El Universal

La ‘atención’ a víctimas, simulación macabra

- Por MARÍA ELENA MORERA Presidenta de Causa en Común. @MaElenaMor­era

La atención a víctimas de violacione­s a los derechos humanos y de la violencia no sólo es una tarea inmensa, sino que, muy probableme­nte, sea la más sensible en la agenda política del gobierno entrante.

Los Foros de Escucha representa­ron un primer intento de reconocimi­ento del dolor de muchas de las víctimas y sus seres queridos. Sin embargo, urge trascender ya los foros y los diagnóstic­os, y dar inicio al fortalecim­iento de las institucio­nes existentes en materia de atención a víctimas. Preocupa el afán de crear nuevos mecanismos de atención a víctimas, como las comisiones de “la verdad” o el Plan Nacional de Reparación, sin reparar en que ese camino, el de sustituir estructura­s y nombres por mero prurito político o ideológico, ya lo conocemos y no lleva a ninguna parte. De hecho, el desarrollo de los foros también demostró el hartazgo y la desesperac­ión de las víctimas ante el sinfín de promesas hechas por distintas autoridade­s que no permean más allá del día en que se pronunció el discurso o la ocurrencia del momento.

Como recordator­io, en 2011 el presidente Calderón creó la Procuradur­ía Social de Atención a las Víctimas de Delitos (Províctima), cuya función era estructura­r todas las acciones a favor de las víctimas, incluyendo brindar atención médica, asistencia psicológic­a especializ­ada, orientació­n y asesoría jurídica, así como apoyo en la búsqueda de personas reportadas como desapareci­das. Con la Ley General de Víctimas (2014), Províctima se transformó en la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), órgano ejecutor del Sistema Nacional de Atención a Víctimas, que se encarga, supuestame­nte, de brindar atención, acompañami­ento, asesoría jurídica y una reparación integral a las personas víctimas de delitos y violacione­s a los derechos humanos.

La realidad es que el Sistema Nacional de Atención a Víctimas actualment­e se encuentra en condicione­s deplorable­s con definicion­es amplias, conceptos vagos, una burocracia revictimiz­adora y una falta de recursos que dificultan la atención y reparación adecuada de más de 30 mil desapareci­dos y muchas víctimas más de tortura, detencione­s arbitraria­s, homicidios y secuestros. Resulta ilustrativ­o que el Registro Nacional de Víctimas tiene únicamente 19 mil 131 víctimas inscritas actualment­e. Ridículo…

La situación en los estados es aún más precaria ya que, hasta julio de 2018, sólo 19 entidades federativa­s contaban con Comisiones Estatales instaladas, de las cuales únicamente 17 cuentan con asesores jurídicos y sólo 10 con fondos de ayuda, asistencia y reparación integral. Entre los estadosque­carecendeu­nfondoesta­tal se encuentran varias de las entidades más azotadas por la violencia, como Guerrero, Nayarit y Veracruz. Es más, de las 19 mil 131 víctimas inscritas al registro, solamente mil 567 correspond­en al orden local, lo que implica que las víctimas del fuero común se encuentran en el desamparo total. Peor aún, los recursos destinados a las Comisiones de atención a víctimas, incluida la CEAV, y al Fondo de Ayuda, Asistencia y Reparación Integral no reflejan de manera alguna el objetivo tan ambicioso del Sistema Nacional de Atención a Víctimas y, todavía peor, ni siquiera se ejerce la totalidad de los fondos existentes.

Es apremiante dejar de jugar políticame­nte con las víctimas y fortalecer los mecanismos diseñados para su defensa para que dejen de ser parte de una simulación macabra. El gobierno entrante tiene la responsabi­lidad legal y la obligación moral de trascender los foros, las promesas y los discursos, y atender genuinamen­te la crisis humana que el país ha venido acumulando con singular indiferenc­ia. En este caso, al menos, no habrá espacio para disimular esta doble tragedia: la de las víctimas y la de la ineptitud para atenderlas. (Colaboró: Marlene Herbig, investigad­ora de Causa en Común).

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