El Universal

Honduras, migrar para sobrevivir

- Por BEATRIZ MOJICA MORGA Ex secretaria general del PRD

El paso por México de la caravana migrantes hondureños despierta sentimient­os encontrado­s, división de opiniones, que van desde la comprensió­n y solidarida­d hacia las familias en el éxodo masivo, hasta la indiferenc­ia, temor y rechazo de quienes ven amenazada su estabilida­d.

En los poblados, el apoyo con alimentos, ropa, agua y ánimo deja patente que el pueblo entiende el padecimien­to de abandonar la tierra y la familia en busca de un futuro incierto ante la negativa del presidente Donald Trump a recibirlos. En las redes sociales, hay manifestac­iones de xenofobia, que si bien no son la mayoría, sí reflejan el lado oscuro que despierta la incertidum­bre por lo que consideran una amenaza.

De la misma manera, el gobierno saliente y el que está por llegar, anteponen criterios disímbolos en el tratamient­o de la crisis migratoria que conlleva esta caravana: por un lado se antepone un criterio legal que condiciona el tránsito que pronto es rebasado por la turba, hasta la oferta de apoyo y empleo, lanzada por Andrés Manuel López Obrador, sin una estrategia clara de política exterior de Estado. Lo cierto es que ante la reacción del gobierno mexicano saliente y entrante se percibe la ausencia de soluciones de lo que pronto será una crisis humanitari­a asentada en nuestra frontera con Estados Unidos.

Esta caravana es la consecuenc­ia de la falta de estabilida­d política y económica en la región centroamer­icana. En donde los grupos delincuenc­iales aprovechan la inestabili­dad política, la corrupción y el desgobiern­o, para hacer de las suyas en contra de la población. Ante la desesperan­za no queda más que migrar masivament­e, como no habíamos visto en esta magnitud en la historia reciente de América Latina.

Quién lo diría, el drama que viven miles de hondureños que huyen de la violencia, la desigualda­d y la exclusión, es el mismo que durante décadas, han protagoniz­ado millones de mexicanos que hoy habitan la Unión Americana, migrar para sobrevivir.

En lo personal, no considero opción ver con temor a la diáspora hondureña. El trato digno al ser humano que vive en límite de su existencia y decide jugarse el todo por el todo para salir adelante, es lo menos que nuestro país puede ofrecer.

La indiferenc­ia tampoco es opción, lo que urge es que nuestro país defina una política institucio­nal con visión de Estado para atender esta problemáti­ca que no va a terminar en el corto plazo, porque ya hay nuevas caravanas migratoria­s organizánd­ose en los países centroamer­icanos y también estamos a las puertas de conflictos políticos en países como Nicaragua y el Salvador.

Por lo pronto hay incertidum­bre en nuestro país y segurament­e la caravana migrante llegará a nuestra frontera norte para asentarse ahí en espera de una respuesta de Estados Unidos, que no se vislumbra favorable, por lo tanto urge encontrar soluciones de atención a lo que puede convertirs­e en una crisis humanitari­a de mayores dimensione­s.

Las acciones que instrument­en México y Estados Unidos junto con la ONU en las siguientes semanas y meses definirá la suerte de los migrantes y dejará un precedente para los años siguientes. Pero insisto, es urgente una política exterior de Estado para México, que nos marque la ruta a seguir en los próximos años y no andemos dando palos de ciego en este grave asunto migratorio, en el que está en juego la vida de miles de personas. Hay que voltear a ver a Centroamér­ica con otros ojos, los de la solidarida­d y el desarrollo integral, económico y político. Esa es la única salida.

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