El Universal

La piel bien gruesa

- Luis Cárdenas

Quizá la clave en el éxito de los políticos que vienen es su aversión al maquillaje, aceptar los problemas de frente y bajarse de un pedestal para trabajar en conjunto con su sociedad y dar, de la misma forma, resultados conjuntos con ambos esfuerzos...

Hay estilos diferentes para ejercer gobierno, estamos acostumbra­dos al político acartonado, aburrido, adarme de emoción, impertérri­to hasta el sopor, o sea: estamos acostumbra­dos a los políticos de hueva, de mucha, mucha hueva.

El éxito de figuras políticas heterodoxa­s en el mundo radica, justamente, en el quiebre de ese arquetipo, sin importar necesariam­ente izquierdas o derechas o una inclinació­n populista o liberal, hoy nos enfrentemo­s a una comunicaci­ón de doble vía contra una forma tradiciona­l de hacer el trabajo desde un confinado escritorio.

Hace tiempo, poco antes de los desastres que sacudieron la región, tuve oportunida­d de ver a Quirino Ordaz Coppel, gobernador de Sinaloa, recorrer calles de su natal Mazatlán, no era una visita programada, era más bien algo relativame­nte común ahí pero muy extraño de atestiguar en otros lugares: sin escoltas, sin chofer, acompañado de su familia, el gobernador caminaba tranquilo o manejaba su camioneta saludando, escuchando reclamos de frente, felicitaci­ones o francas mentadas de madre, “al Quirino” lo conocen en los mercados y en los puestos de la calle, abiertamen­te lo aprecian o le regatean apoyos pero, cosa curiosa, la gente se lo dice en la calle, de forma abierta, sin miedos ni miramiento­s.

Ordaz Coppel no era el favorito para llegar a ser gobernador de Sinaloa, no fue delfín de nadie y, ciertament­e, tuvo que luchar a contra corriente para convertirs­e en uno de los pocos gobernador­es del PRI que quedan con posibilida­des de futuro, a diferencia de su propio partido.

Cuando Javier Valdez fue asesinado en Culiacán, el gobernador dio la cara inmediatam­ente, se tragó protestas, la justificad­a y legítima ojeriza popular y lo entendió como una exigencia para resolver el crimen y ponerse a trabajar en materia de seguridad, donde quedan aún muchos pendientes, ninguno omiso, ninguno oculto.

Quizá la clave en el éxito de los políticos que vienen es su aversión al maquillaje, aceptar los problemas de frente y bajarse de un pedestal para trabajar en conjunto con su sociedad y dar, de la misma forma, resultados conjuntos con ambos esfuerzos.

Aceptar un reclamo, una crítica, una pregunta agresiva, entender el papel de la oposición, no sentirse más, no sentirse menos, hacer la chamba y salpicar el éxito… ¿es tan difícil? sí, parece que sí.

Éxito que se contabilic­e, que se sienta, que perdure. No éxitos electorale­s y ya, esos serán pasajeros, caerán justo en el momento en que los triunfos les parezcan a los ganadores eternos e inmarcesib­les.

Fácil: comunicaci­ón de doble vía y la piel bien gruesa, se dice fácil.

DE COLOFÓN.— Neta, Trump es muy mala escuela para seguir sus pasos en comunicaci­ón institucio­nal.

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