Por qué el desfile de la Revolución no es militar
Se cumplen 108 años del inicio de la Revolución Mexicana; para conmemorar esta fecha se realiza un desfile deportivo-militar que dista de representar el pasaje bélico
Un siglo después del inicio de la Independencia, el 20 de noviembre de 1910 comenzó la Revolución Mexicana.
Varios académicos e investigadores atribuyen a la Revolución orígenes diversos, pero coinciden en que tenía un mismo objetivo: un cambio en el statu quo del viejo régimen porfirista para mejorar la situación económica, política y social del país.
No había paz que diera estabilidad, ni gobierno que a todos conformara. Por ello, no es de extrañar que hasta hoy no se tenga una fecha concreta del fin de esta insurrección.
El periodista Adolfo Gilly en su libro “La revolución interrumpida” sitúa esta culminación en el periodo de transición política entre el asesinato de Emiliano Zapata en 1919 hasta 1940 con el último presidente militar, Lázaro Cárdenas.
Para debilitar el recuerdo bélico de esta época, el gobierno buscaba celebrar la fecha del 20 de noviembre con elementos alejados de la rebelión y sus héroes, sin desestimar su importancia histórica.
La solución llegó en la forma de una carrera de relevos en 1928, según el boletín del noviembre de 2001 de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE).
En 1929 se organizó una parada militar-deportiva en el Campo Militar, entonces en la colonia Balbuena, con el presidente Emilio Portes Gil.
En 1930 tomó forma de nuevo y seis años después, el senado de la República aprobó, en 1936, la ley que convirtió el 20 de noviembre en festejo nacional oficial que reflejaba “la voluntad pacifista y conciliadora de nuestro pueblo”.
Así, las secretarías de Estado mostraban apoyo al jefe del Ejecutivo junto con deportistas de excelencia y miembros de organizaciones civiles. En 1941 se formalizó la ceremonia del Aniversario de la Revolución Mexicana con el presidente Manuel Ávila Camacho (1940-1946); quien, según la historiadora Sara Sefchovich, buscó un gobierno de “unidad nacional”.
Cada año se le sumaron elementos de la época y según la imagen que quería proyectar cada mandatario.
Desde Palacio Nacional, el jefe de Estado y sus invitados observaban, en el palco presidencial, a los contingentes de deportistas, de la policía, la Armada de México, bomberos cuerpos de rescate y emergencia, así como carros alegóricos liderados por deportistas destacados a quienes se les había entregado el Premio Nacional del Deporte, instaurado en 1975.
En comparación con el desfile del 16 de septiembre, la asistencia es mucho menor y cuando no se ha hechopasa desapercibido.