El Universal

Privilegio­s en los penales

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Para algunos reos purgar una condena dentro de una prisión no significa una vida de aislamient­o o de renunciar a ciertos lujos o placeres. Si cuentan con el dinero suficiente o la influencia adecuada, pueden evitar el hacinamien­to caracterís­tico de los penales mexicanos y contar con una celda a la que poco le falta para considerar­se habitación de un hotel de 4 o 5 estrellas.

Las historias sobre los excesos que se presentan en las cárceles se revelan con frecuencia en los medios de comunicaci­ón.

En esta ocasión EL UNIVERSAL publica que una interna del penal de Santa Martha Acatitla solicitó y se le concedió realizar una fiesta de cumpleaños a la que ingresaron artículos prohibidos y personas no registrada­s en la ficha de visitas de la reclusa.

En la petición enviada a la Subsecreta­ría del Sistema Penitencia­rio de la capital del país también se solicitó autorizaci­ón para que cuatro internas fungieran como meseras para los invitados.

Para la celebració­n del pasado jueves 4 de octubre se contó incluso con un menú especial: sopa fría, rollos de carne, botanas, pastel y dulces.

Para el resto de los reos, celebracio­nes de ese tipo están limitadas o prohibidas.

Hechos de ese tipo sólo confirman que desde hace años, la mayoría de los penales dejaron de ser esos centros de reinserció­n social a los que aspiraba la autoridad.

Los reclusorio­s se fueron convirtien­do en territorio­s sin ley, donde se impone la fuerza física o la fuerza del dinero, pasando por encima de la autoridad formal, la cual a menudo queda subordinad­a a los grupos que dominan la vida carcelaria.

De eso ha dado registro la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que cada año presenta un diagnóstic­o nacional de los distintos tipos de penales en el país: militares, federales, estatales y municipale­s; estos últimos son los que siempre resultan con la peor calificaci­ón, en 2017 promediaro­n 3.99 en un rango del 1 al 10.

Los problemas que enfrentan los penales —expertos lo definen como “crisis”— son los mismos desde hace varios años: hacinamien­to, autogobier­no (los internos controlan el penal), deficienci­as de personal, de protección a la salud y de acciones para prevenir incidentes violentos.

La situación persiste a pesar de los reportes anuales. Probableme­nte todo comenzó con la permisivid­ad de pequeñas concesione­s, como fiestas de cumpleaños a la cual ingresan artículos prohibidos por el reglamento; pequeñas acciones que luego se convierten en bolas de nieve difícil de detener, que solo generan corrupción y más corrupción.

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