Popotes, “necesidad creada”
do énfasis en los centros de enseñanza, restaurantes y cines.
La palabra popote proviene del náhuatl “popotl” que significa paja, la cual hace referencia al tallo de las plantas que crecían desde la época precolombina alrededor de la Gran Tenochtitlán, materia prima para fabricar escobas y artesanías.
Como utensilio para pasar un líquido de un recipiente a la boca era conocido también por otras culturas milenarias como pajita, absorbente, carrizo, sorbete, calimete, cañita o pitillo.
Los sumerios habrían sido los primeros en utilizarlos para succionar bebidas; testimonios egipcios muestran el uso de la caña como instrumento para ingerir cerveza, y de los babilonios han trascendido evidencias de que los elaboraban en oro para uso exclusivo de la realeza.
Poco a poco su empleo se extendió por el mundo para evitar la propagación de enfermedades por falta de higiene.
No fue hasta 1888 cuando al estadounidense Marvin Stone se le ocurrió trasladar el modelo aplicado al tabaco para fabricar cigarrillos a la elaboración de popotes para beber whisky. Primero intentó con tiras de papel enrolladas en espiral y cubiertas de parafina, invento que patentó para luego distribuirlo en bares y restaurantes.
Para 1940 comenzó la fabricación de los popotes tal y como los conocemos actualmente: de plástico, dado que este material es resistente, además de mantener el sabor original de las bebidas.
Estas pajillas están presentes en acciones tan cotidianas como ingerir bebidas, frías o calientes; los hay de polipropileno y de polietileno, de forma recta, de periscopio para darle dirección al líquido, corrugado en la parte alta para poder doblarlo, y en espiral; pequeño si va integrado al recipiente, o como agitador para bebidas calientes.
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