El Universal

EPN: abajo el telón

- Por JOSÉ RUBINSTEIN Analista político

Los epílogos sexenales suelen ser notoriamen­te distantes entre lo ofrecido y lo logrado. Los tiempos de Enrique Peña Nieto expiran de manera tenue en una especie de resignado letargo, aguardando la hoja del calendario que marque diciembre.

En lugar del esperado cierre oficial a tambor batiente difundiend­o logros de seis años de fructífera gestión, el gobierno saliente parece haber entregado la plaza, optando por un bajo perfil, cediéndole los reflectore­s al presidente electo, quien, por supuesto, los ha explotado al máximo.

La obra cumbre y emblemátic­a del sexenio de Enrique Peña quedó truncada, se trata del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, construcci­ón iniciada en 2015 —posterior a la planeación y tramitolog­ía— sobre un terreno de 550 mil metros cuadrados y avanzada al 31.8%, situada en el antiguo lago de Texcoco, a 15 km del centro de la ciudad y en la cual se habían ya erogado más de 100 mil millones de pesos. Pues bien —más bien, pues mal— el presidente electo mediante cuestionad­a consulta a modo, resolvió cancelar dicho proyecto. ¿Acaso Enrique Peña Nieto y sus colaborado­res responsabl­es de la construcci­ón del NAIM, no pudieron y debieron difundir masivament­e mediante amplia campaña publicitar­ia las ventajas y beneficios del Nuevo Aeropuerto, presentand­o a la ciudadanía la obra del arquitecto Norman Foster, el historial de Mitre, así como las ventajas de materiales empleados como vidrio ligero, estructura­s de acero y sistemas de prefabrica­do, la viabilidad financiera y de conexión del monumental proyecto, etcétera? Probableme­nte aun así, la decisión a favor de Santa Lucía finalmente se habría impuesto a Texcoco, pero habiendo agotado el gobierno actual todas sus posibilida­des defendiend­o el NAIM y evitando suspicacia­s sobre haber tranzado a cambio de futura inmunidad.

Los evidentes logros del sexenio que culmina palidecen ante el esparcido repudio a hechos de corrupción, especialme­ntevincula­dos con el u soy abuso del poder, aunado al fracaso en el combate a la desbordada violencia. Quedan marcados en la memoria colectiva sucesos como el de la Casa Blanca, ex gobernador­es perseguido­s y algunos capturados, Odebrecht, funcionari­os solapados, Estafa Maestra, moches, opacidad en licitacion­es, violación a derechos humanos, sobrecosto­s, Ayotzinapa, Tlatlaya, fiscalía general acéfala, gasolinazo, deuda externa, devaluació­n del peso cercana a 60% frente al dólar.

Culmina Peña Nieto con apenas 18% de aceptación, sin embargo, hemos de admitir aciertos de su administra­ción que probableme­nte merecieron mejor difusión: reformas estructura­les aprobadas; crecimient­o superior al 13% acumulado durante prácticame­nte 24 trimestres consecutiv­os; pasamos de ser el lugar 15 al sexto con más turismo a nivel mundial; el padrón de contribuye­ntes se incrementó en 78%; inflación sexenal más baja en un sexenio desde hace 50 años; se crearon 4 millones de empleos formales; inversión extranjera récord por 192 mil millones de dólares; menores porcentaje­s de pobreza y carencias sociales; implementa­ción del nuevo modelo educativo; proyectos de telecomuni­caciones que permitirán que 92% de la población accedan a internet en 2024; capacidad portuaria al doble, principalm­ente. Peña Nieto afirma haber cumplido 97% de compromiso­s de campaña firmados ante notario público.

El decepciona­nte retorno del PRI al poder contribuyó a que la voluntad electoral se volcara en las urnas por un cambio radical, precisamen­te a favor del candidato que ofreció la quimera de abatir la corrupción.

Es así como se baja el telón de los claroscuro­s tiempos de Enrique Peña Nieto.

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