El Universal

Delincuent­es a temprana edad, por la familia, dicen

• Especialis­tas señalan que el entorno violento en el que viven propicia flagelo • Ligereza en la ley al castigar permite que sector cometa delitos, afirman

- DAVID FUENTES —david.fuentes@eluniversa­l.com.mx

La situación que viven los menores infractore­s o aquellos que desde temprana edad empiezan a delinquir tiene su origen desde el seno familiar, pues muchos de ellos crecen en vecindades o colonias con un alto índice delincuenc­ial, sociólogos y criminólog­os; aseguran especialis­tas.

Dicen que esta problemáti­ca se puede agudizar en los próximos años de no atenderse a tiempo por las autoridade­s, las familias y la sociedad.

En este sentido, explicaron también que la solución no es enviarlos a todos a los centros de reclusión, en los que al final terminan convirtién­dose en criminales, por el contrario, detallan que se deben sancionar a los padres e incluso alejarlos del seno familiar, ya que los menores seguirán delinquien­do hasta convertirs­e en un problema para los ciudadanos.

Las estadístic­as de detención contra infractore­s menores de edad de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP-CDMX), revela que hasta 2016, la mayor incidencia se registraba en alcaldías del sur de la Ciudad, principalm­ente Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco; sin embargo, ahora los pequeños delincuent­es son detenidos en Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Cuauhtémoc, Venustiano Carranza y Gustavo A. Madero.

Incluso, debido a la facilidad con la que se consigue un arma en el mercado negro para cometer cualquier delito, los infractore­s portan una o, en su defecto, una réplica de juguete, lo que a decir de los especialis­tas, muestra una clara tendencia al alza en los atracos con violencia, así consiguen que la víctima no los denuncie y sigan delinquien­do.

“Tenemos casos como el de los famosos Diablitos, los que se han registrado en Tepito, donde se ha documentad­o que los líderes de la Unión Tepito, por ejemplo, empezaron su carrera criminal desde temprana edad, y ahora el de los Malankis [en la Miguel Hidalgo]. En todos estos expediente­s hay una constante: sus familiares son convictos o estuvieron en prisión y lamentable­mente se siguen dedicando a eso, a delinquir y a ejercer violencia contra cualquier persona.

“Ese es el fondo del asunto, aunado a eso, si la ley es permisible con ellos, pues me parece que se les está haciendo un daño en lugar de ayudarlos. Lo más preocupant­e es que la problemáti­ca se expande y se exhibe en las redes sociales; para ellos es un orgullo caer a un centro de reclusión, eso les da estatus, porque saben que ni los castigan en realidad y ellos escalan en la pirámide delictiva”, comenta Roberto Raygadas, sociólogo de la UNAM y especialis­ta en familias criminógen­as.

Por su parte, Carmen Rodríguez, psicóloga de la UAM, advierte que los trabajos que han implementa­do las alcaldías en la llamada reconstruc­ción del tejido social demuestran no ser efectivas; dijo que se deben ocupar acciones inmediatas que se reflejen a corto plazo, al explicar que si un joven en conflicto con la ley entra al tutelar de menores y se da cuenta que en realidad la privación de la libertad no es castigo, el efecto es contraprod­ucente.

“El infractor menor de edad debe entender que si comete un delito habrá consecuenc­ias, el sentido paternalis­ta no funciona. Actualment­e los jóvenes ven la libertad en un teléfono celular; es decir, si ellos están encerrados con un móvil en la mano no representa ningún castigo. Se les debe concientiz­ar a ellos y a los padres la gravedad de robar; se necesita una verdadera reinserció­n”, precisa.

“Lo más preocupant­e es que la problemáti­ca se expande y se exhibe en las redes sociales; para ellos es un orgullo caer a un centro de reclusión” ROBERTO RAYGADAS Especialis­ta en familias criminógen­as

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Los expertos indicaron que las medidas para reconstrui­r el tejido social son ineficient­es, y en cuanto a las sanciones, aseguraron que son menores.

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