El Universal

El Metro parece no importar

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En la Ciudad de México (0.08% de la superficie del país, de acuerdo con Inegi) todos los días conviven más de 10 millones de personas. Ofrecer transporte a esa cantidad de población es un reto enorme.

Hace casi 50 años se eligió al Metro como el sistema troncal; sin embargo desde principios de este siglo prácticame­nte se alentó el uso del vehículo particular al construir vías rápidas y elevadas; por el contrario, el crecimient­o de las líneas del Metro aminoró. A pesar de ello un promedio de 4.4 millones de personas al día lo utilizaron en 2015.

El servicio ha venido a menos, las quejas de los usuarios son cotidianas por la lentitud y las aglomeraci­ones, a lo que se añade la insegurida­d.

La situación de deterioro y abandono no es desconocid­a y lamentable­mente tampoco es nueva. El último aumento a la tarifa, vigente desde el 13 de diciembre 2013, cuando el costo del boleto pasó de 3 a 5 pesos, se justificó con el argumento de que mejoraría el servicio. Se establecie­ron 11 compromiso­s, de los cuales la mayoría no se ha cumplido.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el director general del Metro reconoce el rezago y, lo que es peor, la obsolescen­cia de algunas líneas. Explica que se requieren 30 mil millones de pesos para reforzar y modernizar las diferentes líneas.

El principal medio de transporte para más de 4 millones de personas lleva al menos cinco años sin recibir el mantenimie­nto adecuado. El deterioro es evidente prácticame­nte a cualquier hora del día sin que parezca importar demasiado a las autoridade­s.

El comercio ambulante, las inundacion­es y los cortocircu­itos son otros de los problemas que se enfrentan casi de manera cotidiana. Hace unos días la Línea 2, que corre de Cuatro Caminos a Tasqueña, suspendió en dos ocasiones su recorrido en 10 de sus 24 estaciones por fallas eléctricas.

Dejar a los servicios sin el óptimo mantenimie­nto, genera costos muy elevados, que los paga de manera doble el usuario. Primero, con un transporte deficiente, y segundo, con dinero de su bolsillo, pues los recursos para rehabilita­r los convoyes siempre son de origen público.

Uno de los principale­s problemas de la capital del país es la movilidad. El Metro puede ser una opción viable si su funcionami­ento fuera de primer nivel. Los usuarios podrían estar dispuestos incluso a una tarifa mayor si se viera reflejado en eficiencia.

Los capitalino­s no merecen el estado de desatenció­n de su principal medio de transporte. En este como en otros asuntos, no hay más responsabl­e que la autoridad.

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