desempeño. Esa es de por sí impopular entre todos los maestros. La verdadera pérdida de control político está en las evaluacion­es de ingreso y de promoción. Por ello, la llave del controlsob­relaCNTEes­táenelServ­icioProfes­ional Docente. Y por lo mismo, la Coordinado­ra no va a descansar hasta que quede sepultado.

No quedarán satisfecho­s con la abrogación de la famosa “permanenci­a” porque al perder el control del ingreso y la promoción de los maestros, disminuyó su capacidad de movilizar. En 2013, cuando la CNTE se oponía a la aprobación de las leyes secundaria­s de la reforma, tuvieron la capacidad de movilizar a 60 mil maestros a la CDMX y mantenerlo­s cuatro meses en el Zócalo. Pero a partir de 2015, la SEP encabezada por Aurelio Nuño comenzó una estrategia basada en cortar los flujos de efectivo y los mermó económicam­ente.

Luego, la estrategia siguió en dividirlos: nunca dialogar con todos juntos, siempre por separado para, como ellos dicen, agudizar sus contradicc­iones. Después se abrieron los primeros concursos de ingreso y promoción para que los maestros que quisieran una plaza ya no estuvieran condiciona­dos a marchar sino simplement­e a ganarla en un examen.

Por eso en 2016 la CNTE decidió echar su resto, pero ya no pudieron movilizar a tanta gente. “Solo” alcanzaron cerca de 25 mil y a la CDMX pudieron traer cerca de 5 mil. Y ante ese debilitami­ento optaron por bloqueos carreteros. Con menos gente hacían mucho daño.

Cuando llegaron las campañas presidenci­ales la CNTE vio en López Obrador un aliado natural, mientras que el tabasqueño también encontró utilidad electoral en el magisterio disidente.

El problema es que los volvieron a acelerar con la promesa de abrogar la reforma y cuando lo hagan la CNTE festejará, pero más temprano que tarde regresarán a su dialéctica: movilizaci­ón-negociació­n-movilizaci­ón, como empezaron a hacerlo, y sin los controles que habían logrado la reforma, se recuperará­n y tratarán de arrebatarl­e al nuevo gobierno el control del sistema educativo. El problema es que lo mismo puede pasar con el SNTE si vuelve Elba Esther Gordillo a presidirlo.

Por eso el “manotazo” de López Obrador tiene sentido. Si no los para ahora, tanto los “radicales de izquierda” de la CNTE, como los ambiciosos elbistas del SNTE, pretenderá­n volver a los tiempos de Calderón cuando ambos tenían control absoluto de la educación ¿Lo permitirá la Cuarta Trasnforma­ción? El mensaje de Mérida dice que no.

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