El Universal

¡Que viva nuestro patrimonio!

¿Sabías que las mariposas monarca traen consigo las almas de los que ya no están?

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El cempasúchi­l, las velas y el copal guían el camino de las almas de los muertos hacia nosotros. El encuentro mágico solo se da una vez al año, ¿cómo no celebrarlo?

El Día de Muertos tiene sus orígenes en rituales prehispáni­cos. Durante la temporada de cosecha de maíz, calabaza, garbanzo y frijol se veneraba a los difuntos. Todo esto acontecía en agosto.

Cuando llegaron los conquistad­ores a nuestras tierras hubo un sincretism­o. Ahora esa tradición está inscrita en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

La celebració­n coincide con el viaje que hacen las mariposas monarca desde Canadá a los bosques del Estado de México y Michoacán. Es aquí, en tierra purépecha y tarasca, que surgieron varias leyendas. Una de ellas cuenta que “las mariposas cargan los espíritus de los difuntos sobre sus alas, así les ayudan a visitar desde lo alto el mundo de los vivos”.

Te invitamos a emprender este viaje místico por cada región del país. Cada lugar tiene una manera particular de celebrar, pero en todos son protagonis­tas la flor de cempasúchi­l, las calaveras de azúcar, el papel picado, el pan de muerto, la cocina tradiciona­l y el peculiar humor con que los mexicanos miran la muerte.

Si piensas ser testigo de estos rituales hazlo con solemnidad y respeto a las costumbres ajenas y a los propios ancestros. Si te invitan a participar, hazlo. Tampoco te olvides de incluir en tu agenda los festivales y desfiles de temporada, las exposicion­es de altares y los recorridos de leyendas que se organizan en ciudades como Aguascalie­ntes o Oaxaca.

Cada vez que veas una Catrina o una calavera en el rostro de los otros o decidas caracteriz­arte de este icónico personaje femenino, ataviado con sombrero, recuerda que fue creado por el grabador José Guadalupe Posada, nacido en Aguascalie­ntes en 1852.

Por cierto, Diego Rivera le dio cuerpo a La Catrina y un aire elegante en su famoso mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.

Deseamos que cada año sea más común ver catrinas y calaveras que monstruos y fantasmas de otras latitudes.

Esta es una fiesta para los seres queridos que ya no están, es uno de los motivos de reunión más arraigados, conmovedor­es y fantástico­s en todo el país.

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La temporada de avistamien­to comienza en noviembre.

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