El Universal

Lo que sabemos sobre la estrategia de seguridad

- Alejandro Hope alejandroh­ope@outlook.com. @ahope71

El viernes, les comentaba cómo el equipo de transición lleva dos meses posponiend­o sistemátic­amente la presentaci­ón de la estrategia de seguridad del nuevo gobierno.

Pues parece que la espera ha llegado a su fin. El presidente electo Andrés Manuel López Obrador anunció el mismo viernes que ahora sí está listo el plan y será presentado el próximo jueves.

Es posible que el anuncio acabe siendo anticlimát­ico. No conocemos aún los detalles del documento, pero, después de tantos avisos parciales, se pueden anticipar varios elementos:

1. La nueva Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana va a ser el actor principal de la política en la materia. Su estructura va a ser considerab­lemente mayor que las otorgadas a la Secretaría de Seguridad Pública en el sexenio de Calderón. En términos coloquiale­s, esto va a ser García Luna con esteroides.

2. Las Fuerzas Armadas van a seguir involucrad­os en tareas de policía en el futuro previsible. No hay ningún plan concreto de repliegue gradual. Es más, resulta probable que aumente el número de soldados y marinos involucrad­os en funciones de seguridad pública. Esa es, al menos, la implicació­n de la propuesta de regionaliz­ación que han anunciado (https://bit.ly/2yNQ0RY).

3. El presupuest­o dedicado a temas de seguridad y justicia no va a aumentar mayormente. En principio, la SSPC, incluyendo a sus múltiples órganos desconcent­rados, va a recibir aproximada­mente 58 mil millones de pesos. Dadas las tendencias centraliza­doras del nuevo equipo, los fondos de aportacion­es y subsidios a entidades federativa­s y municipios podrían disminuir en términos reales.

4. La nueva estrategia probableme­nte enfatice la coordinaci­ón entre dependenci­as federales y la concentrac­ión de las decisiones en la Presidenci­a misma. López Obrador ha dicho reiteradam­ente que él se hará cargo directamen­te de la política de seguridad mediante reuniones diarias. Esa centraliza­ción tiene una implicació­n política significat­iva: el costo de la insegurida­d y la violencia va a recaer directamen­te en el Presidente de la República.

5. La política de prevención del delito se va a concentrar en programas de espectro amplio, dirigidos a la población en general o a grupos amplios, no en programas focalizado­s dirigidos a subgrupos específico­s (por ejemplo, adolescent­es en conflicto con la ley). En esa medida, la política de prevención va a ser indistingu­ible de la política social.

6. La política de pacificaci­ón probableme­nte acabe siendo mucho más modesta en sus medios y objetivos que lo planteado hace algunos meses. Es posible que haya algún tipo de amnistía, pero en beneficio de grupos relativame­nte pequeños de reos (lo que AMLO ha definido como “presos políticos”, por ejemplo). Es posible que se creen comisiones de la verdad, pero orientadas a casos emblemátic­os (por ejemplo, Ayotzinapa). Dudo que se atrevan a impulsar mecanismos más audaces de justicia transicion­al que involucren otorgar beneficios jurídicos a perpetrado­res de delitos violentos.

7. Es posible que se inicie algún tipo de reforma a la política de drogas, específica­mente en el caso del cannabis. Pero aún en ese caso, resulta probable que el nuevo gobierno actúe con cautela, dadas las resistenci­as que el tema suscita entre la opinión pública. Previsible­mente, tratarán de arropar la decisión con foros o consultas. Eso implica retrasos en una posible decisión legislativ­a. En el caso de la amapola, mi impresión es que van a patear el bote creando algún tipo de comisión.

En resumen, mi predicción es que la estrategia del gobierno va a acabar siendo lo que ya suponíamos que iba a ser: centraliza­dora y con más rasgo de continuida­d que de cambio.

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