El auto que escribe historia
El Universal es el primer medio mexicano en manejar el Tesla Model 3, auto que ha arrasado en ventas de los vehículos de lujo en EEUU. Conoce nuestras impresiones.
En el auge de la producción automotriz en Estados Unidos el polo de desarrollo rápidamente se integró en la ciudad de Detroit y sus alrededores. En esta región se tenía acceso a fundiciones, acero de Pittsburgh y madera de diversas regiones para las carrocerías, que hace un siglo eran la materia principal para ese componente. La diversificación de proveedores facilitó la integración de la industria, y los competidores aislados que trabajaban desde otras regiones finalmente fueron absorbidos por los tres grandes fabricantes de Detroit.
Casi un siglo después, surge Tesla, una compañía cuya principal ambición es lograr una movilidad que no afecte al planeta y, ante la carga tecnológica que su propuesta requiere, su instalación no se dio en la tradicional Detroit, sino que eligieron como hogar la bahía de San Francisco, en cuya ribera se hallan los jugadores que están liderando el mundo de la tecnología.
En el santoral de poblaciones que rodean la bahía, de San Mateo a San José, los nuevos santos tienen sus templos: Google, Apple, Cisco, Intel, Facebook, Twitter, todos se hallan a unos minutos de manejo entre sí, y un paso más atrás, en condominios y chalets californianos, decenas de miles de profesionistas: programadores, innovadores, inversionistas, desarrolladores, quienes al ser cooptados por Tesla no necesitan cambiar de residencia para integrarse al equipo de Elon Musk.
Es precisamente aquí en donde nos toca probar por primera vez para un medio mexicano la más reciente propuesta de Tesla, el Model 3, en el corazón de este ecosistema de innovación y no en una pista de competencias. Para ello, el fabricante nos prestó una unidad en color rojo, con propulsión al eje posterior, y la misión de convivir 24 horas para determinar sus pros y contras. Tesla nos entrega la unidad en su centro de atención a cliente de San Francisco.
Al abordar lo primero que destaca es la limpieza de su tablero, caracterizada por la ausencia de botones. El vehículo cuenta con un botón: el de las intermitentes, y ni siquiera está propiamente en el tablero, sino en el módulo superior del techo, junto al retrovisor y los focos de iluminación interior. Todo lo demás se ha ido, ofreciendo los controles desde su pantalla central de 15 pulgadas o la app del celular. Pareciera un modelo conceptual, pero es real.
El tablero está acentuado con una hoja de madera que recorre de lado a lado, y sus salidas de climatización discretamente integradas a todo lo largo, cuyos controles también se hallan en la pantalla. El poste central del volante cuenta con botones de control multifunción con los que se ajustan los espejos, y desde los cuales también se controlan posición del volante, volumen y selección de audio, así como la velocidad y distancia al vehículo al frente. La consola central tiene dos depósitos de carga con tapa de acabado piano de cierre suave. El techo panorámico corre a todo lo largo de la cabina, desde el parabrisas hasta convertirse en el medallón.
Para acceder, simplemente hay que portar una delgadísima tarjeta informática en la cartera, que elegantemente solo está rotulada con la marca de la empresa. La marcha del Model 3 se activa con un toque del freno; de la palanca de cambios al lado del volante se elige Drive y estamos avanzando. Dos toques de esta palanca hacia abajo activan el modo Autopilot, que mantiene al auto avanzando en el tráfico citadino, conservando el carril y la distancia al vehículo al frente. Puede usarse en ciudad, pero se disfruta más en autopista.
El primer miedo al conducir un eléctrico queda olvidado en cuanto notamos el rango disponible al arranque. Más de 350 kilómetros con la carga inicial, suficiente para los recorridos del
día. Nos dirigimos a la legendaria calle Lombard, cuyo trazo zigzagueante atrae a cientos de turistas cada día.
Nos desplazamos a la zona de miradores del Golden Gate. Para llegar ahí, el sistema de navegación nos marca la ruta más eficiente para encontrar el punto ideal para tomar la foto. La ruta pasa por zonas de altos pinares e interesantes curvas, a las que la suspensión del Model 3 en su calibración sport aprovecha alegremente. El paseo a bordo de esta unidad eléctrica se convierte en un goce de los sentidos, por la brisa del Pacífico cargada de aroma a pinos, el sonido del viento y de su potente sistema de audio alimentado por canales streaming que, afortunadamente, reprodujo “Sharp Dressed Man” de ZZ Top, tema ideal para gozar una conducción entusiasta. La música solo se acompaña del zumbido tecnológico del motor eléctrico del Tesla.
Llegando a tomar fotos a la base del icónico puente, varios turistas preguntan acerca de prestaciones y precio del auto, obteniendo impresiones contrastantes. Interrumpe la sesión de foto un platicador septuagenario, visitante de Tahoe, quien menciona entusiasmado que el vehículo le llama poderosamente la atención, pero tenía dudas en cuanto a desempeño y rango. Las cifras de aceleración de 0 a 100 km/h en 5.6 segundos actual (muy cerca de las cifras de un BMW 330 o un Audi A5) y las futuras planeadas, de 3.5 segundos, además de los ocho años de garantía en las baterías lo convencen de acudir a pedir su prueba de manejo.
Después de la sesión de fotos, elegimos el siguiente destino, recibiendo constantemente pulgares arriba de transeúntes quienes observan la llamativa silueta del vehículo equipado para esta prueba con rines de 20 pulgadas.
La siguiente parada es la playa surf de “Ocean Beach Fire Pits”, en donde únicamente dejan prender llamaradas en zonas preestablecidas. A lo largo de esta atracción turística, la autopista denominada sencillamente Great Highway ofrece 12 kilómetros de línea recta en ida y vuelta, para hacer la obligada prueba de Autopilot en esta unidad. Aquí pudimos volver a comprobar las ventajas de este poderoso sistema.
Las recuperaciones del Model 3 son uno de sus valores añadidos, teniendo un desempeño de un sport sedán Premium acorde a su precio base, y un tratamiento de la suspensión al conductor acorde.
Solo por curiosidad, en Cupertino hicimos pausa técnica de recarga, acudiendo a uno de los Superchargers disponibles en uno de los centros comerciales de la zona, entre minivans, Lotus, Ferrari y Corolla, pues conviven en este suburbio talentos de la industria con compensaciones astronómicamente disímiles. La recarga era innecesaria para fines de la prueba, la batería subió del 60 al 85 por ciento, y continuamos en la ruta a la fábrica Fremont. Lo que encontramos ahí no era lo esperado.
Al acercarnos a la planta Tesla, ya cayendo la noche, se destaca la saturación de los hoteles en su derredor, y pudimos notar esta situación por lo repleto de sus estacionamientos: se hallaban repletos de “madrinas”. Estos camiones de transporte de vehículos estaban preparándose a realizar las recolecciones correspondientes al corte del periodo. La compañía reportó unos días después las cifras de cierre: 53 mil 239 en ese trimestre. Madrinas en flujo constante llegaban al patio de maniobras de hectáreas de extensión, para ser rellenadas de Teslas, para luego retirarse en secuencia coordinada a entregar los Model 3 a compradores en territorio estadounidense y canadiense.
A la mañana siguiente llegamos para realizar la sesión de fotos al frente de la planta, y encontramos el estacionamiento frontal totalmente lleno de vehículos de obreros y proveedores, además del flujo constante de madrinas, vacías entrando y llenas saliendo en los corredores que llevan a la planta. Estando en sesión de foto se acerca un trabajador ataviado en camisa a cuadros, pantalón de mezclilla y botas de trabajo. Me pregunta si el Model 3 es mío. “Es una unidad de prensa, para reportaje y fotos” respondo. “Qué pena” menciona “justo me entregaron el mío el fin de semana”, responde contento. Lo felicito y se retira a paso veloz y alegre, enfilando su camino a la entrada de la planta. Hizo eco, en ese momento, aquel principio de otro innovador de la industria, Henry Ford: "Quiero producir coches que mis trabajadores puedan comprar".
Nos retiramos de la planta de Fremont y minutos después entregamos el vehículo de prensa en otra locación de Tesla, tras 24 horas de convivencia con el Model 3. La unidad se queda en el estacionamiento de uno más de los distintos inmuebles que Tesla arrenda en los alrededores de la Bahía de San Francisco. Nos alejamos del Model 3 con la impresión de haber visitado por 24 horas un mundo futurista donde obreros pueden comprar vehículos que no emiten contaminantes y se recargan de energía en centros comerciales. Esto aún no es la generalidad, pero Elon Musk y sus colaboradores la están construyendo, a paso veloz y alegre.
El Tesla Model 3 puede reservarse ya en México con una fecha aproximada de entrega entre la primavera y verano del año entrante.