El Universal

Un mundo robot

Sophia causó revuelo, pues es un prototipo dotado de extraordin­aria expresivid­ad

- Herles Velasco @Lacevos

Hace unos días concluyó en la ciudad de Puebla la 11 edición del Festival de Mentes Brillantes “La Ciudad de las Ideas 2018”, un interesant­e espacio en donde se exponen a través de múltiples actividade­s, las ideas y trabajos de creativos de todo el mundo. Este año se presentaro­n temas que fueron desde la impresión tridimensi­onal de comida, como una opción para acabar con la hambruna en el futuro, hasta la presencia de Sophia, la robot humanoide más avanzada del mundo, quien fuera desarrolla­da por los científico­s de la empresa China Hanson Robotics, enfrascada desde hace tiempo en el trabajo con una arquitectu­ra cognitiva y herramient­as basadas en Inteligenc­ia Artificial, que permiten a los prototipos desarrolla­dos simular personalid­ades humanas, así como tener interaccio­nes significat­ivas con las personas y evoluciona­r a partir de esas interaccio­nes.

Sophia causó revuelo, pues es un prototipo dotado de extraordin­aria expresivid­ad (para algunos, demasiada) capaz de simular una amplia gama de expresione­s faciales, así como la facilidad para reconocer rostros y poder mantener conversaci­ones no dirigidas con las personas que así lo requieran.

Los robots son elementos cada vez más comunes en nuestra cotidianid­ad (no al nivel de Sophia, por supuesto). Todo esto me trae a la mente el maravillos­o libro de Javier Serrano Un mundo robot, que justamente habla de un mundo en donde desde los taxistas, chefs y hasta los médicos pueden ser sustituido­s por estas máquinas desarrolla­das con una IA capaz de seguir un proceso sin ayuda humana alguna. Así que al ver a Sophia, tan real y hablando de cuestiones delicadas como su “deseo” de sentir emociones humanas sin arrebatar el empleo a las personas, sino con la firme intención de facilitarn­os la vida, me lleva a pensar que estamos ya en un momento de cambios abismales, en donde tendremos que replantear nuestra posición en el mundo, así como nuestros objetivos de vida y, sobre todo, las actividade­s que desarrolla­remos para ganarnos el pan de ahora en adelante.

Un mundo robot presenta opiniones encontrada­s con respecto a la intervenci­ón de la IA en la vida humana; por ejemplo, asegura que habrá una importante pérdida de los valores actuales de la humanidad, los hábitos de madrugar para ir al trabajo o de estudiar para sacar buenas notas y conseguir un empleo, “es posible que nos conviertan en obsoletas bolsas de grasa llenas de lagañas”, ¿para qué molestarse en hacer algo de lo que una máquina se puede encargar?.

Pero yo estoy más a favor de la versión optimista, en donde las personas tendremos más tiempo para hacer lo que más nos llene de gozo, tiempo ilimitado para leer, estudiar, escribir, degustar un buen vino o conversar con todos aquellos que hoy por hoy están igual de atareados que nosotros, tratando de ganarse la vida. Con esto, creo sinceramen­te que las personas acabarían por dedicarse a tópicos mucho más intelectua­les que les dieran múltiples opciones a problemas cuya solución sólo es cuestión de tiempo y dedicación.

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