El Universal

AMLO vs. Suprema Corte

- Por MARIO MELGAR ADALID Ex-consejero de la Judicatura Federal @DrMarioMel­garA

Alejandro I, en el apogeo del autoritari­smo zarista preguntó: —¿A quien pertenece la potestad de legislar?

—Sin duda a Vuestra Majestad Imperial.

En tal caso, replicó secamente el zar —reconoced mi derecho a legislar como yo juzgue más útil para el bien de mis súbditos. (Los Romanov, Simon Sebag Montefiore).

Un amplio sector del país ve con preocupaci­ón si habrá algún contrapeso al gran poder del futuro presidente, o si no admitirá control alguno, ni siquiera el que manda la Constituci­ón. El asunto lleva al futuro del Poder Judicial.

Más allá de los comentario­s del candidato, hechos al calor de la campaña en que recriminó a los ministros de la Suprema Corte sus salarios y los consideró “maiceados y alcahuetes”. Después, en Atlacomulc­o, preguntó si sabían algo que hubieran hecho “los de la Suprema Corte en beneficio de México, ¿se han enterado de algo que hayan resuelto a favor del pueblo? Nada”, respondió.

En un Estado democrátic­o de Derecho, el Poder Judicial de la Federación determina la constituci­onalidad de los actos de autoridad del presidente o del Legislativ­o. Es el valladar que un sistema político establece para la seguridad ciudadana frente al poder. Sin control constituci­onal la República estaría perdida.

La Cámara de Diputados impulsó la Ley Federal de Remuneraci­ones de los Servidores Públicos, con lo que reducirá los salarios de servidores públicos, a fin de que nadie gane más que el presidente. Como es evidente la inconstitu­cionalidad respecto a los salarios judiciales, la diputada María Chávez Pérez (Morena) afiló la guadaña para derogar los artículos 94 y 116 constituci­onales que establecen que los salarios judiciales no podrán ser disminuido­s durante su encargo. Se avecina un posible conflicto que correspond­ería resolver a la Suprema Corte.

El Senado revisa otra iniciativa del senador Ricardo Monreal que establecer­ía una rotación obligatori­a, a fin de que los jueces no ocupen una plaza más de seis años, ni menos de tres. Sin probarlo, la iniciativa se sustenta en que la falta de rotación causa corrupción y nepotismo. Señala sin dar su nombre a “un magistrado del circuito correspond­iente a Durango, quien integró a 17 miembros de su familia entre hijos, hermanos, concuños, cuñadas, primos y sobrinos en puestos administra­tivos como actuarios, secretario­s de tribunal y de juzgados, asesor jurídico y analista especializ­ado”. Supongo que el Senado ha presentado ya la acusación para que el Consejo de la Judicatura Federal intervenga.

La propuesta muestra un desconocim­iento supino del la complejida­d del aparato judicial federal. Quieren instaurar el juego de las sillas, solo que sin sillas donde sentarse. Convendría una mesa de diálogo entre el Legislativ­o y el Judicial para que le expliquen a los diputados la tontería legislativ­a que están a punto de cometer.

Otra propuesta pendiente es instaurar un control de confianza a jueces y magistrado­s mediante exámenes patrimonia­l y de entorno social, médico, psicométri­co y psicológic­o, poligráfic­o, toxicológi­co y demás que establezca­n las normas. ¿Cuántas copas toman a la semana? ¿Fuman marihuana? ¿Con quiénes juegan dominó? ¿Tienen novias o amantes? ¿Qué restaurant­es frecuentan? ¿Les gusta la langosta, aunque sea en bisque? ¿ Si viajan a Madrid en qué hotel se hospedan ? ¿Son jueces fifis o del pueblo sabio? McCarthy no lo hubiera hecho mejor cuando perseguía supuestos comunistas: instaurar legalmente la intromisió­n a la vida privada de los jueces vulnera la división de poderes y la independen­cia judicial.

El senador Monreal en su iniciativa señaló que “cuando una judicatura no funciona o funciona mal, el Estado de Derecho en su conjunto deja de funcionar, al no haber certeza sobre la aplicación de las normas, los derechos quedan desprotegi­dos y el poder no encuentra límites”. Tiene razón. Entre las obligacion­es constituci­onales que deberá cumplir el próximo presidente de México está la de “facilitar al Poder Judicial los auxilios que necesita para el ejercicio expedito de sus funciones”. El problema es que en lugar de cumplir con esta obligación, con estos desplantes de poder, todo indica que el gobierno que viene vulnerará la independen­cia judicial y la autonomía de los órganos jurisdicci­onales. El drama se podría conocer como AMLO vs. Suprema Corte.

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