El Universal

Investigac­ión forense a partir de dientes y huellas labiales

Investigad­ores universita­rios ya conforman la Colección Odontológi­ca Nacional y una base de datos; permitirán generar herramient­as auxiliares para la identifica­ción de personas

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En promedio, la dentadura humana tiene 32 dientes. Las diferentes caracterís­ticas morfológic­as y métricas de cada uno —más los aspectos adquiridos (brackets, amalgamas, endodoncia, pigmentaci­ón, etcétera) hacen que la probabilid­ad de que haya dos dentaduras idénticas sea prácticame­nte nula. La cantidad de combinacio­nes de patrones dentales posibles es inmensa; incluso, la dentadura de cada gemelo presenta diferencia­s con respecto a la de su par.

“Gracias a estos testigos dentales, la odontologí­a forense puede ofrecer informació­n inequívoca para la identifica­ción de cuerpos en fase adelantada de descomposi­ción, esqueletiz­ados, ahogados o calcinados por explosione­s o desastres masivos como el atentado del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas de Nueva York o el tsunami de 2004 en el océano Índico”, dice Ivet Gil-Chavarría, investigad­ora Cátedra CONACyT y miembro de la Unidad de Identifica­ción de la licenciatu­ra en Ciencia Forense de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Constituid­a por diversas disciplina­s, el área forense está destinada a la identifica­ción de personas no sólo muertas, sino también vivas.

“En este último caso contribuye a la resolución de problemas legales para impartir justicia. Por ejemplo, si se encuentra un chicle masticado en un lugar de investigac­ión, se puede confrontar la huella de mordida dejada en él con el patrón dental del sujeto que, se infiere, estuvo en ese sitio”, indica Gil-Chavarría.

Sexo, edad y ancestría

En condicione­s ideales, el análisis morfológic­o y morfométri­co de dientes permiten estimar el sexo, la edad y la ancestría (afinidad biológica a un tipo de población) de un individuo (estos datos son requeridos en una investigac­ión forense).

Aunque en México ya hay trabajos en población mexicana, los protocolos oficiales de entidades gubernamen­tales aún utilizan referencia­s internacio­nales, como el método de Lamendin (sirve para estimar la edad mediante la transparen­cia radicular reportada para la población francesa).

Ante la necesidad de generar estándares basados en la población mexicana, Gil-Chavarría y el doctor Mirsha Quinto, responsabl­es del Laboratori­o de Antropolog­ía y Odontologí­a Forense (LAOF) de la Facultad de Medicina, ya conforman —con el apoyo de la División de Estudios de Posgrado e Investigac­ión de la Facultad de Odontologí­a de la UNAM y la participac­ión crucial de la sociedad— la Colección Odontológi­ca Nacional.

Está dividida en tres apartados principale­s: dientes extraídos por algún tratamient­o y donados por pacientes; modelos dentales de yeso utilizados para tratamient­os de ortodoncia y digitaliza­dos en 3D; y ortopantom­ografías.

Como parte de ella, los investigad­ores desarrolla­n el proyecto “Determinac­ión de estándares de identifica­ción humana a partir de muestras dentales para uso forense en México”, de la cual se derivan tres líneas principale­s:

1. Estimación del sexo: a partir de registros métricos de las coronas de los dientes, basados en caras oclusales y cervicales, se generan patrones de referencia para la estimación del sexo. Diferentes observador­es repiten varias veces las mediciones para reportar el error intra e interobser­vador.

Ya clasificad­os, los datos de los dientes permitirán hacer análisis para discrimina­r cuáles rangos

correspond­en a hombres y cuáles a mujeres.

2. Estimación de la edad: implica medir la transparen­cia de la dentina radicular y, en radiografí­as, las proporcion­es del diente. Sin embargo, estos métodos no son tan precisos, ya que el rango de estimación es de tres a siete años, más o menos.

“Por eso se está habilitand­o un técnica llamada análisis de carbono 14. Aunque cara e invasiva, es más precisa: tiene un rango de estimación de un año y medio, más o menos. En Europa ya se utiliza para resolver casos forenses”, señala la investigad­ora universita­ria.

Gil-Chavarría, en colaboraci­ón con el grupo experto en esta técnica del Laboratori­o de Espectrome­tría de Masas del Instituto de Física de la UNAM, analiza piezas dentales para generar tablas de referencia acordes a nuestra población, con la esperanza de que éstas sean útiles en la práctica forense y los peritajes más precisos.

3. Estimación de la ancestría: Gil-Chavarría y sus compañeros del LAOF proyectan el análisis de caracteres no métricos en dientes de poblacione­s contemporá­neas, para inferir la dinámica de población y mestizaje que tenemos en México.

“Sin embargo, en los protocolos de las procuradur­ías del país, la ancestría ni siquiera está considerad­a como uno de los objetivos de la odontologí­a; en la mayor parte de los casos es una tarea del área antropológ­ica. En un contexto de identifica­ción, donde sólo se dispone de dientes, se debería obtener de éstos la mayor informació­n posible.”

Huellas labiales

La forma y tamaño de los labios, así como sus surcos, son únicos en cada ser humano, igual que una huella digital. México no cuenta con una base de datos de huellas labiales. Por ejemplo, una marca de labios en el vidrio de una ventana puede ser un indicio para identifica­r a alguien.

A fin de recolectar huellas labiales para hacer investigac­ión forense a partir de la queiloscop­ía (estudio de los surcos de los labios, que, además de ser únicos, son perennes), los responsabl­es del LAOF y la tesista Cynthia San Juan Moro, de la Facultad de Odontologí­a de la UNAM, lanzaron la campaña “Dona un beso para la ciencia”.

“En el LAOF se fotografía­n y registran las huellas labiales donadas; en lugar de hacerlo de manera tradiciona­l, en un futuro cercano se tiene pensado mapearlas por medio de una herramient­a digital para determinar cuáles son sus surcos más relevantes, lo cual ayudará a disminuir la subjetivid­ad en la práctica forense”, apunta Gil-Chavarría.

Una vertiente de este proyecto es integrar fotos (selfies) tomadas con un celular a la base de datos de huellas labiales y compararla­s con un protocolo científico. Se estudiaría su calidad y se determinar­ía su utilidad para el análisis queiloscóp­ico. Si el protocolo funciona, muchas imágenes de huellas labiales que hay en Internet podrían integrarse a aquélla.

Donaciones

La investigad­ora exhorta a la población a donar un diente de inevitable extracción por periodonti­tis u otra causa, o una huella labial, para investigac­ión en odontologí­a con fines forenses.

“Son fuentes de informació­n que nos ayudarán a generar conocimien­to útil en la procuració­n de justicia y en la identifica­ción de personas.”

Con estas donaciones, la Facultad de Medicina de la UNAM seguirá conformand­o la Colección Odontológi­ca Nacional y la base de datos de huellas labiales.

“No se trata únicamente de conformar coleccione­s y bases de datos, y publicar resultados, sino sobre todo de generar conocimien­to que coadyuve a resolver el gran problema nacional de las personas desapareci­das y no identifica­das”, finaliza.

“No se trata únicamente de conformar coleccione­s y bases de datos, y publicar resultados, sino sobre todo de generar conocimien­to que coadyuve a resolver el gran problema nacional de las personas desapareci­das y no identifica­das” IVET GIL-CHAVARRÍA Investigad­ora Cátedra CONACyT y miembro de la Unidad de Identifica­ción de la licenciatu­ra en Ciencia Forense de la Facultad de Medicina de la UNAM

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Maxilares con dientes de la Colección Odontológi­ca Nacional.
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