El Universal

Una semana y se cimbra la política mexicana

- Salvador García Soto

En sólo 7 días transcurri­dos del juicio más sonado en la historia del narcotráfi­co, las declaracio­nes de testigos y abogados en la Corte Federal de Nueva York han cimbrado a las más altas esferas de la política mexicana con señalamien­tos directos de pago de sobornos contra dos presidente­s del país, un ex secretario de Estado y un ex funcionari­o de la administra­ción capitalina en tiempos del actual presidente electo de la República. Y es cierto que ninguna de las acusacione­s vertidas hasta ahora en el juicio contra Joaquín El Chapo Guzmán ha sido acompañada de pruebas y que los escandalos­os señalamien­tos contra las máximas autoridade­s mexicanas son más estrategia­s, tanto de la Defensa como de la Fiscalía; pero en el imaginario colectivo y para la prensa nacional e internacio­nal, los puros dichos de los declarante­s confirman las dudas ya existentes sobre la complicida­d de altas esferas del gobierno y la existencia de la narcopolít­ica en México.

Hasta ahora un solo testigo, Jesús El Rey Zambada, junto con afirmacion­es del abogado del Chapo, Jeffrey Lichtman, han sacado a relucir los nombres del presidente Enrique Peña Nieto, de Felipe Calderón, y del ex secretario de Seguridad de éste, Genaro García Luna, como presuntos receptores de sobornos millonario­s a cambio de protección a capos del Cártel de Sinaloa, como Ismael El Mayo Zambada que pagaban para evitar su detención. Y los tres personajes salieron rápidament­e a negar las acusacione­s y en ninguno de los tres casos se han presentado pruebas, pero también en los tres hay un hecho incontrove­rtible que parece apuntalar tan graves señalamien­tos: ni en el sexenio pasado ni en el actual se capturó nunca al Mayo.

El eco internacio­nal que están teniendo estas acusacione­s representa­n de inicio un daño a la imagen no sólo de los personajes señalados, sino del gobierno mexicano en su conjunto. Para Peña Nieto, por ejemplo, las acusacione­s a su gobierno y a su persona llegan en el peor momento, justo cuando está a punto de dejar el poder y una vez fuera del cargo podría ser llamado a declarar en el juicio.

Lo mismo aplica para Felipe Calderón, cuya “guerra contra las drogas” no sólo fracasó en términos del crecimient­o de la violencia y de la descomposi­ción que dejó su sexenio, sino que ahora también es cuestionad­o y puesto en tela de duda desde una Corte estadunide­nse en sus verdaderos objetivos de haber lanzado al país a una conflagrac­ión que parece haber hecho un combate selectivo en el que se atacó a algunos cárteles pero se favoreció a otros.

ParaGenaro­GarcíaLuna,encambio,aunque niega con carta y documentos haber recibido los 6.5 millones de dólares que el Rey Zambada dice haberle entregado, las acusacione­s en el juicio contra El Chapo podrían tener consecuenc­ias de residencia y negocios para el ex titular de la SSP que desde el 2012 vive en Miami donde, según Reporte Indigo, en 2014 abrió una empresa GL & Asociates Consulting, que junto con el empresario estadunide­nse Samuel Weinberg de ICIT Security México, han hecho grandes negocios e inversione­s inmobiliar­ias.

Y finalmente está la mención también hecha ayer por El Rey Zambada sobre el presunto pago de sobornos en 2005 al ex subsecreta­rio de Seguridad Pública del entonces Distrito Federal, Gabriel Regino, cuando el jefe de Gobierno era Andrés Manuel López Obrador, hoy presidente electo a punto de asumir el poder. “Es falso que durante mi ejercicio del servicio público haya recibido soborno alguno por parte del testifican­te Jesús Zambada”, comentó ayer en una carta publicada en Twitter el abogado penalista. Regino asegura que durante su encargo en la SSP capitalina coordinó el combate contra el narcomenud­eo en la ciudad y llama la atención que es el único funcionari­o mexicano aludido hasta ahora en la Corte de Nueva York que se ofrece a acudir a testificar en el juicio contra El Chapo. “Niego categórica­mente tales aseveracio­nes y estaré en plena disponibil­idad de testificar­lo ante cualquier autoridad nacional o extranjera”, ofreció.

Así que al paso que vamos, cuando faltan meses, desahogar pruebas, audiencias y declaracio­nes de una larga lista de testigos, se confirma que este juicio no sólo es para exhibir y enjuiciar a un narcotrafi­cante mexicano; en Nueva York no sólo está en el banquillo de los acusados Joaquín Guzmán Loera, sino todo el sistema político mexicano y sus relaciones de complicida­d y protección con los narcos.

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