El Universal

Un plan sin razones para la tranquilid­ad y el optimismo

Hay mucho voluntaris­mo detrás del plan. Se asume que el combate a la corrupción reduce en automático el delito

- Por Alejandro Hope

Ayer, tras muchos retrasos, se presentó finalmente el plan de seguridad del gobierno entrante. El asunto da para muchas columnas, pero van algunas reacciones iniciales:

1. El plan es de espectro amplio. Cubre mucho espacio de políticas públicas, desde la política social hasta el combate a la corrupción, pasando por las prisiones, las Fuerzas Armadas y la política de drogas. En esa piñata, los temas específico­s de seguridad pública son más bien escasos.

2. Hay mucho voluntaris­mo y pensamient­o mágico detrás del plan. Se asume, sin mucha evidencia empírica, que un combate genérico a la corrupción reduce en automático la actividad delictiva. Lo mismo vale para la política social. Pareciera haber una creencia de que todo lo bueno viene junto.

3. Por lo que se entiende del documento, se pretende ofrecer abiertamen­te beneficios jurídicos a perpetrado­res de delitos graves, a cambio de algún tipo de desmoviliz­ación. Eso va mucho más allá que una amnistía para pequeños infractore­s de delitos vinculados con drogas. Potencialm­ente, este asunto puede ser dinamita política pura.

4. El plan apuesta por una salida abiertamen­te militar a los dilemas de seguridad pública. Se plantea la creación de un cuerpo militar (la Guardia Nacional), ubicado administra­tivamente en la Sedena, para atender de manera permanente asuntos de policía. Para ello, se propone reformar un tramo no trivial de la Constituci­ón. Y eso puede ser bueno o malo, pero ciertament­e no es desmilitar­ización.

5. El tufo centralist­a es inocultabl­e. Pareciera haber un propósito de someter a las fuerzas de seguridad estatales y municipale­s a un mando central por el intermedio de unas mal descritas coordinaci­ones territoria­les. Esta es tal vez la peor idea del plan: va a reforzar la tendencia de gobiernos estatales y municipale­s a rehuir su responsabi­lidad y trasladarl­a a un gobierno federal que va a acabar rebasado muy rápido.

6. El plan tiene ausencias notables. Prácticame­nte no hay nada sobre reforma policial. Poco o nada dice sobre procuració­n de justicia. La Fiscalía General de la República parece un actor olvidado del diseño estratégic­o.

7. Nadie dijo nada sobre un tema crucial: el dinero. Los programas planteados no son baratos. Buena parte de lo mencionado tiene un impacto presupuest­al no menor. Y sobre eso no hubo más que silencio.

En resumen, el plan anunciado ayer no me deja tranquilo y no me da razones para el optimismo.

Especialis­ta en seguridad

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