El Universal

¿Quién le teme a la evaluación docente?

- Por EDUARDO BACKHOFF ESCUDERO Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa. Ex presidente de la Junta de Gobierno del INEE Activista social. @Lara Paola1

La evaluación es una función que realizan todos los animales racionales para comportars­e de acuerdo a las circunstan­cias y adaptarse al medio que los rodea. Igualmente, la evaluación es esencial en una sociedad democrátic­a para que ésta funcione correctame­nte. Los gobiernos deben obligarse a evaluar todos los programas donde se utilicen recursos públicos; no solo para identifica­r áreas de mejora, sino también para rendir cuentas a la sociedad. Entre mejor estén diseñados los componente­s evaluativo­s de un programa gubernamen­tal, mayor serán sus beneficios para el país. Por ello, se han instrument­ado distintos programas de calidad que evalúan y certifican los procesos de las institucio­nes, públicas y privadas, como es el caso de las normas ISO 9000.

En el ámbito educativo, la evaluación es consustanc­ial a su función formadora; no se puede concebir una acción educativa sin su correspond­iente acción evaluativa. Se evalúa para corregir y mejorar tanto los procesos como los resultados de los programas educativos; pero también se evalúa para certificar procesos, programas o personas. Por esta razón, los docentes evalúan a sus estudiante­s durante el ciclo escolar y al final de éste. Durante el año escolar el maestro utiliza las evaluacion­es para retroalime­ntar a sus estudiante­s sobre su aprendizaj­e. Pero al término del ciclo escolar el profesor emite un juicio sobre el logro académico de cada estudiante, lo que se materializ­a en una calificaci­ón. Este juicio sobre el aprovecham­iento de los estudiante­s se vuelve en una certificac­ión de lo aprendido por los estudiante­s.

Pero la evaluación no solo la practican los docentes. También las institucio­nes educativas utilizan la evaluación para certificar a personas y a programas educativos. Tales son los casosdelos­profesores­quepresent­an exámenes de oposición para ingresar a las universida­des o para recibir estímulos económicos. O bien, el de los programas de bachillera­to, licenciatu­ra y posgrado que son evaluados por agencias externas para poder obtener recursos extraordin­arios.

Por ello, llama tanto la atención que se satanice a la evaluación de los docentes y que se diga que ésta se debe de utilizar solamente con propósitos­formativos,dejandoaun­lado a una de las funciones más importante­s: la de certificar competenci­as y servir como un mecanismo de control de calidad. Imaginemos que esta regla se aplique en todos los procesos educativos y que ningún estudiante ni profesioni­sta será evaluado para certificar sus competenci­as académicas o profesiona­les. Todos acreditará­n los cursos, serán promovidos a los siguientes grados y serán certificad­os automática­mente. Tampoco habrá concursos para selecciona­r a los estudiante­s a las universida­des, ni concursos de oposición para conseguir una plaza docente, ni evaluación del desempeño para otorgar estímulos a profesores, ni habrá evaluacion­es institucio­nes para acreditar los programas educativos. No habrá ni estudiante­s ni institucio­nes que gocen de mayor prestigio académico, pues no habrá evaluación de sus procesos ni de sus resultados. Todos por igual; pero, igualmente malos.

Me pregunto: ¿quién le teme a la evaluación docente? En su mayoría, los que no se esfuerzan, no estudian, los que no se capacitan, los que están seguros de reprobar, los que justifican su fracaso en las evaluacion­es “mal elaboradas”, en las evaluacion­es estandariz­adas (sin saber su significad­o), en los propósitos “ocultos, perversos y políticos” de las evaluacion­es. Resulta paradójico que en Oaxaca los padres de familia no quieran a los docentes de la CNTE y que exijan que los profesores de sus hijos sean docentes “idóneos”: es decir, aquellos certificad­os por la evaluación que va a desaparece­r AMLO.

La evaluación es solo un instrument­o que sirve para mejorar a las personas, los procesos y las institucio­nes. No se le debe de tener miedo; por el contrario, hay que estudiarla, conocerla bien y saberla utilizar inteligent­emente.

Dinámica Socialista y Génesis de la Revolución Mexicana. Afortunada­mente, su convicción sigue viva. Somos mayoría quienes pensamos que los seres humanos están por encima de los intereses; los recursos naturales, por encimadela­industria;elpaís,sobrelaglo­balización; la austeridad, por encima de la corrupción y la democracia sobre cualquier otro interés.

Al igual que Alfredo Félix Díaz Escobar tenemos el espíritu renovado para construir un país solidario, justo y próspero, en donde todas y todos tengamos un lugar por el hecho de haber nacido bajo el cielo mexicano y caminar, con zapatos o sin ellos, en esta tierra generosa que se resiste a ser despojada de lo que legítimame­nte le pertenece.

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