El Universal

“No dejo herencia maldita en la CDMX”

• Confía en que a su gestión no le aparecerán irregulari­dades • Destaca reconocimi­ento de la presencia del narco en la capital

- JOEL RUIZ —metropoli@eluniversa­l.com.mx

José Ramón Amieva Gálvez afirma que está tranquilo sobre su gestión al frente del gobierno de la Ciudad de México durante ocho meses y asegura que no le dejará “ninguna herencia maldita” ni “ningún compromiso oscuro” a la jefa de Gobierno electa, Claudia Sheinbaum Pardo.

“En este momento no tomo decisiones que generen alguna afectación o que no sean acordadas con ella, porque estamos a menos de 15 días [de su toma de posesión]”.

En entrevista con El UNIVERSAL, el mandatario capitalino hasta el próximo 5 de diciembre dice que está confiado en que no le aparecerá ninguna irregulari­dad a su gestión porque asegura que a lo largo de 23 años que ha sido servidor público no ha tenido un problema de este tipo. “Lo he hecho cumpliendo primero con la norma y, segundo, con el manejo de principios”.

En materia de seguridad, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México dice que entregará a la próxima administra­ción una ciudad funcional y destaca entre los principale­s momentos “el reconocimi­ento de la presencia de grupos que se dedican al narcomenud­eo y tienen conexión con el narcotráfi­co”.

Por ejemplo, en el combate de cárteles como La Unión de Tepito y La Anti-Unión de Tepito, el mandatario capitalino declara que lo que se buscó fue cortar las cabezas operativas y financiera­s, con el objetivo de mermar su capacidad.

Amieva Gálvez sostiene que durante su gestión se ha mantenido al margen de los partidos políticos.

“Durante 23 años, hasta ahora, no he sido merecedor de ninguna responsabi­lidad administra­tiva y mucho menos penal. Lo he hecho primero con el cumplimien­to de la norma y el manejo de principios”

“Cuando uno se piensa dedicar al gobierno como una forma de vida, tratas de no hacer tonterías y te alejas completame­nte de las situacione­s irregulare­s”

El próximo 5 de diciembre, José Ramón Amieva Gálvez pone fin a 23 años de carrera en el servicio público de la Ciudad de México en la que, dice, “empezó de peón”, cobrando 750 pesos quincenale­s, y concluye como jefe de Gobierno de la Ciudad de México, con un ingreso oficial de 75 mil pesos al mes.

En el balance que realiza a EL UNIVERSAL se dice tranquilo de lo realizado a lo largo de los ocho meses en el cargo y confiado de que no le aparecerá alguna irregulari­dad en su gestión, y que no le dejará “ninguna herencia maldita” a Claudia Sheinbaum a través de alguna obra comprometi­da o concesión. No obstante, dice, “siempre voy a dar la cara por lo hecho y no hecho” en la administra­ción.

Sentado en uno de los sillones de la biblioteca contigua a su oficina —que construyó su antecesor, Miguel Ángel Mancera—, Amieva Gálvez asegura que deja una Ciudad “funcional” en materia de seguridad pública, pues afirma que, en términos estadístic­os, la metrópoli se encuentra a media tabla a nivel nacional.

Afirma que tuvo que enfrentars­e a una percepción social diferente, principalm­ente por el nuevo sistema de justicia penal que permite la liberación de las personas.

“Nosotros tomamos la decisión de que si una persona era liberada y volvía a delinquir, la detendríam­os y la presentarí­amos al juez las veces que fuera necesario hasta quedara sujeta a proceso”, comenta.

Cuando habla de su paso por la administra­ción pública, el jefe de Gobierno gesticula, es más expresivo y abre los ojos al recordar cada una de sus facetas, como cuando entró de abogado en la gestión del entonces regente Óscar Espinosa Villareal, su incorporac­ión al equipo del primer gobierno electo de Cuauhtémoc Cárdenas y formar parte de grupo de Alejandro Encinas en las secretaría­s del Medio Ambiente, Gobierno y hasta como mandatario local sustituto.

¿Cómo se siente de haber empezado como ‘peón’ y terminar como jefe de Gobierno?

—Es la conclusión de un ciclo en el que he ocupado muchos de los cargos a nivel de estructura, desde jefe de departamen­to a jefe de unidad, subprocura­dor, director general, coordinado­r general, en fin, he ocupado muchos niveles y hecho muchas de las actividade­s desde abajo.

Creo que las condicione­s para que yo fuera jefe de Gobierno fueron éstas, no lo veo de alguna otra.

¿Le hubiese gustado ser candidato y ganar una elección?

—Primero, esta forma me permitió continuar con el esquema de compromiso interno de que siempre iba a mantener una distancia entre lo administra­tivo y lo político, hasta ahora creo que todas las acciones que he realizado se encuentran dentro del ámbito de la administra­ción de gobierno y no en la parte de política.

Segundo, que durante este tiempo poco veneno probé y no me mató, entonces esa fue la situación. Es un tema muy absorbente.

Dicen que el poder es más adictivo que una droga, ¿es verdad?

—No hay que tomárselo personal. Por aquí han pasado muchas personas, muchos administra­dores, nosotros somos instrument­os transitori­os de un gobierno.

Entonces, si crees que eres la opción eterna, el infalible, el conocedor absoluto, pues nunca va a funcionar. Hay que tomarlo como si —el gobierno fuera— unas instalacio­nes públicas para hacer ejercicio.

¿Cómo deja la Ciudad?

—Cuando iniciamos dije que nos íbamos a ocupar de los temas cotidianos de las personas, nos centramos en dos intencione­s: uno, dar la cara por parte de la administra­ción…

¿Y lo hizo?

—Sí, muchas veces y creo que lo voy a seguir haciendo porque esto no concluye hasta el último día; hay que salir a dar la cara y que la gente sienta que uno responde por ellos.

¿De lo hecho y no hecho?

Sí, porque estás aquí y recibes lo hecho y no hecho. Dar la cara, hacer un cierre y continuar con el compromiso que hice con los compañeros de ocuparnos de las situacione­s cotidianas para entregar una Ciudad funcional, que continúe con el funcionami­ento tan complejo, pero tan necesario.

¿Cómo queda la seguridad en la Ciudad?, porque hubo de todo.

—Sí, hubo de todo. En el tema de la insegurida­d hubo tres momentos que recalcaría. Primero, reconocer la presencia de grupos que se dedican al narcomenud­eo y tienen conexión con grupos del narcotráfi­co. Porque lo primero que me preguntaro­n fue: “¿Usted reconoce que hay grupos?”… pues claro que hay grupos que se organizan, que tienen armas, que venden drogas, que buscan dinero y claro que los tenemos que combatir.

El segundo momento fue atender los delitos que afectan al patrimonio; y el tercero es el que se continuó con la labor de prevención, con el esquema de patrullaje, de inteligenc­ia.

El mandatario capitalino hace un pausa y reconoce que el Nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio les representó un problema para reducir los índices de insegurida­d porque, asegura, “se convirtió en una puerta giratoria” y ante ello tomaron la decisión de presentar al mayor número de personas posibles.

“Con el ingeniero [Raymundo] Collins el número de detencione­s y presentaci­ones se ha incrementa­do de manera exponencia­l, entonces, si alguien delinque lo presentamo­s, si vuelve a salir y delinque, lo volvemos a presentar, hasta que le dicte la prisión preventiva”, precisa.

José Ramón Amieva se acomoda nuevamente en el sillón cuando habla del combate a la delincuenc­ia organizada, principalm­ente de los grupos de La Unión de Tepito y La Anti-Unión de Tepito, que en su lucha por el control del tráfico de drogas dejaron decenas de muertes y hasta descuartiz­ados en avenida Insurgente­s.

“Lo que se generó fue cortar las cabezas operativas y financiera­s. Cuando existe un negocio ilícito que produce una ganancia, lo que buscan estas fuerzas delincuenc­iales se reorganiza­rse y seguir operando.

“Nosotros lo que queremos es mermar la capacidad operativa con detencione­s, cerrando tiendas de distribuci­ón pero, sobre todo, afectar su capacidad financiera”, destaca.

¿Es una Ciudad segura?

—Es una Ciudad funcional.

Al pasar al tema político, José Ramón Amieva manifiesta que siempre estuvo al margen de los partidos, respetuoso de sus reglas. Que su función fue la de atender a la ciudadanía a través de programas sociales; sin embargo, reconoce que los resultados de la pasada elección fueron producto de la calificaci­ón a la gestión que realizó la ciudadanía al actual gobierno.

“Yo siempre creo que cuando un gobierno entra es por la legitimaci­ón del voto y por la calificaci­ón que la da ciudadanía a quienes están”.

¿Le preocupa que puedan encontrar alguna irregulari­dad?

—Durante 23 años, hasta ahora, no he sido merecedor de ninguna responsabi­lidad administra­tiva y mucho menos penal. Lo he hecho primero con el cumplimien­to de la norma y, segundo, con el manejo de principios.

Cuando uno se piensa dedicar al gobierno como una forma de vida, tratas de no hacer tonterías y te alejas completame­nte de las situacione­s irregulare­s.

¿Le faltó tiempo para dejar el sello ‘Amieva’ en la administra­ción?

—A mí lo que único que me gustaría es poder reinsertar­me a mi vida, yo no quiero que la gente me salude ni que me pido autógrafos, lo que quiero es tener esa pertenenci­a social y eso para mi es tener el mejor sello, continuar con esa pertenenci­a social a mi Ciudad, a la gente que está aquí, continuar con mis alumnos, salir con mi hijo, eso es lo que yo busco.

¿Va a estar en la toma de protesta de Claudia Sheinbaum como jefa de Gobierno?

—Recibimos la invitación; yo le deseo todo el éxito. Ella ha tenido un comportami­ento muy digno y congruente, ella dijo: “Yo sé en que momento voy a gobernar y hasta aquí vamos a respetar las decisiones”.

En este momento yo no tomo decisiones que generen alguna afectación o que no sean acordadas con ella porque estamos a menos de 15 días (de su toma de protesta).

¿Eso es bueno o es malo?

Yo digo que es muy necesario. Yo por ejemplo, cuando veo los compromiso­s de gastos o alguna obligación que implican más allá de donde yo estoy, claro que tengo que consultarl­o y retroalime­ntarlo con ella y con su equipo, porque no quiero dejar ninguna herencia maldita, ni dejar ningún compromiso oscuro, no quiero dejar eso.

Ella ha sido respetuosa de las decisiones y creo que la mejor forma de correspond­er es desearle lo mejor.

¿Se queda satisfecho?

—No quiero decir que me quedo satisfecho hasta no decir que ya concluí. El día de hoy me siento tranquilo, conforme y feliz por la oportunida­d que he tenido.

¿Le gustaría repetir?

—No como jefe de Gobierno, (este puesto) ya lo conocimos.

¿Lo veremos en el próximo gobierno federal?

—Hasta ahorita no he tenido ningún tipo de convocator­ia. Tengo muchísimos amigos ahí y me da una inmensa alegría que el trabajo de esos amigos y amigas está siendo reconocido, pero hasta ahí.

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