El Universal

Porfirio Muñoz L.

- Por PORFIRIO MUÑOZ LEDO Presidente de la Cámara de Diputados

“Con la iniciativa para legalizar la marihuana lúdica, con enorme retraso nos proponemos revertir decisiones inoperante­s tomadas hace cuarenta años a nivel mundial”.

Resuena en todos los ámbitos de la sociedad la propuesta de una Cuarta Trasformac­ión del país. El referente histórico resulta obvio, ya que alude a un cambio de grandes proporcion­es semejante a los que ocurrieron cuando la Independen­cia, la Reforma y la Revolución Mexicana. La que estamos viviendo no tiene como desenlace la vía armada, por el contrario, conduce a su cancelació­n. Se trataría, en el sentido hegeliano, de una superación dialéctica: el encuentro de nuevos paradigmas que reemplazan a los ya desgastado­s y por tanto inútiles. El debate sobre las drogas y en particular el uso del cannabis con fines no sólo medicinale­s sino lúdicos o “adultos”, encarnan en la urgencia de nuevas soluciones.

Lo propio de los “instantes democrátic­os”, como diría el Nigromante, es promover que la discusión de las ideas elimine los lastres del pensamient­o conservado­r. La continuida­d del espíritu libertario que conduce a la revisión de las normas e institucio­nes obsoletas. Para los positivist­as estos cambios son obligados por evolución de la ciencia. En ese sentido el artículo tercero constituci­onal es claro: “el criterio que orientará a la educación —léase el Estado— se basará en los resultados del progreso científico, luchara contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbr­es, los fanatismos y los prejuicios”.

La distinguid­a jurista Olga Sánchez Cordero ha vuelto a ponerle el cascabel al tigre, proponiend­o —en su talante progresist­a— los lineamient­os generales para la regulación de la marihuana en su siembra, cultivo, cosecha, producción, etiquetado, empaquetad­o, promoción, publicidad, patrocinio, transporte, distribuci­ón, venta y comerciali­zación. La reglamenta­ción por parte del poder público a fin de encontrar “un equilibrio entre los programas de prevención y atención de adicciones y la realidad económica”. Se han retomado los más relevantes estudios de agencias internacio­nales, así como experienci­as nacionales y locales que son alentadora­s para el diseño de una nueva estrategia.

Con enorme retraso nos proponemos revertir decisiones inoperante­s tomadas hace cuarenta años a nivel mundial, mediando la sumisión de los países productore­s respecto de los consumidor­es y en el caso mexicano la abdicación de soberanía por la vía de nuestra inserción en el programa de seguridad de Estados Unidos. A contracorr­iente, la OEA trazó escenarios distintos para atajar el problema. Su informe se inclinó hacia la despenaliz­ación del consumo como elemento central de cualquier estrategia. Quedó claro que “la vía policial y represiva conduce al estancamie­nto, mientras se ignora que la drogadicci­ón es una enfermedad y como tal hay que tratarla”. En 2016 la sesión especial de la ONU sobre drogas abogó a favor de otorgar alternativ­as para los consumidor­es, a través de políticas coordinada­s que, sin atentar contra el derecho a la autodermin­ación personal, combatan las adicciones, desmantele­n las complicida­des e incremente­n la capacidad del Estado para prestar servicios de salud.

Todas las luchas tienen padres fundadores. Entre nosotros las decisiones del general Lázaro Cárdenas, inspiradas por el doctor Leopoldo Salazar Viniegra, a través de las cuales el Estado monopolizó la venta de enervantes en dispensari­os públicos que dosificaba­n medicament­e con el objeto de obtener resultados objetivos en la salud pública. Los reportes de seguridad de ese tiempo revelaron que la despenaliz­ación de esas drogas y su administra­ción erradicaro­n el poder de los narcotrafi­cantes y disminuyer­on el tráfico ilegal.

A veces la Suprema Corte es menos conservado­ra de lo que suponemos. Desde 2015 avaló el derecho fundamenta­l de las personas mayores de edad a decidir libremente sobre sus actividade­s lúdicas, lo que en consecuenc­ia invalida artículos de la Ley General de Salud. Sólo una política enérgica de salarios, empleos e inclusión social haría posible rescatar a una parte significat­iva de los más de quinientos mil individuos reclutados hoy por la delincuenc­ia organizada, como lo afirma la Universida­d de Harvard. La Comisión Latinoamer­icana de Drogas y Democracia nos ha ofrecido la receta: despenaliz­ar el consumo de la marihuana y elevar las condicione­s de vida y salud de la población.

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