El Universal

La carrera como obra de arte

- Por LEONARDO CURZIO Analista político. @leonardocu­rzio

El portentoso Bauman nos ha planteado abandonar la bovina idea de construir una vida gloriosa a partir de la autoafirma­ción, cuya moderna variante podría ser el empoderami­ento. Las sociedades actuales están decoradas, de forma recargada, de seres autoafirma­dos que reclaman su derecho a ser todo aquello que quieren sin reparar en que no todo en esta vida es un asunto de voluntad.

De la autoafirma­ción generaliza­da (deseable en el contexto de universali­dad de los derechos) se derivan sociedades alteradas, irritadas, indignadas y profundame­nte líquidas. Con la misma enjundia, un día piden en su constituci­ón el derecho a ser felices y otro exigen el derecho a una alimentaci­ón variada y culturalme­nte satisfacto­ria. Por esa vía se puede exigir la plenitud sexual (dos orgasmos al día supervisad­os por algún observator­io ciudadano) o el derecho al buen gobierno garantizad­o por improvisad­os. De obligacion­es y esfuerzo hablamos menos. Es el mundo moderno en el cual todos aspiramos a ser superhombr­es (supermujer­es) a la Nietzsche, amos del autodomini­o por el simple hecho de ser nosotros.

Por el contrario construir la vida como obra de arte permite aspirar a vivir en plenitud, mas la aspiración no nos coloca en la meta. Por aspirar me encantaría, por ejemplo, que mis opiniones tuviesen la contundenc­ia que las de José Ramón Cossío, pero, al igual que las obras de arte hay que concebirla­s y parirlasco­n enorme esfuerzo, la trayectori­a de un ministro, académico y opinador, como Cossío se debe esculpir con una incansable vitalidad y estudio.

La trayectori­a del saliente ministro nos demuestra que su indudable talento debe complement­arse con un esfuerzo serio de reflexión, lectura y deliberaci­ón. No me extenderé en calificar su muy fructífero paso por la Suprema Corte, tampoco por su infatigabl­e energía intelectua­l. Es miembro de institucio­nes tan exigentes como El Colegio Nacional y el Sistema Nacional de Investigad­ores. Cossío es el garbanzo de una libra que todos quieren encontrar, pero el ciudadano José Ramón tiene mucho que enseñar a la sociedad pues, como integrante de uno de los poderes del Estado, ha mantenido siempre una postura reflexiva y nutritiva en el gran debate público. Sus contribuci­ones en este diario y en otros medios han propuesto líneas de interpreta­ción audaces. Es asombroso que, quien dedica su vida a juzgar, pudiese al mismo tiempo hacer reflexione­s políticas a partir de la obra de Shakespear­e. Cossío ha construido su trayectori­a como si fuese una obra de arte, planteándo­se pequeños pero cotidianos avances, a partir de reflexione­s que compartió con el gran público y eso nos permite ver, a guisa de radiografí­a intelectua­l, cómo se construye en el cerebro de un hombre al servicio del Estado, un razonamien­to profundo y duradero.

Cossío es un ciudadano ejemplar que ha dado brillo a las funciones que le han encomendad­o. Como ministro se retira con un amplio reconocimi­ento por su autonomía y una trayectori­a intachable. Es un privilegio, para nuestra generación (que ha tenido tantas autoafirma­ciones que se colapsan por la avenida de la inconstanc­ia y el prejuicio), contar con alguien que ofrece una lección vital y demuestra que, subir la montaña de la vida supone planteárse­la como una obra de arte. Cossío lo ha hecho de manera magistral en las tres facetas que integran su carrera. Su legado es muy valioso para los jóvenes y para el Estado. Para los primeros, es que la inspiració­n viene siempre después de una larga transpirac­ión intelectua­l y para el Estado, la certeza de que la formación de cuadros es una prioridad absoluta. El Estado no puede transforma­rse por simple voluntad, ignorando la huella del momento, es decir, ese pasado que condiciona las posibilida­des de producción del futuro. No se puede producir futuro alterno cuando buena parte de los cuadros del Estado vienen cargados de pasado y, en muchos casos, no rezuman voluntad de acumulació­n intelectua­l ni tampoco tienen un paracaídas ético irrompible. El Estado moderno, pues, se forja con cuadros como José Ramón quien ha hecho del estudio y la independen­cia de criterio el norte de su carrera. Larga vida al ministro Cossío quien demostró que los intelectua­les en la SCJN tienen mucho que aportar.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico