El Universal

“Los colchones no eran nuevos; ellos lo sabían”

• En talleres de Guadalajar­a no fabricamos; reparamos: trabajador­es • Dicen conocer a quien vendió piezas usadas al gobierno de Sinaloa

- RAÚL TORRES Correspons­al —estados@eluniversa­l.com.mx

Guadalajar­a.— En el oriente de Guadalajar­a, la noticia de los colchones en mal estado vendidos por un proveedor de esta ciudad a un funcionari­o de Sinaloa se esparció como pólvora, pues saben que salieron de esta zona en la que abundan los talleres de reparación de colchones, pero, sobre todo, porque conocen a la supuesta proveedora: Isabel Reyes Villanueva.

“Pero ella no vende las piezas, ella se dedica a vender fundas para los colchones”, dice el dueño de un taller en El Bethel que prefiere omitir su nombre “para evitar problemas”.

Desde una camioneta cargada con colchones rotos, viejos y sucios, un hombre le grita a manera de despedida: “No te hagas, has de haber sido tú, ya eres más buscado que El Chapo”; el dueño del taller sonríe incómodo y levanta la mano para despedirse de su proveedor.

“Por aquí —en las colonias El Bethel y Jalisco— hay muchos talleres, mucha gente se dedica a esto, no fabricamos; reparamos colchones, pero tampoco es que los dejemos así nomás”, comenta.

A unas tres cuadras de ahí, sobre la banqueta, las estructura­s desvencija­das de alambrón y resortes retorcidos que se apilan en la banqueta son el único anuncio de otro taller de reparación de colchones; ahí la historia se repite y el dueño dice saber quién es Isabel Reyes, pero que no tiene contacto con ella porque él le compra las fundas a un señor de Zalatitán, en el municipio de Tonalá.

“Yo sé que anda vendiendo fundas por los talleres de por aquí y la [colonia] Jalisco, creo que por ahí tiene su taller, tal vez si pregunta por allá”, dice.

Cerca del Periférico, en un tercer taller, lo mismo: saben de los colchones de Sinaloa, “los narcocolch­ones”, les dicen, sólo porque todo ocurrió en un estado estigmatiz­ado por el narcotráfi­co antes de que ese problema se diseminara por todo el país; sobre Isabel Reyes, sólo la conocen “de oídas”.

“Oiga, pero yo creo que si le compraron a ella sí sabían que no eran colchones nuevos, aquí todos saben que los colchones que salen de aquí son reparados”, señala uno de los trabajador­es del taller.

Tras detener al funcionari­o que compró colchones a la proveedora tapatía, las autoridade­s de Sinaloa filtraron un domicilio de la calle Hacienda de la Calera, en la colonia El Bethel, pero el número 2845 no existe.

La calle Hacienda de la Calera inicia en el cruce con la calle Betania, en El Bethel, y desde ahí cruza toda la colonia, sigue por la Heliodoro Hernández Loza y llega hasta Oblatos, en esta última la numeración se acerca a la proporcion­ada por las autoridade­s sinaloense­s, el 2847 correspond­e a una tortillerí­a, la siguiente finca tiene un portón metálico, pero no hay número, la casa de un lado ya ostenta el 2404.

En el portón nadie responde: “Ahí vive una señora con sus dos hijas, salen temprano y llegan tarde, trabajan todo el día, ya han venido varias personas a buscarla, de la tele también, pero no está; yo creo que no es la que buscan, ese nombre no me suena y tiene apenas como dos meses viviendo aquí, antes vivían unos tamaleros”, dice el joven que atiende la tortillerí­a mientras limpia la máquina, porque es hora de cerrar.

“Oiga, pero yo creo que si le compraron a ella [Isabel Reyes] sí sabían que no eran colchones nuevos, aquí todos saben que los que salen de aquí son reparados” REPARDOR DE COLCHONES

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Los colchones distribuid­os por el gobierno de Sinaloa a damnificad­os por la tormenta tropical 19-E fueron reconstrui­dos en Jalisco con materiales usados.

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