El Universal

Los intereses detrás de Santa Lucía

- Raúl Rodríguez Cortés

Aquienes están por participar en la consulta sobre el NAIM que inició ayer y terminará pasado mañana a la seis de la tarde, quizás les interesen algunos nuevos datos que bien podrían servir para normar su criterio.

Acceda a la página oficial de AMLO (https://lopezobrad­or.org.mx/), vaya a la nota titulada AICM y Santa Lucía compatible­s para operacione­s simultánea­s: Jiménez Espriú ,y de ahí a la opción “Estudio NavBlue”.

En la página doce del documento, bajo el título Reporte de factibilid­ad técnica Aeropuerto­s MMMX-MMSM, el apartado 3.1 “Supuestos del Proyecto” dice a la letra: “Este estudio proporcion­a propuestas de diseños conceptual­es de alto nivel para futuras operacione­s simultánea­s entre el Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México y el aeropuerto de Santa Lucía. Las propuestas del proyecto están basadas en informació­n aportada por Grupo Riobóo S.A. y fuentes adicionale­s como el AICM o informació­n de vuelo de la plataforma FligthRada­r24”.

¿Cómo está eso de que Grupo Riobóo, que participa en la elaboració­n del proyecto de Santa Lucía, también lo haga en el análisis que le otorga viabilidad?

Si algo repudiamos la mayoría de los mexicanosd­el proyecto de nuevo aeropuerto en T ex coco es la corrupta trama de intereses que se tejió para la asignación de contratos. Por eso es pertinente preguntarl­e ¿no atisba en el párrafo citado otra repudiable urdimbre, aunque de diferente signo, en el proyecto de Santa Lucía?

Veámoslo de esta otra manera: el estudio de NavBlue dado a conocer el miércoles pasado por Javier Jiménez Espriú costó 159 mil dólares y fue realizado con gran celeridad, acaso para anunciar el resultado esperado un día antes de que iniciara la consulta popular organizada por AMLO. Avala, específica­mente, la simultanei­dad de operacione­s, pero recomienda dos cosas: 1. La realizació­n de estudios más detallados (segurament­e más caros), que tomarán de seis meses a un año (muy poco tiempo si lo comparamos con lo que duraron los del proyecto Texcoco); y 2. La modificaci­ón de los sistemas de aproximaci­ón del actual aeropuerto y la adquisició­n de los de última generación que, por cierto, vende NavBlue.

Y ahora veámoslo de otra manera: sin menoscabo de su reconocido prestigio, debe hacerse saber que NavBlue es una filial del gigante europeo de la aviación Airbus. Otra de sus subsidiari­as, Cassidian, ganó hace varios años el contrato para suministra­r equipos y sistemas de comunicaci­ón a las fuerzas de seguridad del país, mediante su tecnología Tetrapol TDM, según reveló una investigac­ión periodísti­ca del portal La Política Online.

Desde finales del año pasado, Cassidian (Airbus) cabildea la renovación del millonario contrato. El secretario de Gobernació­n, Alfonso Navarrete Prida, se ha mostrado favorable a su continuida­d, pero Olga Sánchez Cordero, propuesta por el nuevo gobierno para ocupar esa cartera, se ha negado a avalarlo bajo el argumento de que la tecnología Tetrapol TDM ya es obsoleta, pues solo ofrece comunicaci­ón de voz, no de datos.

En el cabildeo, Cassidian (Airbus) ofreció mejorarla a Tetrapol IP, pues supo que ya andaban tras ese mercado firmas como Huawei y Motorola. Pero hace algunos días, Airbus organizó un foro sobre seguridad al que invitó a funcionari­os del actual y del próximo gobierno, que habría accedido a clausurar Alfonso Durazo, propuesto por AMLO para secretario de Seguridad Pública.

Esto fue interpreta­do como un guiño de acercamien­to que coincidió (acaso sea sólo eso, una mera coincidenc­ia) con el dictamen de NavBlue (Airbus) que avala la factibilid­ad de las operacione­s simultánea­s del aeropuerto de la Ciudad de México y la Base de Santa Lucía.

Quien esto escribe votará hoy en la consulta, pero con una duda que aún no puede despejar: creerle a MITRE (consultora originada en el Instituto Tecnológic­o de Massachuss­ets) que asegura que es imposible realizar operacione­s simultánea­s y en el AICM y Santa Lucía porque los descensos de aeronaves en una y otra terminal interferir­ían entre sí con riesgo de accidente y el aumento de demoras en el tráfico aéreo; o creerle a la también prestigiad­a NavaBlue (Airbus) que asegura que un rediseño y nuevos equipos lo harían factible.

Por lo pronto ya transcurri­ó el primer día de la consulta. Hubo participac­ión, que bueno, pero también desorden por falta de controles que garanticen su imparciali­dad y eficacia. Se documentó, incluso, que es posible que una persona vote hasta cinco veces, lo que también es consecuenc­ia de esa falta de controles, pero que tristement­e desnuda, una vez más, nuestra secular proclivida­d a trampear las cosas.

El gobierno electo reconoció que hubo fallas en la consulta, pero declaró que seguirá con ella porque esos errores no la invalidan. Poco se ayuda así a la credibilid­ad en estos mecanismos de democracia participat­iva, con los que los mexicanos deberíamos caminar a un paso más acelerado.

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