Superhéroes reales
Stan Lee, Steve Ditko y Jack Kirby redimensionaron el mundo del cómic.
Para ningún fanático de las historietas es misterio alguno que la Comiquísima Trinidad a la que se debe mayormente la creación del Universo Marvel está constituida por Stan Lee, Steve Ditko y Jack Kirby.
En los años 60, esta trinidad de dioses del arte secuencial tomó una decisión de proporciones bíblicas: a diferencia de superhéroes como Batman y Superman, que en sus identidades secretas no podían importarnos menos —¿o a alguien le interesaba saber qué hacía Bruce Wayne en el día o qué tipo de reportajes escribía Clark Kent?—, los semidioses del para, en comparación, no tan maravilloso Universo Marvel se enfrentarían, como cualquier mortal no superempoderado, a situaciones en las que, por ejemplo, ver a Peter Parker/Spider-Man trepar por las paredes de tu departamento no evitaría que lo desalojaran por no pagar la renta, ni a Tony Stark/Iron Man tener una armadura lo blindaría del mundo del alcoholismo.
Para Lee/Ditko/Kirby y sus sucesores no importa si vives en la versión de historieta de una ciudad real como Nueva York o si respiras el aire imaginario de una ciudad ficticia en medio de África: ten la seguridad de que, en algún número del cómic que estelarizas, la realidad te alcanzará y en el caso de Wakanda, hasta puede que esté acompañada de un análisis geopolítico como el hecho por el economista John Robert Subrik en enero de este año.
De acuerdo con Subrik y al igual que en nuestro universo, el papel que la tiene en la economía y en la política de Wakanda es imposible de separar y tan fundamental como el de su principal recurso natural: el vibranium.
Como el adamantium de las garras y el esqueleto indestructibles de Wolverine, el vibranium es, más que un material exótico (un material con propiedades físicas poco comunes, como los superconductores), un material tan “imaginarium” como el ahora famoso teseracto (que, en geometría, es en cuatro dimensiones espaciales el análogo a un cubo en tres).
Steven W. Cranford, experto en nanotecnología, se inspiró en el teseracto para crear en computadora, si no un material exótico, sí un material de geometría exótica con átomos de carbono: una nanoestructura (un objeto con dimensiones en una escala de la milmillonésima parte de un metro) a la que bautizó como hipercubino.
Las simulaciones en computadora permitieron a Cranford estimar que, para que Thanos pudiera destruir un teseracto de un tamaño similar al que vimos en Avengers: Infinity war, que de poder fabricarse en la realidad estaría formado por una cadena de miles de millones de moléculas de hipercubinos, tendría que apretarlo con una fuerza de por lo menos 40 mil toneladas o alrededor de 750 mil veces la fuerza de cualquier humano normal.
Cambiando de materia, como la única fuente de vibranium en todo el mundo es un meteorito que cayó en Wakanda, esto ha hecho que la familia real de T’Challa tenga una riqueza —calculada por Subrik a partir de datos fidedignos y hallados en los cómics—, de unos 90 millones de millones de dólares; mucho más que lo que tiene Slim aun si se le hubiera concesionado el aeropuerto en Texcoco y, de hecho, más que el Producto Interno Bruto mundial en 2014.
Basándose en los cómics, Subrik sitúa a Wakanda en medio de Etiopía, Sudán, Uganda y Kenia, lo que significa que el país de T’Challa no tiene acceso directo al océano y, al estar rodeado de vecinos, por decir lo menos, bastante problemáticos, enfrenta problemas para exportar el vibranium, pues los no tan fantásticos cuatro países citados están en los primeros lugares del mundo en los rubros de corrupción y pobreza, y en los últimos en estabilidad política.
Esto justifica hasta cierto punto la política aislacionista wakandiana y su cuantiosa inversión en armamento y medidas defensivas.
Encerrado geográficamente y atrapado por vecinos corruptos, ¿es Wakanda un país cuyo éxito sólo podría ocurrir en las páginas de los cómics? Subrik asegura que no, y cita el caso de Botswana, que en condiciones similares ha experimentado una prosperidad continua desde los años 60.
Si hace 50 años Stan Lee y Jack Kirby hicieron que T’Challa retara a los Cuatro Fantásticos para demostrar que era digno de gobernar a su pueblo, el escritor Ta-Nehisi Coates, autor de Una nación bajo nuestros pies —una de las sagas más reciente de la Pantera Negra en los cómics—, enfrenta a nuestro héroe en el siglo XXI a una rebelión cuyo resultado es la transición hacia una democracia. Aún sin Stan Lee, la idea de un Universo Marvel en el que la realidad en la que viven sus superhéroes es reconocible en la del nuestro sigue más que vigente.
Como dirían los wakandianos: ¡Stan Lee por siempre!